Amazon, Facebook y Twitter se han dejado en los doce últimos meses la friolera de 320.000 millones de euros en bolsa. Unos resultados que han hecho mucha mella en las fortunas de Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Elon Musk, dueños por ese orden de las tres compañías.
Se trata de unos datos inéditos, que han tenido como oscuro colofón el que afecta a sus respectivas plantillas. Bezos acaba de anunciar un total de 10.000 despidos, el 1% de sus trabajadores. Días antes, Zuckerberg hacía públicos sus planes para recindir el contrato a 11.000 trabajadores, el 13% de la masa laboral de Meta. Elon Musk, tras la compra de Twitter, también declaraba que habrá despidos, concretamente la mitad de la plantilla (se habla de unas 7.500 personas).
Hasta el presente mes de noviembre, ya se han recortado más empleados que en cualquier otro mes completo del año 2022 en el sector, según el portal Layoffs.fyi, web que hace seguimiento de los despidos en las empresas tecnológicas. Su fundador, Roger Lee, ha asegurado que los despidos continuarán hasta que no baje la inflación, disparada en la mayor parte del planeta.
Apple, la tecnológica más grande por valor en bolsa, ha visto descender la cotización de su acción en catorce dólares, desde los 148 dólares de hace un año hasta los 134 dólares de los úiltimos días. Y ha llegado a ser peor. Este verano la corporación fundada por Steve Jobs perdió un total de 800.000 millones de dólares si se toma como punto de partida el principio del año. Y es que en diciembre de 2021 el título de la firma de la manzana mordida se pagaba a 179 dólares. Ha perdido 45 dólares de desde entonces.
Así fue el primer pinchazo de las puntocom
El pinchazo actual no puede compararse con el de hace 20 años, al menos en lo que a la quiebra de empresas se refiere. Sólo entre 2000 y 2003 desaparecieron miles de corporaciones (la Wikipedia apunta a que fueron 5.000), bien por cierre, bien por fusión con otras. En España es más que conocido el caso de Terra, del Grupo Telefónica, que se vio arrastrada por esa vorágine tras iniciar su andadura en bolsa con un crecimiento de casi el 220%.
El mismo capital riesgo que había entrado en tromba en las empresas de Internet y las disparó en bolsa comenzó a tener dudas. Se trataba de un sector incipiente y desconocido. Recularon, impulsadas además por la necesidad de recuperar en el corto plazo las inversiones, y condicionadas por grupos de economistas que no confiaban en Internet ni en las empresas que crecían alrededor de la red de redes.
Las consecuencias en bolsa fueron catastróficas. Es ahí donde están los paralelismos con la crisis actual. En el comportamiento en los mercados. Aunque los motivos del descenso en su capitalización son otros, el hecho es el mismo, el descalabro en los parqués.
Inversiones y despidos
Volviendo a lo que sucede ahora, tras el impulso de todo lo digital después de la pandemia se empujaron las inversiones y contrataciones. Facebook anunció desembolsos millonarios orientados al metaverso -es su gran apuesta- y Amazon contrató solo en España a 6.000 personas en 2021, para anunciar posteriormente otras 2.000 a lo largo de 2022. El gigante del e-commerce también ha dimensionado en los últimos años su otra pata de negocio, la de los Centros de Procesamiento de Datos (la nube), abriendo infraestructuras -con la consiguiente inversión- en diferentes lugares del mundo.
Nadie contaba con la crisis de suministro, una inflación galopante y la guerra de Ucrania, que ha sido el aleteo de una mariposa que se ha extendido por todo el mundo con gran velocidad y virulencia. Gran parte de los planes de las tecnológicas están varados.
Elon Musk, el fundador de Tesla, ha visto cómo los problemas en la entrega de sus vehículos le han hecho un agujero en bolsa de 60.000 millones hace tan solo unos días. Una noticia a la que se suma la del problema de uno de sus coches, que se lanzó sin control a toda velocidad por las calles de la localidad de Chaozhou, sita en la provincia china de Guangdong, causando dos muertos y varios accidentes a su paso. Un hecho que, por supuesto, también tiene incidencia en la valoración de la compañía. No es una crisis puntocom como la de hace veinte años, ni parece que lo vaya a ser en el corto plazo, pero es una de las más grandes, sino la más, desde entonces. Habrá que ver cómo evoluciona para conocer el verdadero alcance.