Uno de los mantras del secesionismo en los últimos años ha sido el célebre 'Lo volveremos a hacer'. Y, si desde el Ejecutivo y medios afines se ha venido manteniendo que son solo soflamas destinadas a complacer a su parroquia, voces como la del ensayista David Jiménez Torres han recordado que los "independentistas siempre hacen los que dicen que van a hacer". El caso es que ahora se está plasmando negro sobre blanco tal pretensión. Y el encargado de hacerlo es uno de los 'lobbies' del movimiento que más protagonismo tuvieron durante el golpe de 2017, la Assemblea Nacional Catalana. Para ello, además, cuenta con el respaldo del líder de Junts, Carles Puigdemont.
La entidad, presidida en la actualidad por el cantautor nacionalista Lluís Llach, está trabajando paralelamente en dos hojas de ruta para repetir el desafío a la democracia española de contenido similar. La primera se dio a conocer en el mundo separatista el pasado domingo durante la celebración de la segunda Conferencia Nacional —la inaugural tuvo lugar en 2011 y sentó las bases del proceso separatista emprendido a continuación—. En un evento de carácter virtual para no generar demasiado ruido, sus 22 grupos de trabajo —copados por la ANC— presentaron las líneas maestras del proyecto ante colectivos y políticos independentistas, entre los figuraron los el 'expresident' Puigdemont y la expresidenta del Parlament Carme Forcadell.
La primera fase del envite contra España pasa por reconstruir la unidad secesionista, así como las estructuras de Estado necesarias para etapas posteriores. En la segunda, los actores nacionalistas se volcarán en aumentar el respaldo a los partidos secesionistas y a la instauración de una república escindida de España. Acto seguido, se intentará acordar un referéndum con el Estado y, de no lograrse, se convocarán unas elecciones autonómicas de índole plebiscitaria.
Si en estos comicios obtiene la victoria el frente separatista "con más del 50% de los votos emitidos", se procederá a declarar la República Catalana. A dicho anuncio le seguirá la activación de grupos de actuación situados en lugares estratégicos, la elección de un presidente, la formación de un gobierno provisional, y, finalmente, la puesta en marcha de una Administración catalana —que velará especialmente por el "buen funcionamiento" de la economía y la seguridad—.
Aprovechar la crisis del Estado
Aunque Puigdemont no asistió en directo a la conferencia, envió un vídeo a los organizadores apoyando sus propuestas, que debían servir para "completar el proceso de independencia iniciado en octubre del 17" y lograr el "pleno reconocimiento de la República Catalana". Asimismo, el líder neoconvergente apeló a la "inteligencia colectiva" para aprovechar la "oportunidad que se abre con cada crisis del Estado español". Por su parte, Forcadell remitió otra cinta recordando que las circunstancias no eran las mismas que durante el proceso de la década pasada pero que, con la debida planificación, sería posible "culminarlo".
Al mismo tiempo, la ANC está elaborando otro plan de actuación para el periodo 2025-2026 que se presentará en una asamblea extraordinaria a finales de enero. En el borrador del programa, según ha detallado 'El Món', se plantea "recuperar la mayoría independentista" y reproducir una "legislatura análoga a la de 2012". Esta vez, no obstante, el proceso separatista arrancará con ambiciosas políticas sobre el catalán y financiación que, presumiblemente, serán tumbadas o declaradas inconstitucionales. Luego, tras animar a protestas masivas en las calles, se convocarán elecciones plebiscitarias en Cataluña para instaurar la República y defenderla mediante la "desobediencia civil". La idea es que ello desencadene la "represión" del Estado y apelar entonces a instancias internacionales para que medien en el conflicto. Por último, para que no se repitan los errores de 2017, esta vez se contará con una Mesa por la Independencia encargada de coordinar el día después de la DUI.
Llamativamente, la ANC añade en el texto que, si los partidos secesionistas actuales no trabajan con determinación por instaurar la República, los votantes se alejarán de nacionalismo y terminarán abrazando "opciones populistas".