Opinión

La censura de Tamames

Ha sido siempre un verso suelto, alguien alejado del sometimiento a la tiranía de la disciplina de partido, dictadura que desgraciadamente ata a tantos políticos

  • Santiago Abascal y Ramón Tamames. -

La semana pasada fue por fin confirmada la presentación de la moción de censura a Pedro Sánchez por parte de Vox que, según se ha anunciado, será registrada en el día de hoy. Se pone así en marcha el reloj de un acontecimiento que para muchos va a ser un balón de oxígeno para un Gobierno sanchista en horas bajas. No puede negarse esta posibilidad sobre todo porque, ya conocemos el percal, Sánchez tirará de todas las marrullerías a que nos tiene acostumbrados para que ésa sea su consecuencia. De hecho, según informan los medios, la primera jugarreta que está maquinando la fábrica monclovita de manipulación consiste en la fijación de las fechas para la celebración de la moción justo en el preámbulo de la campaña para las elecciones municipales y autonómicas, síntoma evidente de su previsión acerca del efecto electoral que pueda tener el debate parlamentario de la moción. Pero como dicen los argentinos “nadie tiene la vaca atada” o lo que es lo mismo, nunca un partido está ganado antes de jugarlo.

Que de la capacidad intelectual de Ramón Tamames cabe esperar una inicial censura al Gobierno sobradamente fundamentada, perfectamente estructurada y atractivamente expuesta no me cabe ninguna duda. Fui su alumno en la Facultad de Económicas de la UAM de Madrid -dos asignaturas- y puedo manifestar que fue el profesor más brillante que tuve en la carrera. Su conocimiento técnico enciclopédico, su vasta cultura, su experiencia política y vital, y su capacidad para conjugar la teoría económica con la realidad de la economía española son incontestables. Todo esto permite esperar que su discurso inicial pueda resultar demoledor para las huestes del Gobierno. Además, su condición de independiente aporta un plus adicional que aumenta el valor de su crítica. Tamames ha sido siempre un verso suelto, alguien alejado del sometimiento a la tiranía de la disciplina de partido, dictadura que desgraciadamente ata a tantos políticos -muchos, demasiados- que solo pueden vivir de la política y que, por tanto, vienen obligados a seguir de manera acrítica las órdenes y consignas de su partido. Cansada como está la sociedad española de tantos “sí señor” estabulados en la política, la independencia de Tamames constituye un especial atractivo para escuchar su discurso de censura.

Es razonable plantearse si Tamames dispone de la resistencia física necesaria para aguantar un largo, larguísimo, debate sin que su batería se vaya descargando progresivamente

Por otra parte, el formato del debate de una moción de censura elimina la ventaja de tiempo ilimitado de la que dispone el presidente del Gobierno en los debates parlamentarios y que, es obvio, Sánchez viene utilizando con un exceso claramente abusivo. Sin duda, la ausencia de esta prebenda le va a resultar incómoda al que tanto abusa de ella y está por ver como se desenvuelve sin esas condiciones de flagrante desigualdad a su favor. Ahora bien, es razonable plantearse si Tamames dispone de la resistencia física necesaria para aguantar un largo, larguísimo, debate sin que su batería se vaya descargando progresivamente. Si así sucediera, las réplicas, dúplicas y sucesivas intervenciones de unos y otros pueden llegar a devaluar el efecto previsiblemente positivo que logre con su primer discurso. Se trata de una incógnita que solo resultará resuelta durante el desarrollo de la moción.

Expuestas las consideraciones anteriores, es necesario abordar la situación que afronta el Partido Popular. En principio, la moción supone una confrontación entre el contrincante de Núñez Feijóo para la presidencia del Gobierno y su competidor en la captura del voto de centroderecha. Para el PP, lo bueno es que uno de sus dos rivales perderá políticamente el debate, lo malo es que el otro lo ganará. En este escenario, Núñez Feijóo debe actuar con la inteligencia y astucia precisa para rentabilizar al máximo la derrota del que pierda y minimizar el desgaste que le pueda suponer la victoria del que gane.

Parece que el líder del PP ya ha adoptado una primera decisión acertada pues, según diversas fuentes, ha decidido que su grupo parlamentario se abstenga en la votación. De ese modo, sin apoyar a VOX -lo que sería inaudito- descarta también votar junto al PSOE, Podemos y la demás fauna parlamentaria que sustenta al actual Gobierno, evitando así la sideral torpeza cometida en su día por Pablo Casado. Seguro que Núñez Feijóo también evitará la otra que cometió su predecesor que, en vez de aprovechar el momento para criticar las políticas del Gobierno, destinó sus intervenciones a intentar destruir a Vox realizando además un ataque personal injustificado e injusto a Santiago Abascal. De la inteligencia política de Núñez Feijóo cabe esperar que entienda que las únicas dianas a perforar han de ser Pedro Sánchez y su Gobierno de modo que, sin perjuicio de las obligadas referencias a la intervención de Ramón Tamames, la portavoz del PP centre su intervención en la crítica al ejecutivo.

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