ETA está dando, ahora sí, sus últimas suspiros. Sus últimas bocanadas del oxígeno que ella misma contaminó hasta hacerlo venenoso. La banda criminal ha sido derrotada por el Estado democrático de derecho. Por la ciudadanía española y por la sociedad vasca que, de pie y con valentía, decidieron hace muchos años hacer frente a la barbarie y la sinrazón. Pero el final de ETA no es el final del camino. Es un punto y aparte decisivo, fundamental, en una historia que jamás debió construirse. Ahora queda escribir todos y cada uno de los capítulos que la han conformado para evitar que se repita.
Memoria para evitar repetir los mismos errores que han llenado de sangre las calles de España, de lágrimas detrás de las cortinas los hogares de miles de ciudadanos que han sufrido en silencio, y durante muchos años con incomprensión, el azote de la violencia fascista vasca. Memoria para honrar a las víctimas, a sus familiares y amigos, a la sociedad que tembló y se unió contra la imposición de una idea única del País Vasco. Memoria contra el 'apartheid' ideológico del nacionalismo, contra la sangre, la extorsión, las amenazas, el odio. Memoria contra el dolor injusto y la violencia cobarde. Memoria para no olvidar jamás que el nacionalismo y el populismo llevan a la ruptura y al dolor. Para que quede constancia de todas y cada una de las acciones violentas que durante los años del plomo asolaron a Euskadi y al resto de España.
Memoria contra el 'apartheid' ideológico del nacionalismo, contra la sangre, la extorsión, las amenazas y el odio
Y justicia. Justicia para que se pague el precio necesario por el dolor infligido. Para anteponer el estado de derecho a los sueños construidos bajo una bandera, a los anhelos de ruptura, de imposición, de supremacismo. Justicia para evitar la impunidad y atenuar en la medida de lo posible el dolor irreparable de las víctimas. Justicia de un país democrático y europeo contra el absurdo independentista en el siglo XXI.
ETA ha sido, por fin en pasado, la página más triste, cruel y dura de la historia de España. Su comunicado pidiendo perdón, en un texto pueril y absurdo, constata el triunfo de la razón y el derecho sobre el terror. ETA ha perdido estrepitosamente. España y, por inclusión, el País Vasco ganan un futuro en paz construido sobre la firmeza, la verdad y la justicia.