Reducción de ventas, desinformación o pérdida de reputación. Los supermercados están preocupados por las consecuencias de las "falsas" alertas alimentarias que con tanta frecuencia aparecen, especialmente en redes. Fuentes del sector han trasladado a Vozpópuli que ante la proliferación de este tipo de noticias, los 'súper' se están 'movilizando' para frenarlas, porque repercuten directamente en su actividad diaria, con reducciones de ventas de un 10% aproximadamente cuando se viraliza una de estas alertas, llegando en algunos casos al 15% de pérdida.
Su argumento es que estas noticias 'asustan' a los consumidores, que ante la información deciden dejar de comprar ciertos productos, provocando daños irreparables en las ventas y en la reputación de las empresas. Las citadas fuentes consideran que estas reducciones son absolutamente "injustificadas", porque "España cuenta con un sistema de seguridad alimentaria excelente y tan complejo que normalmente no hay peligro para los clientes".
El sector de la distribución argumenta que la información de esas alertas suele ser incompleta, ya que en la gran mayoría de ocasiones se detectan en fronteras y mucho antes de que los productos puedan llegar al cliente. Como ejemplo, recurrieron al caso de las famosas fresas contaminadas de principios de año, una noticia que sembró el caos.
En marzo saltó una notificación en el sistema de alertas sanitarias de la Comisión Europea (el RASFF, Rapid Alert System Feed and Food), en la que se informaba de que unas fresas procedentes de Marruecos estaban 'contaminadas' con hepatitis A. Se detectó en un punto sin concretar de la frontera española, por lo que dio tiempo más que de sobra para retirar el producto y evitar que se comercializara, precisamente porque "el sistema funciona correctamente y es capaz de detectar a tiempo las irregularidades". Pero la noticia ya corría como la pólvora, y las ventas de fresas se redujeron en este caso hasta un 15%.
Como este caso, "hay muchos" más a lo largo del año, en los que el producto se retira a tiempo o incluso que el nivel de alerta no era tal.
Los 'súper' se movilizan para evitar el caos
Lo cierto es que los supermercados y el resto del sector de la distribución están preocupados por cómo afectan este tipo de noticias al mercado, no solo por el impacto directo por la reducción de ventas, sino también por cómo merma la confianza del consumidor en la cadena, que pese a lo que pueda parecer "funciona perfectamente, pero se ve atacada por este tipo de noticias".
Por ello, se han 'unido' para trasladar su preocupación y ver cómo pueden actuar ante la "avalancha" de este tipo de noticias. En este sentido, se plantean hacer una labor de comunicación para explicar este tipo de casos con más claridad, a la vez que exigen a las autoridades más paciencia y transparencia a la hora de comunicar estas alertas, porque generan una alerta innecesaria.
El sector pide confianza en el complejo (y completo) entramado de seguridad alimentaria europeo, que aunque no está exento de fallos, "es de los más seguros del mundo". En este sentido, aluden a que el sistema de alertas está precisamente para eso: para detectar posibles irregularidades antes de que los productos entren en el mercado europeo.
Lo cierto es que, por los motivos que sean, este verano ha sido de récord en este sentido, pues se ha alcanzado el máximo histórico desde que se comenzaron a recopilar los datos de manera sistemática. En concreto, sólo en los meses de julio y agosto se registraron 807 alertas en productos alimentarios, según los datos que se desprenden del sistema RASFF. Un claro síntoma de la eficacia del control en fronteras, según argumentan las señaladas fuentes.