A finales de este año o principios de 2014 Volkswagen lanzará al mercado el primer Golf eléctrico fabricado en serie, un modelo que ha sido desarrollado sobre el Golf de la generación anterior y con el que se han recorrido más de 500.000 kilómetros a lo largo de casi un año con 80 unidades diferentes que han servido para pulir detalles poco a poco con las miras puestas en su lanzamiento comercial. Aunque aún habrá que esperar, lo cierto es que bien podría estar circulando a pleno rendimiento a día de hoy por nuestras ciudades, e incluso fuera de ellas. Y es que tras probarlo en un largo recorrido, nos ha quedado claro que el Golf blue-e-motion tiene todo lo necesario para convertirse sin duda en uno de los eléctricos más completos cuando llegue a los concesionarios, un modelo que cubriría las necesidades de cientos de usuarios que, día a día, se mueven por ciudad y sus alrededores y que en pocos casos, por no decir ninguno, llegan a superar los 150 kilómetros que marcan la autonomía del Golf eléctrico.
Y lo mejor de todo es que alcanza semejante cifra a través de un dinamismo inesperado antes de subirnos a él y descubrir que no sólo se mueve con soltura en ciudad, sino que lo hace con mucha suficiencia también en carretera. Y es que las cifras ya dejan entrever que el rendimiento del Golf blue-e-motion va más allá de un sencillo eléctrico urbano y, con 115 CV de potencia y un par máximo por encima de los 27 mkg, alcanza los 100 km/h en poco más de 11 segundos y llega a rozar los 140 km/h.
Al ponernos en marcha, sorprende y agrada a la vez un pequeño ronroneo del motor perceptible hasta los 30 km/h, un sonido lógicamente artificial pero que permite a esas bajas velocidades dejarse sentir para seguridad de los peatones. A partir de ahí, el silencio es la nora dominante, y sólo se aprecia el efecto del aire sobre la carrocería a medida que ganamos velocidad. Lo hace además con gran facilidad, un empuje inmediato cuando pisamos en pedal del acelerador que nos lleva a movernos por encima de los 120 km/h sin apenas darnos cuenta.
A la hora de frenar —o más bien de decelerar—, a través de las levas del volante podemos escoger entre cuatro diferentes modos de recuperación de energía durante la frenada, desde una mínima que, al soltar el acelerador, se mueve «a vela», con mínima retención hasta una más alta que frena de manera notable para una máxima regeneración de la carga de la batería. Llegas a una curva, sueltas el pedal, y sientes como este Golf frena como si estuvieramos actuando sobre el freno directamente. Todo ello con un comportamiento dinámico como cualquier otro Golf de la gama.