"¿Dónde se ha metido el sol?". Esta es sin duda una de las frases más repetidas en las últimas semanas. Ha sido el mes de marzo más lluvioso desde que hay registros en la estación de medición de Madrid-Retiro. Y todavía no ha terminado. Como casi todo en la vida, las borrascas que han pasado por la mitad de España tienen su cara y su cruz. Las lluvias son necesarias para paliar la sequía, pero las consecuencias de que no estas no den tregua pueden ser muy perjudiciales para gran parte del campo español. ¿Ahora está lloviendo demasiado?
Gracias a las lluvias, los embalses de España casi alcanzan un histórico 70% de capacidad, rompiendo todos los récords de las últimas décadas. Sin embargo, el campo está pagando las consecuencias de unas lluvias incesantes y descontroladas: en algunas zonas, las cosechas se han visto arrasadas y las pérdidas serán millonarias.
El sur y el centro de España, principalmente Madrid, están siendo el epicentro de las borrascas. En las zonas atravesadas por ríos como el Jarama, el Manzanares o el Guadarrama, los agricultores están viendo cómo sus campos se están llenando de agua poniendo en riesgo la cosecha que, en muchos casos, se va a perder al llevar más de una semana sumergida. El agua es necesaria para los campos, pero ahora está "arrastrando todo a su paso", al no cesar y llegar con gran fuerza.
Las organizaciones agrarias han dejado clara su preocupación. En buena parte de las zonas afectadas por las lluvias, el agua está dañando cultivos como hortalizas o fresas, a la vez que está generandoo retrasos en la recoleccón o la siembra de ciertos productos, algo que podría resultar determinante para la rentabilidad económica de los cultivos. Por ejemplo, según han señalado desde Asaja, los torrentes de agua que la lluvia ha generado están poniendo en peligro los cultivos de hortalizas, como la patata, que corren el riesgo de pudrirse bajo el agua.
Casi 7,5 millones de pérdidas
En la Comunidad de Madrid, la situación es crítica. En las zonas rurales de la capital, cientos de hectáreas de cultivos, entre ellos ajos, cereales o guisantes, han quedado anegados, y han generado a los agricultores pérdidas de entre 400 y 500 mil euros de media, según contaba Telemadrid. Por su parte, Asaja Valencia denuncia que las lluvias que se están sucediendo impactan especialmente en los cultivos de cebollas de la comunidad. "Estos daños climáticos, unidos a la falta de materias eficaces para combatir el hongo del mildiu, provocan una merma superior al 80% de la cosecha de cebolla, que se traducen en unas pérdidas económicas de 7'5 millones de euros solo en la comarca de l'Horta", denuncian desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). El campo también está sufriendo complicaciones en la recolección, problemas de polinización, retrasos en la siembra o enfermedades fúngicas y asfixia radicular por el exceso de agua.
Con respecto al ganado, el sector ha encontrado en estas lluvias un respiro gracias al aumento de pastos para el ovino, caprino y vacuno de carne. No obstante, las inundaciones en determinadas zonas han generado aislamiento de ganado y dificultades para el acceso a explotaciones.
En cualquier caso, algunos cultivos sí se están viendo beneficiados por las lluvias, como el pastos y cultivos leñosos o el olivo. A nivel general, desde Asaja y COAG valoran el "aumento importante" en las reservas, lo que "hacía mucha falta" después de más de un lustro de "déficit hídrico".
El campo exige medidas para evitar las consecuencias
En este contexto, el sector agrario español tiene clara cuál es su denuncia: el problema no es tanto que haya lluvias torrenciales sino que las administraciones no tomen medidas para prevenir las consecuencias. Con el eco de la tragedia de Valencia aún resonando, las asociaciones y sindicatos agrarios exigen soluciones para evitar los desastres.
Desde Asaja consideran una "pena" que estas precipitaciones tan importantes "no se hayan podido aprovechar" totalmente, ante lo que ha afeado a las administraciones "no haber hecho los deberes en periodos de sequía prolongada" para aumentar la capacidad de almacenamiento de la comunidad.
También la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) se suman a las peticiones de los agricultores. La federación solicita más recursos para las infraestructuras de control de inundaciones con embalses y otras soluciones de laminación de caudales para minimizar las consecuencias de riadas y desbordamientos, al permitir regular el agua en episodios de lluvias torrenciales y paliar posibles daños aguas abajo. Además, FENACORE defiende el encauzamiento de ríos y barrancos en su cruce con zonas urbanas para controlar y dirigir el flujo del agua y, así, proteger infraestructuras y viviendas cercanas al cauce, máxime teniendo en cuenta lo que hubiera ocurrido el pasado 29 de octubre de no existir obras hidráulicas como las del río Turia a su paso por Valencia.
"Agilizar las obras hidráulicas pendientes ayudaría a mitigar las consecuencias de inundaciones devastadoras como las de Valencia, pero también contribuiría a evitar catástrofes tras precipitaciones tan persistentes como las de las últimas semanas, ayudando a su vez a almacenar el aglua y a distribuirla durante cada vez más habituales sequías. Sin inversión en infraestructuras hidráulicas, España no podrá garantizar el suministro de agua ni protegerse de los efectos del cambio climático", denuncian desde FENACORE.
En conclusión, "la lluvia es buena y nunca cae suficiente en España". Pero las circunstancias no están siendo las más adecuadas, ya que el campo español no está acostumbrado a tanta intensidad ni tanta duración. "Esto no sería tanto problema si todas las Administraciones Públicas estuvieran coordinadas ante catástrofes, emergencias y cualquier tipo de incidencia relacionada con los temporales, si los protocolos de avisos se reforzaran y si hubiera medios y herramientas para aprovechar en el futuro las lluvias del presente", explican fuentes agrarias a Vozpópuli.