La detención en Alemania del prófugo Puigdemont ha tenido respuesta inmediata en el Parlament y en las calles. El presidente de la Cámara, Roger Torrent, ha convocado un pleno extraordinario este miércoles para votar una resolución impulsa por los separatistas a fin de reconocer el derecho del expresident a ser investido. Toda la oposición democrática ha rechazado esta iniciativa, que vulnera el espíritu de las sentencias del Constitucional. El Gobierno central ha advertido de que estará vigilante por si se traspasan las lindes de la legalidad.
Será una declaración institucional, retórica y simbólica, comentan fuentes parlamentarias. "Torrent no va a incurrir en los excesos de Forcadell, es más listo", dicen en su entorno. Nada se hará que arriesgue ser convocado por los jueces. "Es un guiño de respuesta a la detención de Puigdemont, un mensaje a la militancia separatista", insisten estas fuentes. JxCat apadrina la idea. Elsa Artadi, su portavoz parlamentaria, pretendía ir más lejos. "Hay que llevar a cabo una investidura real del president", dijo el lunes.
ERC le paró los pies. Oriol Junqueras reclama con insistencia la elección de un presidente 'efectivo' que pueda formar un 'Govern' viable. Los republicanos bracean con insistencia para pasar ya la página de Puigdemont. No es el momento. Con el líder secesionista en prisión a la espera de lo que decidan los jueces alemanes, parece obligado guardar unos días de duelo. Y de reivindicación iracunda. La CUP se encarga de ello.
Salvajismo callejero
Los denominados Comités de Defensa de República (CDR) son los mismos que organizaron el intento de asalto a la delegación del Gobierno en la noche del domingo, han cortado este martes arterias importantes del mapa de carretas de Cataluña, Desde el Norte, en Figueras, hasta el Sur, en Alcanar. Seis horas sin tráfico, miles de vehículos atrapados, al igual que en la jornada de huelga general del 3 de octubre.
La calle es suya. La CUP es el inspirador y director de estos comités, formados por jóvenes talibanes, que han prometido una 'Semana Santa de infierno'. Arran, su rema juvenil, realiza pintadas amenazantes contra el juez Llarena y su esposa, que han tenido que recibir protección policial. El jefe de los Mossos se presentó el lunes en el Parlament para reclamarle a Torrent mensajes de calma. El presidente de la Cámara ha hecho caso omiso. Al menos en público.
La policía autonómica se emplea con diverso rigor en las actuaciones contra los salvajes callejeros. La población está indignada. "Otra vez todo paralizado", reprochaban en teles y radios. Intentaron ocupar la estación del AVE, igual que en tiempos pasados. Y no pararán. "Fracasado su empeño en hacerse con las instituciones por la vía política, ahora lo van a intentar por vías violentas", comentan en la oposición.
Se esperan días agitados. "Buscan la foto y hasta los heridos", dice una fuente policial. Igual que el 1-O. Incluso los sindicatos, organizaciones residuales asimiladas al independentismo, se han sumado a la concentración en pro de los 'presos políticos' convocada para el 15 de abril. No hay puerta de salida para lograr una solución al actual embrollo.
ERC quiere hilvanar una respuesta, sin gran éxito. Desde TV3 se jalean los episodios de sublevación en las vías y arterias catalanas. Casi un monográfico audiovisual permanente sobre la actuación de los vándalos. El Parlament, con la sesión de este miércoles, se suma a la crispación. Puigdemont, con el rabillo del ojo pendiente de su tribunal alemán, invoca a la calma. Pero se reivindica preso por razones ideológicas. El bloqueo permanece. De nuevo incandescente.