España

La batalla en los tribunales del soldado Pérez, el tirador español con estrés postraumático tras la guerra de Irak

El Ministerio de Defensa negó que su situación de incapacidad deviniera de los hechos vividos en Nayaf (Irak); ahora, un juez le da la razón

Un militar del Ejército español durante una patrulla de reconocimiento en Irak
Un militar del Ejército español durante una patrulla de reconocimiento en Irak ET

El estruendo alrededor de la base de Al Ándalus (Irak) es de muerte y aniquilación. Cientos, miles de insurgentes se lanzan con lanzacohetes y fuego de fusilería contra el emplazamiento donde se ubican las tropas del Ejército español. También hay francotiradores rebeldes en un hospital cercano que buscan la mejor posición para alcanzar a alguno de los militares. Una situación crítica que, de forma inesperada, se convierte en una misión de rescate: un grupo de soldados salvadoreños y del ejército oficial iraquí han quedado atrapados en una vieja cárcel a pocos kilómetros de distancia, en medio de aquel avispero.

Las tropas españolas protagonizarán uno de los episodios más singulares de las Fuerzas Armadas de las últimas décadas. No en vano se la conoce como ‘la batalla de todas las batallas del Ejército español’; o ‘la del cuatro, del cuatro, de 2004’, en referencia al día, mes y año en que tuvo lugar.

Nos ubicamos en Nayaf, en un momento convulso para el Ejército español. José Luis Rodríguez Zapatero, ganador de unas elecciones generales marcadas por la tragedia del 11 de marzo, cumplió su promesa de replegar las tropas de Irak. Las tropas españolas ya preparaban su inminente retirada.

En los últimos estertores de la misión, los miembros del Ejército de Tierra se enfrentarían a uno de sus mayores desafíos, con una aventurada incursión al corazón de la ciudad para rescatar a los salvadoreños atrapados en la vieja cárcel y evitando ninguna baja entre sus filas.

Pero la batalla de Nayaf sí dejó secuelas a un soldado del Ejército español; no a simple vista, sino más profundas. Era uno de los tiradores de precisión a los que se les asignó el cometido de abatir a los francotiradores insurgentes, sobre todo a los que se ubicaban en un hospital cercano. A partir de entonces, Pérez [nombre ficticio], padece un estrés postraumático que le ha incapacitado para el servicio militar. Y que ahora, veinte años después, es objeto de una sentencia judicial que le reconoce su “insuficiencia de condiciones psicofísicas”.

Representado por el Gabinete Jurídico Suárez-Valdés, el soldado de la Unidad de Operaciones Especiales detalla que participó en la misión Iraqui Freedom entre el 16 de diciembre de 2003 y el 20 de abril de 2004. Joaquín era un experto tirador del Ejército de Tierra; una especialidad especialmente valiosa en un escenario como Irak, tanto por las condiciones del terreno como por la frecuencia con la que los insurgentes trataban de perpetrar daños a la coalición internacional desplegada sobre el terreno. También a las tropas españolas.

Tras los acontecimientos de Nayaf, el Ejército español desplegó varios tiradores de precisión en la base Al Ándalus. En los días posteriores a la batalla se registraron nuevos episodios de ataques, con claras intenciones de acabar con la vida de las tropas españolas. El soldado Pérez, armado entonces con su rifle Accuracy, recuerda algunos de ellos, tal y como recoge la sentencia a la que ha tenido acceso Vozpópuli:

“El miércoles día 7 sobre las 01:00’h personal del Ejército americano que se encuentra en nuestra posición nos informa de una posible localización del enemigo sobre los aros olímpicos de la piscina al sur de la base. Se observan con los medios de observación nocturna dos discontinuidades en la pasarela de los trampolines; se efectúa reconocimiento por el fuego e inmediatamente se apagan todas las luces de la piscina y alrededores. Fijando el objetivo no se aprecia movimiento de nuevo. A las 04:00’h. cae sobre nuestra posición, una granada de mortero de 60 mm., aproximadamente a unos cuatro metros del puesto de descanso en el tejado donde dormimos, se incrusta en el cemento y no explosiona”.

El mismo miércoles sobre las 17:30’h una patrulla americana sufre una emboscada en las proximidades de Camp Baker al norte de la base de Al Ándalus. Los tiradores del GT Cusclatan baten dos objetivos y nos informan de la localización de un tercero en las proximidades de una casa a unos 1.500 metros de nuestra posición. En colaboración con ellos, coordinándolo con el Oficial Jefe de Seguridad de la base, el Teniente XXX, se bate por el fuego la casa sin producir ninguna baja”.

Enemigo abatido en Irak

La representación jurídica del soldado Pérez también detalla que el día 7 de abril, tras informar de que tenía localizado a un informador insurgente, efectuar un disparo de advertencia y no detenerse éste, recibe “la orden de eliminarlo”. El militar español disparó con su rifle Accuracy, alcanzando a su objetivo a 350 metros de distancia. “Una vez ejecutada dicha orden, el cuerpo del objetivo quedó tendido a 350m de la posición de mi mandante durante más de 24 horas”. El soldado Pérez vio durante toda la noche el cuerpo sin vida del objetivo tendida en plena calle.

“Esta desagradable situación provocó que [al soldado] se le quedase grabada la imagen del cuerpo inerte del insurgente y la tensión sufrida por el ataque padecido, generándosele un trastorno de estrés postraumático. Al día siguiente el mando empezó a cuestionarse abiertamente la decisión tomada, creándole al actor una culpabilidad que lleva arrastrando desde entonces”.

Desde entonces el soldado Pérez -hoy cabo primero- vive “en un estado de inseguridad, ansiedad y estrés permanente”. Incluso llegó a sufrir episodios autolíticos. Diagnóstico: trastorno de estrés postraumático y depresión comórbida.

Llegó a su reconocimiento médico con “gran ansiedad, falta de aire, palpitaciones, dificultad al expresarse y un intenso miedo”. Aún hoy padece “alteraciones de sueño, sintomatología física asociada a la ansiedad, falta de apetito, ánimo depresivo”.

La pensión

De Nayaf, a Madrid. Han pasado 20 años de aquellos episodios y el cabo primero Pérez ha vuelto a revivir aquellos acontecimientos con motivo un proceso judicial en busca de una pensión que la Administración le negaba.

Pasado 19 de marzo, el Ministerio de Defensa declaró su inutilidad permanente para el servicio por insuficiencia de condiciones psicofísicas. No obstante, señalaba que éstas devenían de razones ajenas al acto de servicio, lo que supone una pensión menor que el reconocimiento de esta circunstancia.

Por esta razón, el soldado Pérez recurrió a la Justicia, de la mano del citado gabinete jurídico. Una última batalla, pero en los tribunales. Y ahora, un Juzgado Central de lo Contencioso, le da la razón: “Existe compatibilidad causal entre los acontecimientos traumáticos vividos entre el día 4 y el día 17 de abril de 2004, durante la misión militar en Irak y el trastorno por estrés postraumático crónico y depresivo comórbido que padece”, concluye el juez.

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