El PSOE, que sumaba desde mayo derrota tras derrota, obtuvo ayer un balón de oxígeno en Andalucía, donde podrá conservar el gobierno de la Junta si pacta con IU. En Asturias, ha sido el partido más votado, aunque pierde casi nueve puntos desde las últimas autonómicas y tiene casi imposible gobernar debido a la previsible alianza entre el PP y Foro.
Los socialistas mantienen así, contra todo pronóstico, el bastión andaluz, a pesar de su fractura interna, de una tasa de paro superior al 30% y del presunto desvío de 700 millones de euros hacia los falsos ERE’s. José Antonio Griñán ha salvado el pellejo y le ha brindado también un cierto respiro a Alfredo Pérez Rubalcaba, en un momento en el que ya surgían voces a favor de un congreso extraordinario. “Esta es una coyuntura que necesita de una oposición fuerte y Andalucía puede servirnos para iniciar la remontada. El PP no ha sabido medir sus fuerzas, ha perjudicado con la subida de impuestos a la clase media y se ha dejado llevar demasiado pronto por la política del enchufe”, afirmaba anoche a este diario un veterano dirigente socialista andaluz para interpretar el veredicto de las urnas.
Pese a que Rubalcaba ganó el reciente 38º congreso por solo una diferencia de 22 votos frente a Carmen Chacón, su esfuerzo de integración tanto en la ejecutiva como en el grupo parlamentario ha sido mínimo y es un comportamiento que ha disparado la desafección interna. Pero después del revés andaluz del PP, Rubalcaba está ahora en condiciones de ganar tiempo, se confirma en el PSOE, colocando en el horizonte más próximo la conferencia de otoño llamada a poner orden en la organización del partido. Una vez perdido casi todo el poder territorial, casi la única voz potente para el PSOE va a estar ahora en Andalucía, repartida con la que haga oír en el Congreso de los Diputados.
Griñán apoyó a Chacón frente a Rubalcaba, pero ahora tiene difícil presentarle batalla después de haber perdido las elecciones andaluzas, por mucho que se mantenga en la Junta gracias a IU, aseguran las mismas fuentes. Sí podrá formar parte del coro de voces críticas dentro del PSOE, muy difuminadas entre las distintas federaciones, que van a seguir teniendo como principales arietes a Tomás Gómez en Madrid y al PSC en Cataluña. El primero es el único ‘barón’ que de momento ha resistido a la embestida del ‘aparato’ encabezado por Rubalcaba y en cuanto a los socialistas catalanes, mantienen a Chacón en cuarentena, pero ya han advertido que no se atendrán a la disciplina de voto en el Congreso cuando la posición del PSOE contravenga sus intereses.
Los mismos medios socialistas recuerdan que en estos momentos el aparato de organización está roto debido a la pérdida de influencia de José Blanco y a la instalación en esta responsabilidad de otro perdedor, el joven madrileño Oscar López, candidato derrotado en Castilla-León.
En todo caso, el revés sufrido ayer por Javier Arenas en Andalucía, en su cuarto intento frustrado de acceder al gobierno regional, le complica al Gobierno de Mariano Rajoy la gestión del ajuste presupuestario si se tiene en cuenta que Andalucía maneja anualmente 32.000 millones de euros. En Hacienda se contaba con poder tener bajo control este importante volumen de recursos y con administrar con total armonía el Consejo de Política Fiscal, donde se sientan todas las comunidades autónomas. Pero Andalucía seguirá siendo la voz discordante y el principal foco de disensión, algo con lo que el Gobierno no contaba.
Aun así, el PP controla más del 70% del gasto público nacional, un poder económico sin precedentes que se alimenta de su victoria el pasado mayo en todos los territorios donde hubo elecciones, salvo Navarra, y del triunfo aplastante de Mariano Rajoy en las legislativas de noviembre.
En mayo, el PP pasó a gestionar más de 100.000 millones de euros en la administración autonómica y en noviembre pasado más de 182.000 correspondientes en la central. En los ayuntamientos, el PP gestiona casi 40.000 de los 80.000 millones de presupuesto que manejan las corporaciones locales. Zaragoza queda como el principal bastión municipal del PSOE y Andalucía como la última muralla autonómica, con 32.000 millones todavía bajo el protectorado de la izquierda. Para el Gobierno central y para los mercados, una mala noticia.