Mientras el Ministerio de Sanidad termina de pulir un plan antitabaco que dará cobertura a la reforma de la ley actual para ampliar los espacios libres de humo, algunas comunidades han aprovechado el tirón de la pandemia del coronavirus para estrechar el cerco al cigarrillo en lugares públicos.
A finales de 2010, España se colocó a la vanguardia europea en normativa antitabaco prohibiendo fumar en todos los locales públicos cerrados, incluyendo los de hostelería, donde a partir de entonces solo quedó permitido hacerlo al aire libre, entendiendo como tal "todo espacio no cubierto o todo espacio que estando cubierto esté rodeado lateralmente por un máximo de dos paredes, muros o paramentos".
Pero ya han pasado 12 años y, ahora, "en España ya llevamos bastante retraso respecto a otras medidas pensadas para proteger la salud de la población e incluso el medio ambiente", dice a EFE con motivo del Día Mundial sin Tabaco, que se celebra este martes, Susana Morena, coordinadora de la Semana sin Humo de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).
Hoja de ruta contra el tabaco
Desde semFYC valoran el impulso que Sanidad está dando a la guerra contra el tabaco con el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021-2025, pero avisa: "La ampliación a terrazas y playas y el empaquetado neutro no pueden esperar más". Lo mismo apunta Andrés Zamorano, presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT): "El Gobierno está tardando demasiado en sacar a la luz el plan integral", lamenta el médico, convencido de que este asunto del tabaco debería considerarse un "problema de Estado" y depender de presidencia del Gobierno para que haya "una gobernanza única".
El propio nombre del plan ya da cuenta del retraso: el texto está prácticamente culminado pero no aprobado, ya que falta por resolver un "pequeño trámite administrativo", según trasladó el subdirector General de Promoción de la Salud y Prevención del Ministerio de Sanidad, Jorge del Diego Salas, a los miembros de CNPT a finales de abril.
La idea que manejan en su departamento es, nada más solventar ese trámite, elevar el texto a la Comisión de Salud Pública más cercana y de ahí al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud: "Sabemos que vamos con algo de retraso en la reforma, pero en las próximas semanas daremos buenas noticias", señaló entonces.
El pasado miércoles, la ministra Carolina Darias se limitó a decir, al ser preguntada al respecto, que "el plan integral esta siendo objeto de trabajo, y cuando esté concluido, lo presentaremos a los órganos correspondientes". Sea como sea, contendrá las líneas maestras y servirá de punto de partida a la reforma legislativa en la que el Ejecutivo trabaja de forma paralela con la intención de que la nueva Ley Antitabaco sea una realidad antes del fin de la legislatura.
Del último borrador del plan que trascendió a finales de diciembre queda patente la intención de ampliar los espacios sin humo a los coches privados en presencia de menores y embarazadas y las terrazas, así como delimitar mejor los entornos de lugares protegidos como colegios y hospitales e introducir el empaquetado genérico.
Proteger a los menores
La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) también agradece que haya un plan antitabaquismo que genere "una hoja de ruta para este Gobierno y los posteriores", señala su directora de Relaciones Institucionales, Ana Fernández Marcos. Sin embargo, la ley está "obsoleta" y urge un cambio que garantice, ante todo, la protección de los menores: "Podemos discutir los espacios, pero la clave está en proteger a todos y que todos tengan las mismas oportunidades de prevenir el cáncer cuando sean adultos".
"Las leyes anteriores tenían algunas indefiniciones y todavía no está claro cuando se habla de alrededores de espacios públicos, como parques infantiles o centros educativos", censura Fernández. De acuerdo con los datos de la AECC, en el 95% de las terrazas hay sustancias nocivas del tabaco, lo mismo ocurre en el 46% de los accesos a los centros escolares o en el 43% de los parques infantiles. Una colilla apagada continúa desprendiendo un 14% de nicotina durante al menos 24 horas.
El tren de la pandemia
Si una sola cosa trajo buena la covid, es el muro que levantó al tabaco como medida para atajar los contagios. El primero fue el 14 de agosto de 2020, cuando en pleno estado de alarma el Gobierno prohibió fumar en la calle, un veto que paulatinamente fueron prorrogando las comunidades una vez recuperaron las competencias. Algunas hasta hoy.
Cuentan con el aval ciudadano: según la última encuesta de semFYC, el 78,8% de no fumadores y el 65,1% de exfumadores vetarían el tabaco en las terrazas, y un 36,9% de los fumadores y el 25,2% de los que lo han dejado lo haría también en un espacio de al menos 8 metros en torno a ellas. Además, dos de cada tres no fumadores y más de la mitad de exfumadores lo prohibirían en las playas.
En este contexto, municipios de todas las comunidades costeras están adheridas a la iniciativa Playas sin Humo, puesta en marcha hace años para liberar de humo y colillas sus arenales total o parcialmente. Este año alcanzan las 549, tal y como recogen nofumadores.org con datos actualizados a 19 de mayo.
Otras han dado un paso más: Cataluña estudia aplicar a partir del próximo año una tasa de 20 céntimos de euro por cada cigarrillo, que el fumador recuperaría si devuelve las colillas, para reducir así el impacto medioambiental de este desecho, el más común en las playas; precisamente por ello, el Ayuntamiento de Barcelona ha optado por prohibir fumar en todas sus playas este verano.
En el País Vasco se quiere crear este año una Red de Playas Libres de Humo de Tabaco y de vapeadores y eliminar las colillas de la arena, que son el objeto contaminante más habitual en las playas y pueden tardar entre 5 y 10 años en degradarse, contaminan el mar y sus sustancias tóxicas pueden matar a animales marinos.
Una veintena de playas asturianas forman parte ya de la Red de Playas sin Humo; allí se ha mantenido la prohibición de fumar en la vía pública o en espacios al aire libre como terrazas siempre y cuando no se pueda respetar una distancia mínima interpersonal de dos metros. Lo mismo ocurre en Baleares.
En Extremadura está prohibido fumar en aquellas terrazas que sean retranqueadas desde el interior o que tenga dos o más mamparas laterales y techo, como marca la ley, pero, al margen de la tipología, no se puede encender un cigarrillo si no hay dos metros de distancia.
Y en Cantabria está prohibido fumar en las terrazas y en las playas y así lo fijaron dos resoluciones que aprobó la Consejería de Sanidad tras el inicio de la pandemia de cara al verano de 2020. Desde entonces, según fuentes de la Consejería de Sanidad, esas prohibiciones siguen vigentes.
Finalmente, la Comunidad Valenciana veta el consumo de tabaco en terrazas, aunque allí otro de los espacios en los que la Consejería de Sanidad potencia la labor de prevención es en las aulas mediante el proyecto Clases sin humo, dirigido a alumnos de primero de la ESO, que consiste en el compromiso por parte del aula de no consumir tabaco durante el periodo de duración del acuerdo.