Opinión

El aquelarre de madame Francina

La presidenta del Congreso consuma con un terrorista una de las performances más indignas vividas en la casa de todos, en la sede de la soberanía nacional

  • Mohamed Houli Chemlal, este jueves en el Congreso -

Francina Armengol (Inca, 54) estudió Farmacia, como casi todo el mundo en Mallorca que no se ocupa del turismo o no es Rafa. Luego de que sus paisanos la botaran de la presidencia insular, tremendo patadón electoral, aterrizó en el tercer sillón del Estado y ahí sigue, presidiendo un Congreso que ha convertido en ‘el cortijo de Sánchez’, al decir de Cayetana Álvarez de Toledo. Algunos le llaman ‘la ministro 23’, por su servil alineamiento con el equipo gubernamental en lugar de ejercer sus responsabilidades como árbitro supremo de la Cámara Baja. 

Madame Francina cayó en el cargo porque Puigdemont lo quiso. Ya saben, España capital, Waterloo. El cobarde forajido le ofreció sus votos a cambio de que acogiera una comisión sobre la matanza del 17 de agosto de 2017 en Las Ramblas, en el que perdieron la vida 16 personas (dos niños, de tres y siete años) y más de trescientas resultaron heridas. Era el prófugo por entonces presidente de la Generalitat y, desde que se evaporó en un maletero, mantiene la teoría de que aquella matanza fue una estratagema letal del CNI para enlodar el buen nombre del independentismo. Conspiranoia lo llaman ahora. Bulos, diría el sanchismo, tan ocurrente como esos cuentachistes de la Sexta.

Este jueves se consumó la abyección. La madama presidenta acogió en su casa, que es la de todos los españoles, a uno de los terroristas del atentado barcelonés en cumplimiento de las exigencias de Junts, el partido de la caverna catalana. Mohamed Houili se llama esta alimaña, condenado a 43 años de prisión que cumple en la cárcel de Córdoba. Desde allí le trasladaron para aterrizar amanillado en la Carrera de San Jerónimo, con un despliegue policial que tan sólo se cumple cuando la imputada Begoña se acerca al juzgado de la Plaza Castilla. Leyó un papelote infamante contra el CNI y apenas dijo más. Impulsados por un buenismo preadolescente, o por un cinismo de arcada, diputados del PSOE y de ERC le inquirieron sobre pruebas para sustentar sus denuncias. “Las pruebas que las busque la policía”. O sea, que le pregunten a Alá. 

Aquello les salió mal y el otro grupo de la banda improvisó la carrera asesina por la arteria principal de Barcelona. La entonces alcaldesa Ada Colau había prohibido la prevención de los bolardos porque ‘coartan la libertad de movimientos del ciudadano’, fue su argumento. Ahora nadie lo recuerda, ni se le reprocha

Una Pilar Calvo, de estos de Junts, se compadeció del pobrecito criminal, “que tenía sólo veinte años cuando destrozó su vida de esta manera”. No tuvo la damisela una palabra en recuerdo de los niños asesinados o de las decenas de familias rotas. Sólo le preocupaba el muchachito que almacenaba doscientos kilos de explosivos (peróxido de acetona, 'madre de Satán' en la jerga) para, junto a dos colegas que murieron en el intento, volar la Sagrada Familia. Aquello les salió mal y el otro grupo de la banda improvisó la carrera asesina por la arteria principal de Barcelona. La entonces alcaldesa Ada Colau había prohibido la prevención de los bolardos porque ‘coartan la libertad de movimientos del ciudadano’, fue su argumento. Ahora nadie lo recuerda, ni se le reprocha. De hecho, incluso siguió años al frente el Consistorio. Y hasta podía pasearse por la calle, sin recibir improperio alguno. Así es Cataluña, el estanque dorado de la maldad. Una sociedad cómplice que pasó silenciosamente página de aquel episodio en el que exhibió su cobardía moral y su hipócrita civismo. 

Días después del brutal atentado, el 26 de agosto, tuvo lugar la manifestación de condena en la que violentas hordas movilizadas por las organizaciones independentistas, pagadas con dinero público, desplegaron una apoteosis de ensañamiento feroz contra el Rey, una inédita encerrona contra el jefe del Estado que se convirtió en ensayo general del golpe de Estado que perpetrarían unas semanas después. 

Desde entonces, el ridículo Puigdemont, traicionado y traidor, ebrio de una prehistoria inventada, pugna por endosar la responsabilidad del atentado al CNI. Logró, con la anuencia (¿sabrá ya Yolanda lo que significa?) de Margarita Robles, remover a Paz Esteban del alto mando de los servicios de inteligencia.  Es el majara que dicta los pasos de Sánchez, el sietevotos que decide su continuidad en Moncloa.

Se conduce más como empleada de la limpieza de un señorito campanudo que como quien ostenta la tercera autoridad del Estado. No es de pensar ni de cavilar. Sus ideas son minucias efímeras y tan sólo acierta cuando se queda en cama

La sesión de espiritismo oficiada por una colla de infames en la denominada “Comisión de investigación sobre el derecho a saber la verdad”, es una cuenta más en el rosario de la venganza del tótem de la republiqueta, que sonríe desde su lejano palacete mientras diseña la siguiente humillación que le prepara al presidente el país vecino. “No se puede decir más claro”, tuiteó luego de la declaración del canallita yihadista. 

Madame Francina, 'cariño' le dice Koldo el apandador de las coimas por mascarillas, ha protagonizado numerosos episodios ultrajantes desde su tronillo parlamentario. E incluso antes. Alguien que, siendo presidenta de su región, se saltó el toque de queda por ella decretado durante la pandemia para irse de copas hasta la madrugada, no anunciaba un comportamiento digno en su nueva responsabilidad. Y así ha sido. Se conduce más como empleada de la limpieza de un señorito campanudo que como quien ostenta la tercera autoridad del Estado. No es de pensar ni de cavilar. Sus ideas son minucias efímeras y tan sólo acierta cuando se queda en cama. 

Aisladas condenas, débiles vocecillas

Con la inconcebible performance del terrorista de Ripoll que madame Francina llevó al Congreso “para llamar terrorista al Estado”, como dejó escrito Cayetana, el nivel de la degradación institucional del Parlamento alcanzó la cima del paroxismo. El PP abandonó la sesión. Fue el único rasgo de dignidad en esa cochiquera de ignominia en la que han convertido a la sede de la soberanía nacional. Escaso efecto tienen ya semejantes latrocinios en un país de sonámbulos anestesiados en el que se amnistía a los golpistas, se persigue a los jueces, tiene en sus funciones al fiscal general, tiene imputados a la esposa y el hermano del presidente y medio gobierno está a la espera de ser convocado por el Supremo. Mínimas condenas se han escuchado a estas horas ante semejante indignidad. Algunos militantes de la cofradía del chavismo de la tercera vía (el de Chaves Nogales, ni rojos ni azules, no a la crispación, hay que dialogar) han dedicado, esta vez sí, dispersos comentarios sobre esta gimnasia antidemocrática que el sanchismo practica con insistencia. Poca cosa. 

Lo suyo sería que madame Francina hubiera abandonado ya su sitial y regresado a la farmacia de Inca de donde nunca debió salir. Si es que alguna vez estuvo en ella.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli
Teoría del Estado en tiempos del progreso
Lo peor de cada casa