Begoña Gómez ha llegado este miércoles a la Asamblea de Madrid encerrada en una cápsula. El equipo de Presidencia del Gobierno se ha desplegado para proteger a la mujer del líder socialista, que ha entrado en la Cámara acompañada por todos los diputados del PSM, incluido su líder, Juan Lobato, que ha caminado a su lado con cara de pocos amigos. La mujer del presidente del Gobierno, que se ha acogido a su derecho a no declarar, ha subido por el ascensor desde el garaje.
En la calle, una decena de furgones policiales han blindado la Avenida de Pablo Neruda, en Vallecas. Y dentro, en el vestíbulo principal de la Asamblea, más de un centenar de periodistas de alrededor de 50 medios de comunicación han aguardado la entrada de Begoña Gómez, aparentemente tranquila y vestida de negro, mientras su marido regresa en avión a España procedente de la cumbre del clima de Bakú (Azerbayán). La expectación ha sido máxima, puesto que ha sido la primera vez desde que estalló el caso que todo el foco mediático ha recaído en Begoña Gómez. Ella ha sido la protagonista y ha puesto voz a su defensa con un único alegato en el que se ha victimiazado al denunciar ser objetivo de una cacería política.
El presidente del Gobierno lamentó que su mujer no disponía de las herramientas de la política para protegerse de los ataques. Por eso, la ha dado todas las suyas. Algunos de los hombres claves de Moncloa y del PSOE han abirigado a Begoña Gómez, como el director de Relaciones Institucionales de Presidencia, y el director de comunicación socialista -quien también la acompañó en julio pasado, durante su comparecencia ante el juez Juan Carlos Peinado en los juzgados-. También lo ha hecho su abogado, el exministro socialista Antonio Camacho. Su letrado ha sido quien le ha recomendado no decir una sola palabra ante las preguntas de los diputados.
La sesión ha comenzado con bronca, porque los socialistas han querido minimizar la exposición mediática. Por eso, han intentado que la Prensa saliera cuanto antes de la sala donde se ha desarrollado el interrogatorio para que dejara de tomar fotografías. Pero la presidenta de la comisión, la exalcaldesa de Pozuelo Susana Pérez (PP), ha dado a los medios todo el tiempo del mundo para facilitarles su trabajo. Y así lo ha advertido, con cierta altanería, ante los aspavientos de los diputados del PSM.
La sesión ha sido lo esperado: un espectáculo. El PP y Vox han arremetido contra ella, a la que han asediado a preguntas: "¿El mérito de la cuantiosa financiación de su cátedra fue suyo o de su marido? ¿El viaje a san petesburgo con Hidalgo lo pago la universidad o la Moncloa? ¿Usted se apropió del software de la Complutense? ¿La interventora de la Comolutwnse le puso algún inconveniente para pagar las facturas de la cátedra? Está terminantemente prohibido contratar de forma verbal como hacía usted: ¿alguien en la universidad le dio facultades para hacer este tipo de cosas?". Todas sin respuesta. "Me limito a trabajar como hacemos cada mañana millones de mujeres", ha espetado. Y los grupos de la izquierda la han defendido. Más Madrid ha tildado de machista al PP y a Vox y ha atacado la política universitaria del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.