La avalancha de fabricantes chinos de coches eléctricos lleva un crecimiento exponencial desde hace un lustro, un desembarco con el foco principal puesto en el mercado europeo, donde nunca lograron conquistar ni siquiera cuotas mínimas con sus modelos de combustión, pero que sí lo están logrando con sus modelos de batería.
Un desembarco tal que ha llevado a la CE a implementar nuevos aranceles a la importación para tratar de defender los intereses de una maltrecha industria europea, que siempre ha ido un paso por detrás de China en lo que a baterías sobre todo se refiere. Pero esos nuevos aranceles están llevando a que sean ya varias las automovilísticas chinas que plantean levantar fábricas en suelo europeo para evitarlos, algo que parece no gustar al Gobierno.
China presiona ahora a sus fabricantes de automóviles para que detengan su expansión en la Unión Europea en plena crisis arancelaria con Bruselas por los vehículos eléctricos, pidiendo a sus automovilísticas que paralicen la búsqueda activa de centros de producción en la región europea y la firma de nuevos acuerdos con empresas locales a la espera de ver cómo se resuelven las negociaciones con la Comisión Europea de Úrsula von der Leyen.
De hecho, Dongfeng que tenía previsto, según confirmaron fuentes del sector a EP, anunciar a principios de octubre la instalación de una fábrica de coches en Italia, ha decidido paralizar todas sus operaciones en respuesta a las advertencias de su Gobierno.
La directiva china, avanzada por 'Bloomberg', no es de obligado cumplimiento, pero llega en un momento en el que las tensiones entre Bruselas y Pekín sobre la industria automovilística están en un punto álgido.
Sin embargo, más allá de los aranceles, Pekín estaría preocupado por el posible exceso de capacidad ante la ralentización de ventas de coches eléctricos de batería en Europa y la escasa demanda de automóviles chinos en el mercado.
BYD sigue adelante
Por su parte, el Gobierno italiano de Giorgia Meloni considera que existe una preocupación creciente a que los fabricantes europeos como Volkswagen o Stellantis se estén quedando cada vez más atrás respecto de la competencia procedente de China y Estados Unidos, donde las empresas locales se han beneficiado durante los últimos años de una avalancha de subsidios estatales que han financiado la transformación de sus industrias.
"Europa necesita una visión pragmática, la visión ideológica ha fracasado. Tenemos que reconocerlo", llegó a comentar el ministro de italiano de Industria, Adolfo Urso.
Más allá de Dongfeng, Chongqing Changan Automobile, un fabricante de automóviles estatal, ha cancelado esta semana el acto de presentación de su marca en Europa.
En este contexto, Chery retrasó hasta octubre de 2025 su intención de empezar a fábricar vehículos eléctricos en la planta EbroFactory de Barcelona a la espera de ver cómo se desenvuelven las negociaciones arancelarias.
Sin embargo, BYD sigue adelante con sus planes para construir una fábrica en Hungría con la que ayudarse a eludir los aranceles comunitarios. Al tiempo, valora levantar otra planta con una inversión de más de 900 millones en Europa en Turquía.
Mientras tanto, el mercado de vehículos eléctricos se ralentiza. Esto ha afectado a las marcas chinas, encabezadas por Nio y MG cuyas ventas de vehículos eléctricos en la región han caído a casi a la mitad en el último mes, su nivel más bajo del último año y medio.