Cataluña

La decadencia de la ANC: despotismo, broncas y seguidores de la tercera edad

Los críticos culpan a Llach del declive de la entidad, cuyas reuniones se caracterizan por fuertes disputas y sus actos públicos por la vejez de sus asistentes

  • Lluis Llach, fotografiándose junto a manifestantes de la Diada de 2024 -

 

Para el secesionismo, cualquier pretexto es válido para demandar la independencia. Sin embargo, la aparente endeblez de la razón elegida por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para hacerlo en su próxima manifestación —"Única vía. Por unos trenes dignos: independencia"— parece dejar en evidencia su actual desorientación, producto de una crisis sin precedentes en la historia del colectivo. Y es que la antaño poderosa ANC, que durante los turbulentos días del 'procés' era capaz de congregar a un millón de personas en espectaculares marchas contra España, se encuentra ahora sumida en una crisis sin precedentes, con un liderazgo cuestionado, desgarrada por las guerras internas y con una parroquia de fieles menguante y envejecida.

 

En primer lugar, la asociación no ha levantado cabeza desde que su presidencia la ocupase en 2019 el polémico cantautor Lluis Llach. Éste es, sobre todo, conocido por su radicalismo: no solo ha llamado "fascista" en varias ocasiones al 'president' Illa, sino que incluso se permitió referirse a los participantes de las marchas constitucionalistas contra el golpe de 2017 como "buitres". Pero, además, los que han trabajado codo a codo con él destacan sus maneras autoritarias —una acusación que comparte con otro de los líderes del separatismo pese a su mansedumbre: Oriol Junqueras—. Sin ir más lejos, hace un mes, el que fuera vicepresidente del Parlament, Josep Costa, abandonó una reunión del secretariado nacional de la entidad con cajas destempladas en protesta por la "gestión despótica y antirreglamentaria" de su dirección.

 

En concreto, la ANC anda partida entre un sector oficialista, comandado por Llach, y otro insurgente, del que participa Costa. El segundo acusa al primero de impedir el debate interno y bloquear la renovación del secretariado. Por su parte, el oficial reprocha al crítico filtrar a la prensa secesionista las escaramuzas internas de colectivo y debilitarlo ante la opinión pública. A este respecto, precisamente, 'El Món' desveló el desarrollo de una reunión reciente de la entidad en la que se produjeron agrias discusiones entre sus miembros y en la que Llach confiesa que las votaciones de su hoja de Ruta —que busca provocar un segundo 'procés'— han sido un "desastre absoluto". "La culpa del desastre somos todos nosotros, pasamos un mal momento", reconoce, lamentando que la imagen de la entidad dé "vergüenza".

 

 

Simpatias tóxicas

Y, aunque Llach achaca a las filtraciones el descrédito de la ANC, sus manifestaciones públicas no parecen haber ayudado. Por una parte, durante las pasadas elecciones del Consell de la República —otro organismo separatista en declive— tomó partido por su candidato y amigo Toni Comín. Un respaldo controvertido pues, acuciado por escándalos contables y sexuales, Comín cosechó un resultado paupérrimo: quedó tercero con el 9% de los votos. Por otra, su política de brazos abiertos a la ultra Aliança Catalana, de la que afirmó que serían "bienvenidos" en la entidad pese a sus "tics peligrosos", ha terminado de apuntalar su retrato de líder radicalizado.

Todo ello ha redundado en una clamorosa fuga de socios. Tal y como admitió el propio Llach en una entrevista en RAC1 el pasado febrero, el colectivo ha perdido el 25% de sus socios desde 2019, pasando de 40.000 a 30.000 en solo seis años. Además, y en paralelo a la actual desidia de los jóvenes por la causa independentista, sus seguidores llaman la atención por su edad avanzada, como se ha hecho patente en las últimas manifestaciones de la Diada convocadas por la ANC, así como en el resto de actos de la entidad.

 

Por ejemplo, ha sido motivo de chanza en redes sociales uno de actos últimos, que tuvo lugar el viernes pasado en Cambrils y al que asistió la expresidenta del Parlament Laura Borràs. Ésta intentó salvar los muebles en redes subrayando que la convocatoria había "llenado la sala", pero en el vídeo que ilustró el acto se observaba que la media de edad de los asistentes fue singularmente elevada. "Espero que haya desfibriladores en la sala", bromeó un internauta.

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