Ni siquiera en el caso de un batacazo habrá cambios en el Partido Popular. Rajoy lo dejó este lunes bien claro en su desayuno informativo de Europa Press. Las cosas seguirán como hasta ahora, sin relevos ni renovaciones, aseguró el presidente. Enemigo de las reestructuraciones, Rajoy se mostró muy firme en este aspecto, y así se ha entendido en su formación, donde sus palabras se han recibido como una muestra decidida a no tocar piezas importantes al menos hasta después de las generales. No está prevista la celebración de un Congreso Nacional del partido hasta 2016. El presidente también recordó su firme voluntad de presentarse como candidato a las generales de final de año, algo que en algunos círculos de su formación se ha querido poner en duda con escaso éxito.
Renovación y relevo
Las pugnas intestinas desatadas en el seno del PP en las últimas semanas se habían traducido en voces aisladas que reclaman una importante renovación interna. Algunos barones, en conversaciones privadas, no han dudado en exigir incluso un relevo al frente de la cúpula de la formación, es decir, de la secretaría general. El pulso soterrado que se ha advertido en los últimos tiempos entre la propia Cospedal y la vicepresidenta del Gobierno ha alentado todo tipo de teorías. Hay quien da por hecho una salida de la actual secretaria general en el caso de sufrir una severa derrota en su territorio castellano-manchego. No piensa igual Rajoy, al menos por lo que se escucha en su círculo más íntimo.
Hay quien da por hecho una salida de la actual secretaria general en el caso de una derrota en su territorio. No piensa igual Rajoy, al menos por lo que se escucha en su círculo más íntimo
Núñez Feijóo, uno de los barones más respetados del partido, desató todo tipo de comentarios al asegurar, públicamente, que en el caso de un desastre tras el 24-M, Mariano Rajoy debería llevar a cabo una profunda reflexión. Diversos dirigentes de la formación se sumaron a esta idea e incluso fueron más allá y advirtieron en la actitud del líder gallego un planteamiento de reivindicación de cambios más profundos. Si Feijóo se inclina por esa línea, es que también lo está el propio presidente, con quien mantiene una relación muy estrecha, llegaron a pensar. El propio Feijóo y el ministro Alonso figuran en todas las listas para sustituir a Cospedal en caso de que se consume este paso.
Volar cabezas
También se ha dicho con insistencia que el partido necesita refuerzos en su estructura, sin necesidad de que vuelen cabezas. Se ha hablado de que de cara a las generales podrían llevarse a cabo incorporaciones al estilo del fichaje de Pablo Casado, quien actúa de segundo portavoz en apoyo de Carlos Floriano. Este tipo de movimientos resultarían necesarios, según muchos barones, que observan una cierta debilidad y hasta una palpable artrosis en la actuación del partido a lo largo de la presente campaña autonómica.
Pero el relevo de Dolores Cospedal está ahora mismo muy lejos del pensamiento de Rajoy, que la ha confirmado en varias ocasiones en los últimos tiempos ante algunas interpretaciones sobre su continuidad. El choque entre la secretaria general y Javier Arenas al hilo de la derrota en las elecciones andaluzas sacudió a todas las terminales del PP, donde se comenzó a hablar sin demasiada sordina de la necesidad de una catarsis sin límites. El fuego graneado proveniente de Moncloa que con persistente frecuencia llueve sobre Génova también se traducía en señales de inminentes cambios.
Pese a que un desastre generalizado el 24-M deberá, en efecto, propiciar algún tipo de reflexión, Rajoy no lo considera uno de sus problemas más urgentes
Pese a que un desastre generalizado el 24-M deberá, en efecto, propiciar algún tipo de reflexión, Rajoy no lo considera uno de sus problemas más urgentes. Es la corrupción el asunto que más inquieta al presidente del Gobierno, en especial tras los episodios de Rato y de Trillo, que han sacudido en forma inquietante la imagen del Gobierno y su lucha contra el fraude.
El equipo de Rajoy no duda ya en dirigir sus sospechas hacia instancias de la maquinaria de la Justicia, en especial la Fiscalía Anticorrupción, donde actúan algunos elementos que van por libre. "La herencia de Gallardón, en este sentido, ha resultado nefasta", comentan en círculos del Gobierno, donde se observa con estupefacción el absoluto descontrol con el que operan agencias y oficinas del Estado, tanto las dependientes de Justicia como del propio departamento de Hacienda. Y ponen como ejemplo el hecho de que el propio Montoro y hasta Rajoy se enteraron de la detención de Rato muy poco tiempo antes de que se produjera y que fue la reacción in extremis de la fiscal general del Estado la que impidió que quien fuera el 'hombre milagro' de nuestra economía pasara en los calabozos la noche de aquel azaroso jueves de abril.