Estos días, el comodín de moda para explicar las “bajadas bursátiles” es el aumento de la rentabilidad de los bonos de largo plazo. El motivo de que esto esté pasando es el aumento en las expectativas de inflación. Esto es un hecho, la subida de las materias primas ha sido muy rápida e intensa, desde el petróleo hasta el cobre pasando incluso por las relacionadas con la alimentación. Esto a su vez se debe a la creencia en una mayor actividad económica este año que está disparando la producción, así como a problemas en las cadenas de suministro globales tras tantos meses al ralentí. La consecuencia será que los IPC se elevarán los próximos meses, algo que por otra parte llevan buscando los bancos centrales desde la crisis de 2008. Hasta aquí todo parece lógico: si sube la inflación, los tipos de interés no sólo no bajarán, lo esperable es que tarden menos en volver a subir y, lo que es más importante, tiene sentido pensar que los bancos centrales no inyectarán tanta liquidez e incluso puede que se planteen retirarla. Esto ha llevado a que por ejemplo el bono a 10 años norteamericano que cerró 2020 en torno al 0,90% (los mínimos del año pasado fueron 0,38%) ahora ronde el 1,5%.
¿Qué “problema” hay con esto? Económicamente, que se encarezca la financiación de estados y empresas no es buena noticia, más si sucede por un aumento inflacionario que no procede de una mejora económica real, de un consumo mucho mayor que lo justifique sino sobre todo de un movimiento especulativo del precio de las materias primas. Tampoco es que sea un drama porque ya hay tanta deuda emitida que el que sea algo más cara la que se vaya a colocar estos meses no supone una tragedia financiera, más bien hay que sorprenderse de las estupendas condiciones que han vivido –y aún disfrutan- los emisores de deuda. Que hasta España pudiera emitir deuda en negativo a 10 años el diciembre pasado es desde luego mayor noticia que el que ahora esté al 0.37%. Más bien parece una corrección lógica a aquella “exuberancia irracional”.
Para un típico inversor o especulador bursátil la alternativa pueden ser las materias primas, las criptomonedas, derivados… pero no desde luego el tipo de interés que ofrece la renta fija
Sin embargo, hay una teoría, ampliamente extendida por los medios, que dice que la subida de la rentabilidad de la deuda provocará caídas bursátiles dado que si es más rentable la renta fija que los dividendos que ofrece la renta variable, los grandes inversores preferirán destinar su ahorro a comprar deuda y no a comprar bolsa. Puede que suene bien, pero no es cierto. La subida de la rentabilidad de la deuda viene porque en las subastas hay menor demanda; si hubiera más, el emisor bajaría en lugar de subir las rentabilidades, luego a día de hoy no hay más dinero destinado a la renta fija. Además, ¿quién vende en bolsa, un activo que últimamente se mueve más de un 1% al día para comprar bonos a diez años a esos tipos? Es puro desconocimiento de los flujos de liquidez en los mercados. Y, por cierto, el bono a dos años norteamericano, a pesar de esos repuntes inflacionarios, está al 0,14%, por debajo de como empezó el año y el español está en un -0,53% que desde luego no creo sea atractivo para nadie que no lo compre para después colocárselo a BCE o porque piense que podría caer la rentabilidad aún más. Esto además demuestra que no hay ninguna expectativa real de un cambio en la política de los bancos centrales en el mundo occidental (excepto quizás en Reino Unido) en los próximos meses. Así pues, para un típico inversor o especulador bursátil la alternativa pueden ser las materias primas, las criptomonedas, derivados… pero no desde luego el tipo de interés que ofrece la renta fija.
Máximos históricos
Entonces, ¿por qué “baja” la bolsa? Lo primero es que la bolsa tiene una volatilidad altísima pero su tendencia sigue siendo alcista, lo que ocurre es que cuando cae, por ejemplo, un día el Nasdaq un 3% se amplifica más la noticia que cuando sube un 1% cada día durante tres sesiones. Todo lo más que ha ocurrido es, probablemente influido por esas expectativas que antes comentamos, una gran rotación (en la que, por cierto, se ha visto beneficiado el Ibex respecto a otros índices) por la que han bajado determinados valores (especialmente tecnológicos y los considerados “utilities” -en España el mejor ejemplo es Iberdrola-, justo de los que más avanzaron el año pasado) y han subido otros (los relacionados con las materias primas y los bancos -en España Repsol y BBVA, por ejemplo- que fueron de los más bajistas en 2020 y a los que más benefician las expectativas actuales). Dado que el principal índice bursátil mundial, el S&P500, tiene como valores con mayor peso a Apple, Amazon, Google, Facebook y Tesla, se ha visto perjudicado mientras que en el mismo país el Dow Jones Industrial (que tiene como acciones de mayor peso –porque las mide por el precio de cotización y no por su capitalización- a Goldman, UnitedHealth, Home Depot, Boeing…) se ha comportado mejor. Con todo, ya les gustaría a muchos índices bursátiles del mundo estar a un 4% de sus máximos históricos –conseguidos hace menos de un mes- como lo está el S&P500.
