Francia ha recordado este miércoles a Napoleón en el segundo centenario de su fallecimiento con un acto en el que el presidente, Emmanuel Macron, ha intentado dibujar todas las aristas de una figura que sigue siendo controvertida y que el propio mandatario ha instado a no evaluar en exceso desde el prisma actual.
Napoleón falleció el 5 de mayo de 1821 en la isla de Santa Elena, donde recaló tras su derrota frente a las tropas británicas en la batalla de Waterloo. El Elíseo ya había advertido de que "conmemorar no es celebrar" la figura el difunto emperador, dejando claro que los actos con Macron --primero en el Instituto de Francia y luego en Los Inválidos ante la tumba-- no suponen ningún tipo de alineamiento político.
"Es una parte de nosotros", ha declarado el presidente durante un discurso en el Instituto de Francia en el que ha señalado que, como herederos del emperador, también es necesario "asumir" todo lo que implica su legado, que genera visiones dispares dos siglos después. La sola presencia de Macron en estos actos ya había generado polémica.
Ejemplo de la "grandeza" de Francia
Entre sus principales defensores figura la ultraderechista Marine Le Pen, que ve en Napoleón un ejemplo de la "grandeza" de Francia, mientras que para otros muchos representa el principal símbolo de una época de abusos, algunos de los cuales han aparecido dibujados en el discurso de Macron.
El presidente ha aplaudido los avances logrados durante la época napoleónica en los ámbitos administrativo, educativo y judicial, pero ha criticado que restableciera la esclavitud en las colonias del Caribe una década después de que la práctica fuera abolida durante la Primera República. Fue "un traición al espíritu de la Ilustración", en su opinión.
Macron también ha lamentado el desdén por las vidas humanas durante las guerras napoleónicas, pero al mismo tiempo ha sugerido que no se puede juzgar todo lo que hizo o dejó de hacer Napoleón mediante un prisma moderno. Así, ha instado a no caer en la "tentación" de hacer un juicio "anacrónico" del pasado.
"Del imperio renunciamos a lo peor y del emperador nos quedamos con lo mejor", ha declarado, al aludir a unos "claroscuros" que de forma periódica vuelven a sacudir la Francia actual, como cuando el ministro del Interior, Gérald Darmanin, planteó para los musulmanes unas estructuras centralizadas como las que en su día Napoleón decretó para los judíos.
En 2020, durante las movilizaciones que se extendieron en todo el mundo en protesta por la represión policial contra los negros, un grupo de manifestantes derribó en la isla de Guadalupe una estatua de la mujer de Napoleón. Macron abogó entonces por ampliar los conocimientos de Historia en lugar de por eliminar símbolos de lugares públicos.
El propio Macron, de hecho, nunca ha ocultado su admiración por Napoleón e incluso sus detractores políticos le han acusado de querer parecerse a él. El mandatario se habría comparado con el emperador durante la campaña que le llevó al Elíseo en 2017, según un libro escrito por su amigo Philippe Besson, recuerda la agencia Bloomberg.