No faltó ni uno. Todos los 'popes' del empresariado catalán acudieron raudos a la cita organizada por Foment del Treball. El presidente del Gobierno y el de la Generalitat escenificaban un acercamiento, un paso al frente en el camino del diálogo, allanado horas antes por la carta de niño bueno de Oriol Junqueras. Quienes mueven el dinero en Cataluña creen que esa dirección es la correcta. O, al menos, la única senda transitable por el momento para alejar los fantasmas -tan recientes, tan terribles y tan dañinos para la economía- del 'procés'. De ahí su decisión, bien meditada, de cerrar filas en torno a Pedro Sánchez y Pere Aragonés.
A diferencia del vacío que hicieron muchos empresarios en Madrid al líder socialista, cuando presentó el pomposo Plan España 2050, los principales directivos catalanes se dejaron ver este lunes en Barcelona. Estaba Isidre Fainé, presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, junto al consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. También los presidentes del Sabadell (Josep Oliu), Naturgy (Francisco Reynés), Agbar (Ángel Simón), Saba (Salvador Alemany) o Seat (Wayne Griffith). Y, por supuesto, los líderes de las asociaciaciones clave de la autonomía: desde el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, al del Cercle d'Economía, Xavier Faus.
Algunos de los empresarios que suelen afirmar que en Madrid no se entiende bien lo que ocurre en Barcelona, miran hoy con cierta 'pelusa' la evolución de la capital. Y de la comunidad autónoma liderada por Isabel Díaz Ayuso, en las antípodas ideológicas del Ejecutivo que lidera hoy Aragonés, pero que ha sido capaz de atraer a cientos de empresas que huían del 'procés'. O de proteger con acierto durante la pandemia a un tejido empresarial -la hostelería y el comercio- que tanto abunda y que tanto ha sufrido en Cataluña.
Desde el fatídico 1 de octubre de 2017, casi 7.500 empresas han abandonado la autonomía. Prácticamente la mitad se dieron de alta en la Comunidad de Madrid. La fuga fue brutal en los primeros meses del 'procés' y comenzó a descender a medida que el incendio menguaba. Pero la tendencia nunca se ha revertido. Por ejemplo, en el primer trimestre de este año, 254 empresarios hicieron las maletas y la mitad de ellos domicilió su sede en la región de la capital.
Las empresas catalanas necesitan estabilidad, certidumbre jurídica y un marco regulatorio firme para enterrar el pasado turbulento. Y, sobre todo, para encarar un futuro en el que se aviene una lluvia de millones procedente de Europa. Lo saben bien algunos de los 1.250 socios que frecuentan el palacete que da cobijo al Cercle d'Economía, la flor y nata de la alta sociedad barcelonesa. Los banqueros, financieros e industriales que más tienen que ganar si los fondos Next Generation calan como deben en Cataluña; y que más tienen que perder si la mecha radical independentista prende de nuevo.
No es de extrañar que el influyente Cercle d'Economía sea uno de los lobbies catalanes que más han remado en los últimos meses a favor del enterramiento del 'procés duro'. El pasado 1 de marzo, a raíz de los últimos disturbios en Barcelona, la asociación difundió un comunicado en el que condenaba "de manera tajante toda forma de violencia"; y hacía extensiva la condena "a los partidos que, por acción o por omisión, han legitimado el vandalismo", en referencia a algunos políticos que sentaban en aquel momento en la mesa del Govern.
"Hace tiempo que denunciamos las consecuencias de la falta de acción de las instituciones que nos representan", señalaba la nota del Cercle. "El precio de esta inacción no es solo el coste de oportunidad que lima la prosperidad del país, la creación de riqueza y una mayor ocupación", añadía la asociación, antes de recordar el riesgo que implica "la normalización de la desconfianza de la ciudadanía con las instituciones".
A los empresarios catalanes les inquieta que los inversores que miran a Cataluña se lo piensen dos veces. Y, por supuesto, que la Comunidad de Madrid se haya afianzado como el gran motor de la economía española. Y lo que es más doloroso: en un imán para sus empresas gracias a esa fiscalidad que promueve -y de la que presume- Díaz Ayuso.
Madrid adelantó a Cataluña hace tres años, convirtiéndose en la primera comunidad autónoma por volumen de PIB. Desde entonces, el Ejecutivo madrileño ha logrado mantener la brecha, por méritos propios y por los errores ajenos. El desafío soberanista ha contribuido a ahondar el bache y la pandemia ha dado la puntilla a las aspiraciones de revertir el 'sorpasso'. Según los pronósticos de BBVA Research, la Comunidad de Madrid mantendrá el liderazgo, como mínimo, este año y el siguiente.
Son conscientes de ello los ricos catalanes que propugnan en público el entendimiento y envidian en privado algunas de las cosas que se han hecho bien en la capital.