Opinión

¿El fin de la cristiandad?

Abrazar o rechazar la civilización cristiana es uno de los grandes dilemas de Occidente en nuestro tiempo

  • Benedicto XVI dirigiéndose al Bundestag alemán en septiembre de 2011

Atentos al tráiler: “El teólogo Ignacio María Fernández de Torres recuerda aquel Renacimiento en que papas como Inocencio VIII, Alejandro VI, Julio II, Clemente VII, Paulo III…iban engendrando hijos ilegítimos; recuerda que en tiempos de San Vicente De Paúl (siglo VIII) más de la mitad de los sacerdotes no sabían dar la fórmula de la absolución; y recuerda que en el siglo X el Papa hubo de incitar a los obispos para que se abstuvieran de regentar casas de prostitución, así como exhortar al clero a no fornicar en los templos (pues ello ocasionaba, entre otras, la engorrosa molestia de tener que reconsagrar los edificios luego)”, explica el informe ¿Se ha acabado la cristiandad?

Se trata de veinte páginas escritas por el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, una voz solvente para informarse sobre pensamiento católico actual (y sus potentes polémicas). El informe, publicado por la Fundación Disenso, reivindica a Benedicto XVI como “el intelectual que con mayor firmeza ha batallado por la triple raíz de la cristiandad, esto es, por Atenas, Roma y Jerusalem: por el pensamiento griego, la juridicidad latina y la espiritualidad judeocristiana”. Para dejar las cosas claras, diremos que cristiandad es “aquella sociedad en la que lo cristiano tiene la hegemonía en el campo de las ideas y, por tanto, también en la política, las costumbres, la moral, el arte, las tradiciones…” Esto no quiere decir que todos debamos convertirnos ni que estar convertido te asegure un estatus social superior.

Quintana desmonta con argumentos a los cristianos que consideran su religión como una zona vip donde cultivar relaciones y actitudes exquisitas mientras el resto del mundo se pudre. Tampoco traga a quienes rebajan el vino del Señor con actitudes oenegeras, reduciendo el cristianismo a un manual de conducta firmado por Ned Flanders. El sector más sustancial siempre está en los fieles (y en los cristianos culturales) que no se desentienden de las cargas del poder ni de las de complejidades de las instituciones, dos tareas que siempre conllevan equivocarse e incurrir en decisiones reprochables.

Cristiandad o 'wokismo'

En una sociedad no existe el vacío moral, por tanto si los cristianos no impulsan la cristiandad lo más probable -advierte- es que acabemos en manos del progresismo woke o del Islam. Quintana Paz nos recuerda que actualmente vivimos el ‘cisma oculto’, concepto acuñado por el filósofo Pietro Prini para describir el hecho de que la inmensa mayoría de los católicos no siguen ya las indicaciones de la jerarquía sobre las grandes cuestiones morales, sean estas los anticonceptivos, la confesión o el aborto. ¿Es la iglesia católica un barco que se aleja de sus fieles?

García Linera, cerebro del socialismo del siglo XXI, ve en la entrega de los jesuitas el modelo para formar cuadros de izquierda

Las premisas y conclusiones de este texto de combate merecen leerse íntegras, sin que yo merme el voltaje con un resumen. Por mi parte, como lector ávido de prensa política, les diré que en los últimos meses he encontrado más referencias que nunca a la religión cristiana entre los líderes del mundo hispanohablante, sean estos de izquierda o de derecha. Nayib Bukele se encomendó a Dios en un duro discurso a sus tropas antes de lanzarlas a una guerra contra las bandas que carcomen su país. Isabel Díaz Ayuso, en el registro contrario, ofreció esta Navidad un dulce alegato junto a la asociación de belenistas de Madrid. “El mensaje cristiano, se tenga fe o no, impregna nuestra forma de ver el mundo como personas y como sociedad”, recordó a los madrileños.

Juan García Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, reinvindicó en verano nuestras raíces cristianas en la catedral de Palencia. "El siglo XXI, en muchos aspectos, es ejemplo de lo mejor de una sociedad, pero también es el primer experimento de una sociedad sin religión. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? La pérdida del sentido de lo colectivo, de lo trascendente y de lo espiritual", lamentaba. No se trata de aspirar a una teocracia, algo poco compatible con el cristianismo, sino de aprovechar en favor del país un sistema de valores que parece más relevante con cada siglo que pasa.

El cristianismo no es crucial solo para los líderes de la derecha. Álvaro García Linera, uno de los cerebros del socialismo del siglo XXI en América Latina, fue muy claro en una reciente entrevista con la revista cultural Minerva, cuando el sociólogo Iago Moreno le pregunto qué significa para él formar a un cuadro político. “La mejor imagen que me viene a la cabeza es la de un jesuita: aferrado a su creencia, con su cruz, caminando en medio de la selva, dispuesto a todos los sacrificios y tormentos del cuerpo. Aferrado a una fe que le hace capaz de sobreponerse a los fracasos, al abandono, a la muerte... Los cuadros son hombres y mujeres de creencias, y hay un déficit de cuadros en las izquierda”, destaca. ¿El fin de la cristiandad? Quizá un nuevo principio.

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