En Génova se niegan a comparar lo que significó el personaje de Luis Bárcenas con lo que podría significar el "personaje" –Pedro Sánchez dixit– de Víctor de Aldama. Se trata de una analogía a evitar, habida cuenta de lo que supusieron para el PP, a la postre, las cuentas secretas que durante años escribió en sus papeles el contable. Además, aún son muchos los cabos por atar sobre las confesiones del principal comisionista del caso Koldo. El escándalo de corrupción que el PP pretende que figure como epitafio del sanchismo en los libros de texto.
No obstante, mientras Aldama aporta o no las pruebas que prometió el pasado viernes a Sánchez en prime time a su salida de la cárcel de Soto del Real –mirando a cámara, al estilo de Fat Tony en Los Simpson con el alcalde Quimby–; los populares tratan de sacar partido con el hombre que tiene en vilo al Gobierno. Porque confían en que muchas de las cosas que dicen se demuestren ciertas. Es más, hay quien ya asegura que algunas de sus afirmaciones le constan que lo son. Y porque más allá de su confesión voluntaria en la Audiencia Nacional del viernes, donde puso perdidos a Sánchez y varios ministros con sus acusaciones; Aldama volvió a cantar este miércoles, en la COPE, en una entrevista matutina con Carlos Herrera.
"Yo creo que cualquier causa que me pudiese pasar a mí o a mi familia va a apuntar al presidente del Gobierno", soltó el empresario, dibujando en el Ejecutivo la posibilidad de llevar a cabo prácticas mafiosas. Aldama relató una conversación con tragos de por medio en un hotel de San Petesburgo con Begoña Gómez, dos encuentros con Sánchez –uno de ellos, en el 60 cumpleaños de José Luis Ábalos–, que conocía el viaje ilegal de Delcy Rodríguez y que intervino para que no fuese detenida o, entre otros muchos detalles, cómo Koldo García Izaguirre le habría pedido 50.000 euros para Ángel Víctor Torres.
Afirmaciones, todas ellas, que si bien todavía no sustentadas materialmente tienen para el PP un halo de credibilidad que, creen, la ciudadanía también percibe. No en vano, según una encuesta de Sociométrica para El Español publicada hace escasos días, un 65'2% de los españoles cree que Aldama dice la verdad sobre la corrupción del Gobierno y sólo un 29'7% pone en cuarentena sus palabras. O lo que es lo mismo: mientras dos de cada tres españoles atisban corrupción sobre el Palacio de la Moncloa, sólo uno de cada tres la descarta.
En cualquier caso, en el equipo de Alberto Núñez Feijóo celebran que Aldama tenga "ganas de hablar", porque todo lo que diga, todo lo que dure un pulso contra el Gobierno que se puede estirar durante meses o años, "va a continuar el desgaste del presidente del Gobierno". Más aún mientras a Sánchez le siguen creciendo los enanos. Es el caso de Juan Lobato, el ya dimitido líder del Partido Socialista de Madrid, forzado a abandonar tras un truculento movimiento de notario.
Para los populares, el caso Lobato "es un asunto orgánico del PSOE". Pero no así lo que subyace: una operación de acoso y derribo contra Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en una acción coordinada entre Moncloa y la Fiscalía General del Estado. Aquí el PP hace dos apuntes: sobre quién recae la responsabilidad penal y desde dónde parte la maniobra. "Las responsabilidades penales recaen sobre el fiscal general del Estado, pero este asunto no se ha gestado desde la Fiscalía, sino desde el Palacio de la Moncloa".