Las residencias de ancianos no se han convertido en la zona cero del coronavirus. Ya lo eran desde que se registró el primer contagio en el país el pasado 31 de enero. Allí conviven grandes grupos de personas vulnerable con distintos grados de dependencia y, en muchos casos, con diversas patologías. Desde hipertensión arterial hasta enfermedades cardiovasculares pasando por diabetes. Un cóctel molotov para el Covid-19 a la vista de lo que ha estado ocurriendo en China y en la vecina Italia.
Sin embargo, es ahora -seis semanas y media después- cuando salta la alerta desde los centros de ancianos. El primero en verse afectado por el brote ha sido la residencia de mayores Monte Hermoso de Madrid, donde ya han muerto al menos 19 internos. No es la única. La escena se repite en otros hogares.
Un total de 15 ancianos también han fallecido en la residencia privada Elder en Tomelloso, en Ciudad Real. Otras seis personas han muerto en la residencia Montserrat Caballé, ubicada en el madrileño distrito de Barajas y regentada por el Padre Ángel y Mensajeros de la Paz. Dos de ellas son casos confirmados de coronavirus.
La residencia de mayores Santa Elena de Torrent es otro de los principales focos de coronavirus en Valencia. Han registrado tres muertes y el centro pide ayuda a la desesperada. La mayoría de los profesionales sanitarios que atienden a los ancianos ingresados en la residencia han dado positivo en Covid-19. En la Fundació Privada Consorts Guasch, en Cataluña, han fallecido seis personas.
"¿Qué han hecho las autoridades sanitarias para prevenir la oleada de contagios en las residencias a sabiendas de lo que estaba ocurriendo en otros países? No han previsto nada". Habla un sanitario extremeño inmerso en el mismo problema. Hace dos semanas trató de poner en alerta a los responsables de Sanidad de la Junta de Extremadura ante el riesgo que corrían las residencias de ancianos.
"¿Cómo atendemos a pacientes sin saber si lo portamos?"
"Estos últimos 15 días han sido de locos. Hace dos semanas, viendo la que se avecinaba, pedí hacer pruebas a algún paciente sospechoso de tener coronavirus. Los protocolos van cambiando diariamente y, en ese momento, me dijeron que no eran necesarias si no habían estado en un foco de contagio como Milán", cuenta a Vozpópuli.
Pasaron los días y el mismo sanitario reivindicó la necesidad de hacer pruebas a los profesionales. "¿Cómo vamos a estar atendiendo pacientes sin saber si estamos contagiados o no?", se preguntó. Pero tampoco había tests para el equipo. "El protocolo decía que no era necesario si no habíamos estado en contacto con un positivo. Pero si no hacemos pruebas en casos de sospecha, nunca sabremos si eran positivos", explica.
Todos siguieron trabajando con normalidad, sin conocer si eran o no portadores de coronavirus. "Antes de que las autoridades nos dieran ninguna orden y a la vista de que el número de contagios en el país iba en aumento, decidimos no esperar a instrucciones y limitar las visitas en los centros de ancianos. Son un grupo de mucho riesgo y nadie hacía nada", explica.
"Seguir a las autoridades políticas y los protocolos a rajatabla cuando somos los profesionales los que estamos delante de los pacientes se está convirtiendo en una guadaña para los ancianos. Van por detrás de lo que está pasando", considera.
"Llevamos avisando semanas"
"La mayoría de las residencias son de gestión público-privada. La falta de personal y de material es el pan de cada día. Se escatima en materiales, servicios y trabajadores porque si no, no les salen rentables ni al empresario ni a la administración de turno", señala.
A sabiendas de esto, pregunta, ¿por qué no se ha previsto nada? "El coronavirus se ha cobrado miles de vidas en China e Italia, muchas eran personas mayores. Muchos llevamos semanas avisando", recalca.
Una situación similar se ha vivido en otra residencia madrileña. "Registramos el primer caso de coronavirus en el centro de día y, como no se nos informaba de absolutamente nada, decidimos ponernos en contacto con las familias e invitarles a que dejasen de hacer visitas", explica una de las trabajadoras del lugar.
"No podemos esperar a instrucciones ante una situación así. La vida de muchas personas en riesgo. Tenemos pánico a que nos pase lo mismo que ha pasado en Monte Hermoso. Hay muchas personas internas y esto nos va a pillar sin material suficiente y sin todo el personal que haría falta", cree la entrevistada.
"No se les hacen pruebas. Tampoco sabemos si nosotros lo tenemos. Estamos a la espera de recibir más recursos, pero no llegan", señala. "Tratamos de informar a las familias constantemente, pero están preocupadas", apunta.
"Pase a recoger a su padre, que ha fallecido"
Tomás Bernardo es uno de los hijos de una de las 19 víctimas de la residencia Monte Hermoso. "Fui a visitarle por última vez el 7 de marzo. Me dijeron que limitásemos las visitas porque los mayores corrían mucho riesgo de contagio y que nos irían informando", recuerda.
"Me han ido informando de todo. Tuvo algo de fiebre y luego se le pasó. No le hicieron pruebas. Mi padre solo llevaba un año allí, estaba muy mayor, pero era un hombre de pueblo y ha llevado una vida muy saludable. En la madrugada del domingo al lunes, una enfermera me llamó para decirme que pasase a recogerle porque había muerto", comenta estupefacto.
"No tenemos ni idea de qué ha pasado. Nadie nos informa de nada. Me puse en contacto con el seguro y el coche fúnebre fue para allá. Le hemos enterrado yo y mi hermano. Los dos solos detrás del féretro. Esto es muy triste, sin despedidas, pero también muy indignante", asegura Bernardo.
El Defensor del Paciente ha remitido una petición a la fiscal general Dolores Delgado para que investigue "qué está pasando con las residencias de ancianos en las comunidades autónomas".
"Los trabajadores de las residencias están asustados. Tienen miedo. No están protegidos. Se encuentran vendidos ante el brote de coronavirus. Ni les hacen tests ni les hacen caso. Todo está saturado", dice Carmen Flores, presidenta de el Defensor del Paciente.
"Está muy bien que todos cumplamos con nuestra obligación de estar confinados, pero el Ministerio de Sanidad y demás autoridades tienen la obligación inexcusable de proteger a los profesionales y a los ancianos. Es su responsabilidad", zanja.