Política

Sánchez doblega a un PSOE anestesiado que pedía cambios y logra carta blanca para estar cuatro años más si Aldama quiere

El secretario general socialista se erigió en fuente de inspiración de la socialdemocracia mundial

  • Pedro Sánchez en el Congreso Federal del PSOE en Sevilla -

Pedro Sánchez seguirá cuatro años más al frente de un Partido Socialista Obrero Español anestesiado por su líder. Aunque lo hará con menos apoyos que en 2021, cuando logró revalidar el cargo por tercera vez en la ciudad de Valencia, y con algunos cuadros que se callan cada vez menos. Del equipo que le acompañaba entonces, con Adriana Lastra como número dos, quedan pocos en su núcleo duro. Sánchez, que según una colaboradora que lo conoce bien "se enamora y se desenamora muy rápido de sus colaboradores", ha hecho un barrido importante en estos tres años.

Pero hay una persona que estaba en la foto de Valencia y ha estado también en la foto de Sevilla. Se trata del secretario de organización, Santos Cerdán, señalado por el comisionista Víctor de Aldama, por haber recibido presuntamente 15.000 euros en un sobre. La sombra de la corrupción, lejos de penalizarse, le ha servido para mantener su puesto en la Ejecutiva Federal. Sánchez ha querido transmitir, como han repetido en todo el cónclave, que la acusación hacia su número tres también formaba parte de una gran persecución contra los socialistas. La gran duda es que ocurrirá, en un futuro, si Cerdán acaba siendo imputado.

Y es que aunque la militancia pedía cambios profundos en la dirección, para pasar página de los malos resultados del último ciclo electoral, y tratar de tapar así los múltiples escándalos, un Sánchez siempre imprevisible ha optado por el conservadurismo. Él como número uno, María Jesús Montero como número dos y Santos Cerdán como número tres. Los mismos afiliados que le reclamaban esos cambios han avalado su propuesta, sin reprocharle nada, con un 90% de los votos emitidos. Un 5% menos de los que logró, hace tres años, la Comisión Ejecutiva Federal que presentó en Valencia.

Siguiendo el mismo patrón que en su gabinete ministerial, el más amplio de la historia, Sánchez ha optado por una dirección grande. Formada por 49 personas. Madrid y Andalucía son los que más representantes tendrán en el equipo que tendrá que capitanear un PSOE acechado por la corrupción durante los próximos cuatro años -o los que Aldama quiera, en función de las pruebas que dice tener y quiera aportar a los tribunales-. La elección de los miembros no ha estado exenta de polémica. Pues personas que daban por segura su continuidad, como la ministra Ana Redondo o el cántabro Pedro Casares, han sido fulminados. Otras cuya gestión de la DANA es cuestionada, como la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, premiadas. 

El presidente del Gobierno, que hace unos años encargó a su ministro Félix Bolaños, redactar un documento que planificara como debía ser el PSOE en 2030, dando a entender su voluntad de permanecer en el poder hasta entonces, ha dado muestras en Valencia de que tiene ganas de seguir todo el tiempo posible. "Tengo más fuerza que nunca", aseguró en su discurso, ante un auditorio entregado, que minutos antes recibió como a una estrella del rock a su esposa imputada, Begoña Gómez, que entró como si fuera una dirigente más de un partido del que según sus propios estatutos debería estar suspendida de militancia temporalmente. 

La ultraderecha y los jueces persecutores, como es habitual, formaron parte del repertorio del mitin con el que Sánchez inició su cuarto mandato. Toda una declaración de intenciones de un líder que dijo que la resistencia del socialismo en España es clave para la salvación de Europa. Mostrándose a él como el auténtico muro de contención de los extremismos. Erigiéndose, incluso, en una fuente de inspiración para la socialdemocracia global.

Sánchez también confundió, una vez más, partido y Gobierno. e jefe del Ejecutivo aprovechó el cónclave socialista para anunciar la creación de una empresa pública de vivienda. Una medida poco original, ya que el franquismo construyó miles de pisos a través del Instituto Nacional de la Vivienda y la semana pasada, tal vez de ahí se inspiró, el Gobierno del PP en Galicia anunció una sociedad similar. 

Finalizada la fiesta y la celebración, este lunes, los socialistas y el presidente a la cabeza -aunque no tiene agenda gubernamental-, tendrán que ponerse a trabajar de nuevo. Sin elecciones a la vista, según las promesas del propio Sánchez, que en otras ocasiones ha incumplido sin pestañear, el PSOE centrará sus esfuerzos en plantar cara a los múltiples problemas judiciales que tienen y que en diciembre llevarán de nuevo a Begoña Gómez a los juzgados. Veremos también si al exministro José Luis Ábalos, pendiente de citación, a la ex asesora de Moncloa Pilar Sánchez Acera o a algún otro cargo del partido señalado por Aldama.

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