Conviene recordar que cuando una compañía paga un dividendo, se descuenta la misma cantidad abonada del precio de la acción. Es decir, no hay ningún plus para el accionista
Otro aspecto que me gustaría resaltar es la enorme importancia que algunos siguen dándole al tema del dividendo. Hasta siguen saliendo portadas en medios especializados advirtiendo de “estupendas rentabilidades por dividendo”. Todo el mundo debería saberlo pero por si acaso lo recuerdo: cuando una compañía paga un dividendo, se descuenta la misma cantidad abonada del precio de la acción. Es decir, no hay ningún plus para el accionista, la única ventaja es que tiene algo de liquidez de vez en cuando pero con la actual volatilidad, lo que se pueda cobrar de dividendo en todo un año puede perderse en apenas unas horas. Los dividendos son un factor importante para los accionistas de referencia, aquellos que invierten en una empresa pensando en que no la van a vender, para ellos sí es algo a tener muy en cuenta. Pongámonos en el caso del fondo de pensiones que lanzó una oferta para adquirir parte de Naturgy, ¡claro que le interesa recibir altos dividendos periódicos para sus participantes! Pero no olvidemos la cantidad de minoritarios españoles que compraron unos miles de euros en Telefónica o Santander con el argumento de la rentabilidad por dividendo y están perdiendo mucho dinero sin que les consuele haber recibido unos euros cada cierto tiempo. Este y otros mitos erróneos de la bolsa deberían haber desaparecido ahora que se ha popularizado tanto y se supone existe una mayor educación financiera por la facilidad de acceso que da internet para aprender pero… no.
¿Cómo reaccionará Wall Street?
Personalmente creo que hay demasiadas personas, y medios que les dan voz, pretendiendo racionalizar movimientos que no tienen por qué serlo, buscando excusas para todo lo que pasa, y que en muchas ocasiones se quedan obsoletas en una misma sesión porque la dirección que toman los mercados varía muy rápido. Es el típico bla bla bla de la bolsa que aporta elementos literarios a algo que debe ser un instrumento para ganar dinero, sea de forma especulativa o mediante una inversión a largo plazo que pretenda mejorar la nula rentabilidad que ofrece el banco por el ahorro tradicional. Por más análisis que se quieran hacer, ¿alguien tiene claro si Wall Street reaccionará al alza o a la baja por un buen o mal dato de empleo como el que se publica hoy, o si lo que haga la primera media hora –y se explique en las crónicas- quedará desfasado en horas y será de nuevo explicado esta noche con argumentos opuestos? Y no sólo en el muy corto plazo, ¿cuántos con criterios racionales pudieron adivinar hace tan sólo cinco meses el rally alcista de IAG, Santander o BBVA, cómo es posible que con un 2020 horrible y un 2021 que será peor que 2019 seguro, valores turísticos como Meliá estén cotizando a niveles pre-pandemia? Pues lo mismo hasta suben más…
¿Quién hubiera pensado que con una crisis tan grande como la de 2020, iba a tener tanto éxito Tesla que vende un producto bastante exclusivo? Pues lo ha tenido
Al final, los que estamos cada día batallando en los mercados, con estudio y experiencia podemos detectar tendencias o rotaciones como la que comenté antes, pero no conocemos el futuro. Siempre me gusta aprender de mis errores, y uno de los más grandes que recuerdo (por fortuna no me costó dinero pues era sólo una opinión) fue mi menosprecio a finales de 2001 acerca de una compañía que llevaba una caída desde máximos del 90% y cotizaba por debajo de los 18$ a los que salió a bolsa en 1997: “Y más que caerá, ¿Cómo va a tener futuro una tienda que vende libros por internet?” decía mi yo más ignorante… Y es que tendemos a pretender adivinar el futuro y eso es imposible. ¿Quién hubiera pensado que con una crisis tan grande como la de 2020, iba a tener tanto éxito Tesla, que vende un producto bastante exclusivo? Pues lo ha tenido, como en la pasada crisis lo tuvo Apple a pesar de que los consumidores redujeron su consumo y sus productos eran más caros que su competencia. Incluso saliéndonos de la bolsa, otro producto mucho más caro que su alternativa tradicional son las cápsulas de café, y Nespresso existe desde 1986 pero en la España de la anterior crisis con millones de parados, fue cuando se popularizaron. ¿Qué lógica tiene? Pues seguramente se la encontremos pero… a toro pasado. Y en inversiones eso no nos sirve de nada porque rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras...
Talleyrand
Si hay algo mucho peor que la inflacion es la deflaccion actual de occidente. Simplemente destruye sin ser creativa. Todos pensamos que una ligera inflacion es muy positiva. El aceite que lubrica la maquina y deja vivr al negocio bancario ahora casi colapsado. Una ligera inflacion hace que el credito tenga sentido. Pero..... debe ser muy ligera y siempre infeior al 3% porque si se dispara nos lleva a la republica de Weimar o la mas cercana argentinizacion cuando los gobiernos utilizan las devaluaciones y la inflacion generada para taponar el deficid publico y los desajustes varios. Ademas, la enorme deuda del mundo desarrollado no soportaria un incremento nominal de su coste sin quiebras en cadena. El binomio materias primas e inflacion serian un disparador de consecuencias incalculables. Nos guste o no , el mundo de la inflacion superbaja esta para quedarse para muchisimo tiempo, porque en caso contrario tendremos que prepararnos para una posguerra sin haber pegado un tiro.
Almacadi
Otro artículo más lleno de sentido común (que sigue siendo el menos común de los sentidos) y que seguro gustará a los lectores y/o seguidores de Pedro Pablo Valero. Y eso me lleva a recordar un libro que me regalaron allá por los años 70 escrito por un cordobés (de Espejo) llamado José De la Vega, instalado en Amsterdan a quien muchos consideran el fundador de las Bolsas. En el título del libro ( 1688) sí fue clarividente: "Confusión de confusiones".