Economía

Los ingredientes para el mayor escándalo empresarial están servidos

"Esto recuerda cada vez más a casos como Sos o Rumasa". Eso se comenta en mercado y los ingredientes de los anteriores escándalos (más bien estafas) están todos puestos: personalismo extremo, baile entre filiales, ocultación de información, inversores enfurecidos... todo ello con su punto de surrealismo. 

Ojalá nos equivoquemos, porque sería una tragedia para España, pero el ‘caso Pescanova’ (ya se le puede llamar así) tiene todos los ingredientes para convertirse en un escándalo monumental: gran ocultación de información, denunciada por todos los flancos, Hechos Relevantes que rozan lo surrealista y, sobre todo, una maraña contable entre filiales, síntoma este último que han presentado grandes quiebras (o estafas) de la historia reciente, llámense Grupo Sos, Rumasa... o Enron.

Resumiéndolos telegráficamente: no presentación de cuentas, no refinanciación, contratación de un bróker que huye al poco de aterrizar, denuncia de ocultación por parte de consejeros, quejas del auditor, una investigación por parte de la CNMV y, por encima de todo, el temor de accionistas y acreedores a que haya una enorme cantidad de deuda oculta pendiente de aflorar.

El día a día está de la crisis de la compañía gallega está restando visión periférica sobre el asunto, pero se trata de una empresa sobre la que sus propios acreedores, un pool de 45 entidades bancarias, están filtrando sus temores sobre la posibilidad de que la deuda sea casi el doble de la declarada, siendo esta ya de enorme consideración: alrededor de 3.000 millones, frente a los 1.500 que ya en su momento no fueron refinanciados.

Esto, de lo que ya ha informado este diario, sería un desastre monumental. “La bola va creciendo”, “los peores escenarios se van confirmando”, “Sousa (Manuel Fernández Sousa, presidente) parece haber enloquecido, como el Quijote”, “con la de flancos que tiene abiertos, ¿cómo es posible que intente seguir como si nada pasara?”… son comentarios que han llegado a Vozpópuli tanto desde el entorno de los consejeros enfrentados (Grupo Damm, Luxempart, Iberfomento) como desde el pool financiero.

Ya se ha marchado haciendo como el gato el banco independiente Houlihan Lokey, que debía intentar establecer el perímetro de la deuda. Pescanova lo justificó diciendo que dejaba de colaborar porque lo contrataron saltándose las normas y no fue informado el consejo. Ese consejo que se queja, precisamente, de que le ocultan la información

Sin embargo, la contratación del bróker fue anunciada a los cuatro vientos. No duró ni 48 horas. Todo esto es algo más que pintoresco; casi de chiste y revela, entre otras cosas, una improvisación alarmante.

Suspensión eterna

Conviene recordar que, entre otras cosas, Pescanova emitió convertibles y amplió capital el pasado año, ante la cerrazón del crédito bancario. Es decir, apeló a los inversores. Escuchar a los fondos de inversión presentes en la compañía ha sido un ejercicio impactante. Algunos han deshecho la posición a toda prisa, materializando pérdidas. Otros, más ilusos, permanecieron, pensando que sería un pequeño error contable. Ahora, con la empresa sin cotizar, los inversores están atrapados y los ‘fondos buitre’ están al acecho. Esto afecta de lleno a la seguridad jurídica del país: ¿cómo van a seguir viniendo los fondos a tomar posiciones estables en cualquier empresa?

El presidente Sousa ha diluido su participación personal, a cambio de subir a bordo a otros a los que les ha sacado el dinero. Otros consejeros han vendido también en semanas previas a la presentación del preconcurso de acreedores. No grandes paquetes, es cierto, pero, desde luego, no han comprado.

Por supuesto, la empresa está suspendida de cotización en Bolsa desde el pasado martes 12, sin visos de que se vaya a solucionar esto con rapidez. Dos semanas ya, para un valor que tenía un tamaño digno de miembro del Ibex 35. La CNMV está investigando a la compañía por falta de transparencia y abuso de mercado.

El regulador pelea por avanzar en su investigación, pero no le está resultando sencillo. ¿Qué puede hacer? ¿Suspender el valor? Lleva 7 sesiones congelado ya. ¿Multar a la empresa? Una sanción sería ahora el menor de los problemas. La CNMV no es el Banco de España. Le ha pedido las cuentas “a la mayor brevedad posible”, pero no puede añadir “y si no están en tal fecha, dos horas después tendrá lugar un desembarco de inspectores e intervendremos la compañía”. Para eso, tiene que llegar el concurso necesario. Faltan más de tres meses para eso.

Lo único bueno en esta película es que los bancos están por la labor de refinanciar. Por muchos motivos: para que no se abran más agujeros en sus balances que les obligarían a más provisiones, pero, sobre todo, para evitar que se considere también como crédito tóxico aquel no relacionado con el ladrillo. Esa es una de las grandes cuestiones que está en juego para España.

Conviene admitir que Pesvanova constituye un escándalo en el que han fallado todos en cadena: los bancos, por financiar todas las alegrías de la compañía (¿dónde están los departamentos de riesgo?), los auditores por ser poco exigentes (ni un párrafo de énfasis en 10 años), los analistas por recomendar el valor (unanimidad total), las prácticas empresariales, el supervisor bursátil… y la clase política, que no anda demasiado lejos.

Imagen de España

Un nuevo tajo a la imagen de país sensato que tanto necesita España, si quiere atraer inversión extranjera.

Por encima de todo, emerge la figura del presidente Sousa, sin consejero delegado ni vicepresidente, que firma en los folletos de emisión de la compañía como “único responsable” de la información que allí se incluye (como la ampliación de capital del pasado año). Personalismo al mil por mil.

La experiencia enseña que, tanto en España como fuera, los desfases contables con mucho enjuague entre filiales suelen emerger en casos de malas prácticas empresariales, no por errores subsanables, causados por cuestiones coyunturales. Hablando claro: suelen ser estafas, no quiebras.

El tiempo lo dirá, no Vozpópuli, pero los ingredientes para el gran escándalo están puestos y se están cocinando a fuego lento. Ojalá que esta no sea la mayor suspensión de pagos no relacionada con la construcción en España. 

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