Pregunta: ¿Sustituiríais la tradicional cena de Nochebuena por las hamburguesas?
Joaquín Reyes: Yo las comería en Navidad, me parece que es un buen plan, sobre todo porque estás de resaca.
Mario Vaquerizo: Yo creo que, para la gente de nuestra generación, Burger King forma parte de nuestra memoria. Cuando era pequeño, en navidades mi papi o los tíos me llevaban al cine de la Gran Vía y después nos invitaban a merendar, aunque la cena de Nochebuena no se puede sustituir porque hay que estar con la familia, en casa. Se trata de ampliar y no sólo con niños, también con gente un poquito más mayor y, si no, hacer un burger party navideño en casa.
P.: ¿Cómo transformaríais una cena de fast food en una romántica?
M.V.: Yo las hago constantemente con mi chica.
J.R.: Las hamburguesas del Burger King tienen tanta elaboración que no son ni fast food, están muy ricas.
Ernesto Sevilla: Yo creo que la cena romántica no depende de la comida, depende de con quién estés.
M.V.: En realidad, un fast food también invita al romanticismo. Cuando empecé a salir con la Olvi en 1999 estábamos como adolescentes. Lo que hacíamos era escondernos en uno a contarnos nuestras cosas. Éramos súper felices porque era un amor clandestino, ya que ella estaba con otro. Yo era el amante hasta que ya me cansé de serlo y dije “ahora te casas conmigo”.
P.: ¿Qué significa el concepto ‘viejoven’?
E.S.: Pues nosotros.
J.R.: Tienes aquí gente que no renunciamos a la edad que tenemos, pero seguimos conservando las inquietudes que teníamos sobre todo desde adolescentes. Te sigue gustando la música, los hobbies, el cine...
M.V.: Es una actitud ante la vida. El cumplir años está muy bien porque eso significa que conoces más cosas, puesto que vives mucho más, pero no por cumplir años tienes que dejar de hacer cosas que hacías cuando eras joven. Yo sigo saliendo con mis amigos, sigo yendo a conciertos, sigo yendo al cine... Yo tengo amigos que con sesenta años siguen yendo a ver a Marilyn Manson como si fueran quinceañeras.
J.R.: Da mucha pena que amigos muy inquietos tenías, al cumplir años, de repente han dicho ‘tú también has dejado eso’. Hay mucha gente que lo olvida.
M.V.: Se hacen padres, y ya asumen el rol de padres. Un padre debe ejercer de padre con sus hijos, pero con sus amigos –y consigo mismo– tiene que ejercer de amigo. Tener una actitud positiva y joven ante la vida, aunque eso no quiere decir que seas un desfasado. Si un día con cuarenta años quieres perder el sentido común, también lo pierdes... sabiendo que lo tienes que recuperar al día siguiente, pero no está reñido.
J.R.: Totalmente de acuerdo con Mario.
E.S.: Lo subrayo.
P.: ¿Cómo definiríais el estilo de cada uno de vosotros?
J.R.: Somos bastante diferentes.
M.V.: Cada maricón es un mundo.
E.S.: Yo soy muy ecléctico. Me pongo lo primero que pillo. Como tengo cuerpo de pobre, me queda todo bien. Tener cuerpo de pobre no es algo malo, lo explicaron el otro día.
J.R.: Se pone lo que tiene limpio, pero algunas cosas sin estilo.
E.S.: Tampoco. Algunas cosas las huelo y digo “¿Esto le doy la vuelta o una lavada? Todavía se puede poner una vez más”.
M.V.: Yo el mío lo definiría como el estilo copión. Yo copio todo lo que me gusta, copio a todos los chicos que me gusta cómo visten. Copio a David Bowie, a Tommy Lee, a Prince, a Joe Dallesandro, a Joey Ramone... Con lo cual, estilo propio no tengo. Yo robo estilo, pero después trato de llevarlo a mi rollo y al final acaba pareciendo original, pero eso en el fondo es porque aquí la gente es muy inculta y no conocen ni a Tommy Lee ni a nadie.
J.R.: Pero tienes un estilo muy propio que mantienes, como el pitillo negro...
M.V.: Pero eso es porque soy viejo. Cuando era joven estaba dando bandazos con mi estilo y un día me ponía una cosa, un día me hacía rapero, otro día me ponía otra cosa... La adolescencia es la peor época por la que pasa el ser humano. Lo mejor es cuando te ves y ya tienes claro quién eres, cómo eres, de dónde vienes y hacia dónde vas. Lo que haces es simplemente adaptar a ti lo que mejor te sienta y lo que más te hace feliz.
J.R.: Mi estilo es con americanas, corbatas... Como una especie de profesor de... como el padre de Indiana Jones, eso es.
P.: ¿Qué creéis que tenéis en común los tres?
J.R.: Una visión lúdica de la vida.
M.V.: Que somos dueños de nosotros mismos y unos privilegiados porque hemos conseguido que nuestras aficiones se hayan convertido en nuestro medio de vida. Él [por Joaquín] viene de rodar una serie, él [por Ernesto] viene de hacer otra cosa... viene de trabajar, obviamente, pero no lo ves como ‘qué coñazo, tengo que trabajar’. En el fondo lo ves como una autoafirmación. Que aquí lleguen y nos paguen por hacer esto, pues yo lo veo como un lujo… como que me paguen por dar un concierto con las Nancys Rubias. Lo mismo les pasa a ellos cuando hacen series, o sus actuaciones en teatros y demás. Yo creo que eso es lo que nos une.
J.R.: Tenemos la suerte de que nuestro trabajo y nuestras aficiones se han mezclado, afortunadamente. Y me parece que en esta época poder decir que te diviertes con lo que haces es un privilegio. Eso, y que somos guapos los tres.
E.S.: Que somos algo más que una cara bonita.
M.V.: Unos están más buenos que otros, pero cada uno tiene su público.
P.: ¿Qué propósitos tenéis para 2015?
J.R.: Comparto propósito con Ernesto.
E.S.: A ver qué vas a decir...
J.R.: Tenemos un proyecto común. Es un espectáculo teatral que hemos escrito juntos que va más allá del monólogo, son sketches en directo por primera vez. Es un espectáculo nuevo escrito por nosotros conjuntamente y nos hace mucha ilusión. Se va a llamar Viejóvenes, precisamente.
E.S.: Yo quiero hacer una reforma en el baño, quitar el tabique y ganar espacio.
M.V.: Tengo nueva gira con las Nancys que se llama “Enemigas” porque después de amigas, enemigas. A veces somos bastante enemigas. Cuando llevamos cuatro días en la furgoneta lo que sale de ahí... lo que pasa es que después nos reconciliamos. En la amistad está esto, que tienes confianza para decirte cualquier cosa.
J.R.: Yo he empezado una novela, Pobre y feliz. Bueno, empecé ayer...
E.S.: Yo creo que igual hago una escultura de hielo.