Opinión

Destruir la sanidad, enterrar al pueblo

El régimen es un Estado fallido en todo menos en la corrupción

  • Sede de Muface


No queda rincón del régimen que no esté cubierto de lodo infecto como el de los sótanos de Catarroja. Lo han destruido todo porque la destrucción del porvenir de los españoles  -y de España- siempre fue el proyecto latente, impulsor de las medidas adoptadas durante años que han convertido a España en zona catastrófica en un sentido material y moral. Al igual que destruyeron presas entre aplausos de fanáticos que trabajan para lobbies climáticos enemigos del bien común, el próximo objetivo es la destrucción inminente de la sanidad, pública y privada.

 

Han creado una encerrona contra los más humildes y la clase media por dos flancos. El primer paso que anunció la pronta implosión de la sanidad pública fue acabar con Muface. Muchos despistados sin neuronas suficientes para terminar el día lo celebran eufóricos, «que se fastidien los funcionarios», sin que entiendan que es a ellos a quienes más perjudica. Los funcionarios sólo gozaban de libertad de elección entre pagar cuota a la sanidad pública o una sanidad concertada con pocos médicos y cada vez menos coberturas sin que pudiesen ser atendidos en la Seguridad Social, a diferencia de los inmigrantes ilegales. El Estado pagaba muy por debajo del coste de los servicios. Sólo una empresa o Estado miserable que se niega a que las cuotas de sus empleados se destinen a un seguro médico que facilite el acceso a la sanidad a todos. Ni en Burkina Faso.

 

La mayoría de los funcionarios del Estado están destinados en Madrid, por lo que el colapso sanitario que se avecina en los próximos meses es un arma de destrucción política creada para acabar con un rival político, la comunidad de Madrid de Ayuso

 

Desde enero del 2025 un millón y medio de funcionarios y sus familias están obligados a acudir a la Seguridad Social, lo que provocará un colapso sin precedentes en la atención primaria, urgencias y todas las especialidades médicas. Este desastre inducido es un plan deseado por este Gobierno, pues en el régimen fallido de las autonomías la sanidad está cedida a las CC.AA. Ellos causan el desastre y no asumen las consecuencias. La mayoría de los funcionarios del Estado están destinados en Madrid, por lo que el colapso sanitario que se avecina en los próximos meses es un arma de destrucción política creada para acabar con un rival político, la comunidad de Madrid de Ayuso.

 

Para agravar esta emboscada, el Gobierno quiere aprobar un paquete fiscal de subida masiva de impuestos, con récord de recaudación fiscal en el año 2024 (creció por encima del PIB, lo que indica su carácter expoliador, con un superávit de 15.000 millones de euros). Incluye acabar con la exención fiscal a las primas de los seguros privados encareciendo su coste un 21%, que sólo podrán costearse los que más tienen. Los españoles tenían que pagar dos seguros sanitarios para recibir una atención aceptable, uno público obligatorio y un seguro privado para sobrevivir en los cotidiano de la urgencia. En España hay 12 millones de personas con seguro privado, un 25% de la población. La mayoría no podrá afrontar la subida, por lo que sólo podrán acudir a la sanidad pública colapsada con los nuevos pacientes y los anteriores. Nos llevan directos a una bomba de relojería.

 

La recaudación en relación al PIB per cápita en España es un 52% superior a la media europea, sin que ninguna economía avanzada presente un dato tan escandalosamente corrupto. Un atraco sin precedentes

 

Utilizan la desgracia y los muertos que ellos causaron para justificar el aumento de una recaudación fiscal innecesaria para la Dana que no se destinará a ayudas y servicios públicos. Repiten que hay que igualar la presión fiscal a la media europea, pero la realidad confiscatoria se mide por el esfuerzo fiscal. La recaudación en relación al PIB per cápita en España es un 52% superior a la media europea, sin que ninguna economía avanzada presente un dato tan escandalosamente corrupto. Un atraco sin precedentes para que luego los ciudadanos tengamos que donar dinero para ayudar a nuestros compatriotas para que tengan lo mínimo. Para que luego tengamos que destinar un 20% más del salario —si nos queda— para una receta de antibióticos que pagaremos su totalidad, por esa neumonía o para que nos vea el ginecólogo antes de que ese maldito bulto crezca.

Las movilizaciones de la izquierda

 

Han declarado la guerra al pueblo, que es una víctima colateral a sacrificar en disputas políticas de la partitocracia. El Gobierno que dejó morir a personas desaparecidas en garajes y entre el lodo al negarse a enviar al Ejército por cargarse un Gobierno del PP en Valencia y rentabilizar la tragedia de los españoles, ahora están dispuestos a que quienes no llegan a fin de mes, incluidos niños, no pueden hacer frente a seguros privados y vean empeorar su enfermedad sin atención, enfermedades sin diagnosticar a tiempo o pierdan la vida en una lista de espera. La izquierda aguarda el dolor del pueblo para rentabilizar su desgracia y liderar manifestaciones por la destrucción de la sanidad pública que han causado ellos, que sí podrán pagar caros seguros privados a sus hijos. Son criminales sin escrúpulos, están en el poder y vienen a por usted.

 

El régimen es un Estado fallido en todo menos en la corrupción, lo peor es que ya es un sistema que pone en riesgo nuestra vida para enriquecerse. Mientras que el PSOE y Sumar están dispuestos a que españoles pierdan la vida para destruir políticamente las autonomías al PP, éste insiste en no hacer oposición dura. «Sólo el pueblo salva al pueblo». Tendremos que acabar también con este Gobierno. Nos va la vida en ello.

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