La tradición del pueblo. Escapar a las zonas rurales para huir de la vorágine que impone a golpe de mazo las grandes ciudades y desconectar con el silencio como protagonista y la fricción de las hojas de los árboles que nos hipnotizan está caer en un sueño profundo. La paz que ejercen los pueblos a los urbanitas es algo propio e inigualable de estas zonas que, por épocas, parecen desiertos donde la vida brilla por su ausencia.
El adiós de los campesinos en el éxodo rural de mediados del siglo XX sentenció la vida en los campos. Un hasta luego a sabiendas que se alejaban con el macuto en busca de una vida mejor y que no volverían al cabo de un mes, sino que era una despedida de sus familiares y del crecimiento de sus calles, lo que significaba que sus décadas doradas habían pasado a los anales de la historia.
Una sensación agridulce a sabiendas de que las nuevas generaciones iban a lograr el sueño de sus padres: crecer laboralmente y mudarse definitivamente a la urbe. Han pasado más de siete décadas desde ese fenómeno de masas que impulsó el crecimiento de las grandes ciudades a nivel nacional; sin embargo, contra todo pronóstico, los pueblos han sabido reinventarse en un acto puro de resilencia.
Los pocos habitantes que quedan son personas que, por razones de la vida, han echado raíces en el pueblo que probablemente era de sus padres. La pregunta que muchos se hacen es: ¿Se puede mantener la economía solo con un centenar de habitantes? Evidentemente, no hay que ser un gurú para darse cuenta de que es inviable.
Todo en la vida es cíclico y, como no iba a ser de otra manera, los españoles se han cansado de las capitales de provincia. ¿Cuál es la mejor solución para desconectar? Ir al pueblo. Con esto los hogareños del lugar consiguen mantener con cierta vida sus calles y, por otro lado, los españoles logran eso que tanto buscan y que son incapaces de encontrar entre el jolgorio que impone la urbe: la tranquilidad.
Parte fundamental de la cultura de nuestro país radica en los pueblos. Sus tradiciones y platos típicos engatusan a todos los turistas. Por si fuera, hay todo un elenco de zonas que se caracterizan por tener rasgos peculiares y que se salen de la norma. Como es el caso de este pueblo de España que tiene origen japonés.
CorIa del Río, un pueblo escondido en Sevilla que tiene origen japonés
A menos de 50 kilómetros de la capital de Andalucía, Sevilla, se divisa un pequeño pueblo vigilado por el río Gualdiquivir en el que sus habitantes tienen, por muy extraño que parezca, un parentesco muy fuerte con Japón. Así es, Coria del Río un municipio y localidad española de la provincia de Sevilla con un total de 30.000 habitantes, es conocido por toda la comunidad como el pueblo japonés.
¿A qué se debe esta peculiaridad? Tenemos que remontarnos al siglo XVII. Durante esos años, el samurái Hasekura Tsunenaga decidió sumergirse en una expedición con sus manos derechas para conocer Europa. Debido a unos problemas de gestión, el japonés se hospedó en este municipio de Andalucía, hasta tal punto que se convirtió en su casa durante los próximos siete años.
En ese momento, Coria del Río pasó a ser un pueblo japonés en esencia. Esto a perdurado en el tiempo hasta tal punto que un total de 700 personas tienen, a día de hoy, apellido 'made in' Japón. Así que, si estás pensando en hacer un viaje y te interesan las historias que esconde cada pueblo, Coria del Río debe estar en tus planes.