El Gobierno anda metido en un callejón sin salida porque no quiere dar su brazo a torcer dando al Congreso el papel que le corresponde, pero el cambio de paradigma europeo de seguridad es tan brutal y tan grandes las necesidades de España de recuperar el tiempo perdido en materia de compra de armamento y material, que las posibilidades de sacarlo adelante sin desgaste por la izquierda en un país refractario a cualquier cosa que suene a guerra son remotas. Sólo hay que ver al PSOE anoche en el Parlamento colgado de la brocha por el sándwich que le hicieron entre Sumar y el resto de los socios, por un lado, y PP y Vox demandando transparencia, por otro.
Tiempo al tiempo. Pedro Sánchez acabará rindiéndose ante la evidencia sin triquiñuelas. Dispone de una mayoría de 258 diputados que suman PSOE (121) más PP (137) para aprobar sin ningún problema la nueva estrategia de Defensa y el aumento presupuestario que van a acometer todos los países europeos, pero, hoy por hoy, se niega a usarla para no tener que reconocer lo que ello implica: el final de la coalición con Sumar, apoyado parlamentariamente en el resto de la izquierda y los independentistas, y una previsible convocatoria electoral antes de un año; por descontado, bastante antes de ese 2027 que parece haberse convertido en un nuevo tótem del Manual de Resistencia presidencial.
En lugar de envolverse en la bandera española, como hicieran otros presidentes en anteriores momentos prebélicos, dando así el abrazo del oso a un Alberto Núñez Feijóo que tendría poco menos que imposible decir no, el presidente del Gobierno lleva semanas huyendo de ese escenario como de la quema. Intenta, sin éxito -ya le han dicho que nones-, ganar tiempo a ver si la UE patrocina algo del milmillonario desembolso que nos va a tocar aflojar. Hasta se inventó el jueves de la semana pasada una ronda "informativa" con todos los partidos del arco parlamentario con tal de no darle un gramo más de protagonismo a su adversario popular en la pelea por La Moncloa.
A dónde estará llegando el despropósito que hasta Grecia se ha quejado de que nos comportemos como gorrones siendo la cuarta economía del euro. El viceprimer ministro griego, el conservador Kostas Hatzidakis, se quejó amargamente el martes durante última Consejo de Ministros de Economía en Bruselas de que España intente colar como gasto en seguridad el cambio climático o la ocurrencia de las vacunas. El país heleno, pese a ser rescatado por la UE hace quince años, ha cumplido con el objetivo OTAN de gastar en defensa más del 2% del PIB/año
Pedro Sánchez ha conseguido que la ensimismada política española parezca un pulso imposible entre, por un lado, la realidad a la cual nos aboca el nuevo escenario geopolítico tras la vuelta de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos, el fin del paraguas nuclear estadounidense, con todo lo que eso conlleva para las arcas de nuestros países, y, por otro, la ficción de un país de cuento cuya ministra de Sanidad, Mónica García, propone -sin reírse- que las vacunas sea también computadas como gasto en Defensa, perdón, "seguridad" en la neolengua gubernamental que nos invade desde hace semanas... como lo leen.
A dónde estará llegando el despropósito que hasta Grecia se ha quejado de que nos comportemos como gorrones siendo la cuarta economía del euro. El viceprimer ministro griego, el conservador Kostas Hatzidakis, se quejó amargamente el martes durante última Consejo de Ministros de Economía en Bruselas de que España intente colar como gasto en seguridad las políticas del "cambio climático" (sic) o la ocurrencia de las vacunas.
Y es que el país heleno, pese a ser rescatado por la UE hace quince años, ha cumplido en estos tres lustros con el objetivo OTAN de gastar en defensa más del 2% del Producto Interior Bruto (PIB) y su Gobierno consideraría tremendamente "injusto" recibir ahora el mismo trato que países como España, que aún está en el 1,28% y no ha hecho los deberes como aliado. Bien es cierto que la amenaza turca y el conflicto greco-chipriota alentaron ese gasto
Todo nace del miedo de Sánchez a tratarnos como adultos, a decirnos que, igual que a nadie se le ocurre regatear en recursos y efectivos para esas Policía y Guardia Civil que nos preservan del asesinato y el robo en nuestras ciudades y pueblos, necesitamos dotarnos de unos Ejércitos lo suficientemente disuasorios como para que Vladimir Putin entienda el mensaje: ˋNo pases de Ucrania' ; y defenderlo con convicciòn no nos convierte en unos belicistas rabiosos sino en unos optimistas bien informados, conscientes de los riesgos y oportunidades de la vida.
Todo nace del miedo de Sánchez a tratarnos como adultos, a decirnos que, igual que a nadie se le ocurre regatear en recursos y efectivos para esas Policía y Guardia Civil que nos preservan del asesinato y el robo en nuestras ciudades y pueblos; a decirnos que, dotarse de unos Ejércitos lo suficientemente disuasorios como para que Vladimir Putin entienda el mensaje: no pases de Ucrania y defenderlo con convicciòn no nos convierte en unos belicistas rabiosos sino en unos optimistas bien informados, conscientes de los riesgos y oportunidades que enfrenta el continente.
Lo curioso del asunto es que el mismo presidente del Gobierno capaz de aseverar sin despeinarse que "no hay diplomacia creíble sin un Ejército creíble", luego supedita las consecuencias de esa afirmación, una inversión extra anual de entre 5.000 y 10.000 millones más en armas, soldados y ciberseguridad, a su cálculo político personal. Desde que se ha puesto sobre la mesa de todas las capitales europeas la obligación de gastar más y mejor en Defensa, hace meses y medio, el inquilino de La Moncloa ha dado en todo momento la sensación de priorizar el mantenerse en el palacio presidencial a toda costa, no dando a Feijóo ni un gramo más del protagonismo necesario.
Su problema es que en esta situación el protagonismo de la oposición tiende a ser infinito, mal que le pese al PSOE, por la propia naturaleza del problema; porque estamos hablando de una de esas cuestiones de Estado que trascienden a los gobiernos: Muchos años después de que Sánchez abandone La Moncloa, el próximo Ejecutivo español tendrá que seguir haciendo frente a los compromisos que adopten en este momento crucial de nuestra historia los 27 países de la UE. Y, aunque sólo sea por eso, el desafío merece que Sánchez todos renuncie a la política del muro inaugurada en el debate de investidura de esta legislatura, hace ya año y medio.
polplancon
19/03/2025 14:30
Perro Sanxe está acabado. Lo sabe y eso lo está consumiendo. Pero no es digno de compasión, se ha hecho acreedor a todo lo malo que pueda ocurrirle y a los demás nos queda disfrutar del espectáculo de su hundimiento hasta desaparecer en las tinieblas de las que nunca debió salir.