Desde su detención en noviembre de 2017, José Manuel Villarejo ha mantenido fehacientemente que trabajó para el Centro Nacional de Inteligencia. En los cuatro años que suma ya la investigación abierta por sus espionajes, el policía ha reiterado que realizó operaciones secretas, pese a que le negó la mayor hasta el propio Félix Sanz Roldán. La incorporación al caso Tándem de unos correos que cruzó con el CNI y la tesis de la Fiscalía Anticorrupción vienen a impulsar un cambio de rumbo al que recurrirá en sus causas pendientes con la Justicia.
El punto de inflexión se produjo la semana pasada, cuando el comisario jubilado entregó al tribunal que le juzga por sus espionajes, unos correos electrónicos relacionados con el procedimiento. Estos mensajes, adelantados por el diario El Mundo y a los que ha tenido acceso Vozpópuli, acreditarían que intercambió información con los servicios secretos de inteligencia relativa a asuntos que han terminado juzgándose en su causa, como es el trabajo que desarrolló para parte de la familia del presidente de Guinea, Teodoro Obiang, y que propició el inicio de la macrocausa Tándem.
El comisario trata de defenderse de los delitos que le atribuye el tribunal por haberse lucrado con espionajes privados mientras era policía en activo y pretende demostrar que en aquel entonces (los correos se giraron entre 2012 y 2016) habría puesto sus sociedades al servicio del Estado. Su defensa se vio respaldada, además, por lo manifestado por Miguel Serrano cuando le tocó el turno en la sesión del pasado miércoles. El fiscal Anticorrupción que investiga al comisario jubilado desde el inicio de esta investigación penal, abordó de pleno este asunto para dejar clara la postura de la principal acusación.
Sin dudas de su papel en el CNI
Al respecto Serrano razonó que el Ministerio Público no ponía en duda ni su papel como "policía de inteligencia en ejercicio" ni "su condición de colaborador del CNI". Tampoco, dijo, cuestionaban que "pudiera estar autorizado" para la gestión de su empresa privada", el Grupo Cenyt. El motivo por el que Anticorrupción solicita más de 100 años de cárcel para él en esta primera vista oral del caso Tándem reside, según explicó, en que no estaba autorizado para lucrarse con sus negocios privados aprovechándose de su condición de policía en activo.
Tras exponer sus argumentos, Serrano también inclinó la balanza a que declararse como testigo Félix Sanz Roldán. El exdirector del CNI lleva años siendo el blanco de todos los ataques del comisario jubilado, hasta el punto de que se vieron las caras en un juicio que acogió la Audiencia Provincial de Madrid en enero. En esa vista Sanz Roldán declaró como testigo por los hechos epicentro del juicio (las supuestas amenazas de muerte a Corinna Larsen) pero también se pronunció sobre Villarejo.
El general negó rotundamente conocer al comisario y dijo que lo veía ese día por primera vez. Además, le desmintió categóricamente asegurando que no realizó ningún trabajo para el CNI y que, de haberlo sabido, lo hubiera prohibido. A falta de conocer si se volverán a ver las caras en este juicio como así lo ha pedido el propio Villarejo, lo cierto es que en esta vista el espía le ganó una primera batalla ya que salió absuelto de los delitos de injurias y calumnias que le atribuía Sanz Roldán por decir en una entrevista con Salvados que amenazó de muerte a la examiga íntima del Rey y a su hijo.
Repercusión en otras causas
Con todo, las pruebas incorporadas al caso Tándem y la tesis de Anticorrupción no quedarán circunscritas a este procedimiento. El comisario jubilado tiene pendiente sentarse en el banquillo de los acusados por el caso del pequeño Nicolás y podría utilizar todos estos argumentos en su defensa, dado que el procedimiento también tiene como nexo de unión el CNI. El caso se siguió en el juzgado de instrucción número 2 de Madrid y giró en torno a la grabación ilegal de una reunión del CNI que se atribuye a Villarejo.
En concreto, se le acusa de interceptar el contenido de un encuentro que tuvo lugar en octubre de 2014 entre el exjefe de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Marcelino Martín Blas y agentes del CNI por la investigación abierta a Francisco Nicolás, conocido como 'el pequeño Nicolás'. En el procedimiento - del que solo falta que se señale fecha para el juicio- están implicados también su mujer, Gemma Alcalá, y el periodista Carlos Mier por difundir la grabación en el portal Información Sensible.
Aunque atribuyen a Villarejo la autoría intelectual de este 'pinchazo' que se logró mediante una llamada previa de Mier a Martín Blas, lo cierto es que el comisario niega estar detrás de los hechos. A falta todavía de que se siente en el banquillo por estos hechos, lo cierto es que el comisario jubilado está ganando terreno en su lucha por acreditar que sí desarrolló operaciones para el CNI. Si en el juicio contra Sanz Roldán habló de una misión secreta contra el terrorismo yihadista en África, en los correos ahora aportados a la Audiencia Nacional se apela a uno de los asuntos que se investigan en el caso Tándem.
Operación en Guinea
En concreto, se enviaron comunicaciones desde los dominios que controla el Centro Nacional de Inteligencia a diferentes cuentas del comisario. En las mismas se dan indicaciones de los pagos que se supone que se iban a canalizar desde Guinea Ecuatorial por este asunto concreto y también se le informa de los medios y sociedades con los que puede contar para la operación. Entre los mensajes se incluyen algunos de Francisco Menéndez Rubio.
El apodado como 'pagafantas' se convirtió en una persona clave en la causa ya que su denuncia dio origen al caso Tándem. Sus confesiones, relativas a las dádivas que cobraron Villarejo y el excomisario del Aeropuerto de Barajas Carlos Salamancas dieron impulso a la primera investigación de la causa. Se les acusa de facilitar la presunta entrada ilegal de ciudadanos guineanos en España a cambio de regalos y obsequios de los que se beneficiaron. Villarejo, por contra, sostiene que se trató de una operación orquestada por el CNI y que estos hechos fueron la excusa para detenerle y así hacerse con todas las grabaciones que atesoraba en su domicilio de Boadilla del Monte (Madrid).