En mayo de 2024, el ministro de Cultura del Gobierno de España, Ernest Urtasun, anunció la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia. En otro ejercicio de activismo, el Ejecutivo central antepuso el electoralismo a la tradición, cercenando una de las mayores señas de identidad de la cultura nacional en toda su historia.
El toreo, arte centenario, ha servido de hormigón social en las etapas más oscuras y brillantes de España en los últimos 150 años. La hemeroteca sitúa el primer bosquejo de una corrida en el año 1128, hace casi un milenio, en la boda de Alfonso VII de León y Berenguela de Barcelona en la localidad de Saldaña (Palencia).
Hombres de toda condición social y económica se han puesto el traje de luces para asombrar a un pueblo absolutamente entregado al misticismo del ruedo y la bravura del toro. Se cuentan por centenares las faenas que pueblan el calendario por todas las regiones.
El Premio Nacional de Tauromaquia, sin embargo, no es ni mucho menos tan añejo. Fue otorgado por primera vez en el año 2013, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy y el Partido Popular, con el objetivo de premiar a personas físicas o jurídicas que eleven a la tauromaquia a nuevas cotas de excelencia.
Tras once entregas, las cuales han ungido a personalidades del toreo como Victorino Martín, 'El Juli', Morante de la Puebla, Enrique Ponce, Juan José Padilla o Miguel Ángel Moncholi, amén de instituciones como la Fundación del Toro de Lidia o la Escuela de Tauromaquia de Madrid, en 2024 fue finiquitado.
La decisión de Urtasun, que también levantó ampollas entre otras personalidades de la izquierda política, sirvió de acicate para espolear a los defensores a ultranza de la tauromaquia. En un plan diseñado a tres bandas, ayer renació un galardón que jamás debió caer, insuflando una vida que lo asentará con más fuerza en la sociedad.
Ayuso lidera la resistencia
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en calidad de amante de la tauromaquia, y contestando a muchas de las afrentas que salen en materia social desde Moncloa, empezó a agitar el avispero de cara a no dejar caer en el olvido este premio.
En su labor de oposición al sanchismo, el empuje de la región capitalina contagió a otras comunidades y municipios que deseaban fehacientemente. Tanto es así que, semanas más tarde, el Pleno del Senado recogió una moción que recogía las iniciativas hechas por muchos parlamentos autonómicos.
Madrid alzó la voz, abriendo un camino que ayer, 30 de enero, se consagró con una emotiva ceremonia de presentación del nuevo Premio Nacional de Tauromaquia en la Real Casa de Correos. Pero faltaban más actores que terminaran de encumbrar el regreso.
Además de la capital, ocho Ejecutivos regionales sumaron esfuerzos. Andalucía, Cantabria, Murcia, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León y Aragón. Los nueve amotinados contra la "censura" de Moncloa.
Para darle fuerza a la revuelta, el papel del Senado ha resultado clave, así como las diferentes asociaciones e instituciones que no han dejado de ensalzar un arte, el del toreo, que para miles de españoles supone su modo de vida y supervivencia.
El proyecto, que de momento cuenta con las citadas 9 autonomías, está abierto a recibir a todas aquellas que lo deseen. Tras meses de andanza, toro y torero volvieron a lucir, mal que le pese al Gobierno de Pedro Sánchez.
Un discurso unánime a cuatro bandas
En el día de ayer, por el atril de la Real Casa de Correos pasaron personalidades fundamentales que han cincelado este nuevo Premio Nacional de Tauromaquia. Desde el presidente de la Fundación Toro de Lidia, Victorino Martín, al maestro de maestros, 'El Juli', pasando por Pedro Rollán, presidente del Senado e Isabel Díaz Ayuso.
Todos reivindicaron la importancia de la tauromaquia en una sociedad, la española, que a veces parece dormitar entre la indiferencia y el hastío ante el desmantelamiento de su cultura. Un pistoletazo de salida que terminará el próximo 11 de febrero, cuando se conocerá al ganador en un acto en el Palacio de Fuensalida, sede del Gobierno de Castilla-La Mancha. Después, en una fecha por definir, se entregará al premiado.
Ayuso, principio y fin de esta rebelión en pos de la cultura, cerró el acto haciendo una advertencia. "La censura de la tauromaquia es un ataque a la libertad, el arte y la fiesta en España e Hispanoamérica". El coso, el capote y el toro han tallado en letras de oro la historia de tauromaquia en España, un país que no sería lo que es hoy sin este noble arte.