La pretensión de María Chivite de convertirse en presidenta del Gobierno de Navarra choca frontalmente con los compromisos asumidos públicamente antes de que a raíz de la famosa encuesta del CIS de Tezanos pudiera vislumbrar la posibilidad de dar el “sorpasso” a Uxue Barkos y reivindicar la formación de un gobierno “progresista” con el apoyo de Geroa Bai, Podemos, Izquierda Unida y Bildu, y evitar así la vuelta al poder de “las derechas”.
Las hemerotecas registran que el 20 de marzo de 2018, la secretaria general del PSN participó en un desayuno informativo en el Hotel Palace de Madrid, bajo la atenta mirada de su presentador, Pedro Sánchez. Resumo su intervención entrecomillando sus palabras textuales: “Lo identitario [de signo euzkadiano] prevalece en el día a día de la acción del Gobierno navarro, que está hipotecado por Bildu”. El PSN tiene “muy claro” que no pactará con los filoterroristas, por una razón “fundamental”, que tiene que ver con la “ética”, “ya que le quedan “muchos pasos por dar” para llegar a condenar los atentados y extorsiones de ETA; y en segundo lugar, porque no coinciden con su modelo económico. Después hacía una feroz crítica del Gobierno de Uxue Barkos en cuanto a su política social, fiscal y económica que consideraba calamitosa para la Comunidad foral. De modo que el “cambio” liderado por aquella ha tenido “poco de social y mucho de identitario”. Para concluir que la única obsesión del cuatripartito era euskaldunizar Navarra a cualquier precio para sumarla a las tesis del independentismo vasco, por lo que advertía que en caso de tener éxito “España tendrá un problema añadido al catalán”. Y Sánchez aplaudió.
En plena campaña electoral el secretario general del PSOE vino a Pamplona. Dijo que en las elecciones forales los ciudadanos navarros debían decidir entre “avanzar” con un gobierno del PSOE o verse “paralizados” por “la tenaza del nacionalismo”, cuyo “único proyecto es una construcción nacional que nada tiene que ver con el sentir mayoritario de los navarros y de las navarras”. Y ante un nutrido grupo de enfervorizados militantes proclamó que los socialistas somos “el único partido que defiende la identidad y la foralidad de Navarra”.
La ciudadanía asiste con asombro al actual mercadeo de gobiernos autonómicos y municipales. Navarra no puede ser moneda de cambio de nada ni de nadie
Pues bien, está claro que a la líder socialista no le importa entonar aquello de donde dije digo, digo Diego. De la noche a la mañana, el cuatripartito ha dejado de ser nefasto para el progreso de Navarra y ya no representa ningún riesgo identitario. Por eso ha abierto un diálogo sin condiciones previas con Uxue Barkos y compañía (salvo con Bildu para no contaminarse aunque sin hacer ascos a sus votos). Esgrime un argumento de Perogrullo: a la ciudadanía navarra le preocupa la educación, la sanidad, los servicios sociales, la creación de empleo, bla, bla, bla… y por eso hay que hacer una nueva política “progresista”. Lo chocante es que pretenda llevarla a cabo con los mismos que según sus propias palabras han aplicado políticas de retroceso en todo cuanto preocupa al pueblo navarro.
Obnubilada por su obsesión de tener a su alcance el Boletín Oficial de la Comunidad Foral, María Chivite no ha percibido todavía que su acuerdo con los miembros del cuatripartito supone una clara transgresión de los principios de la democracia que exige respetar el veredicto de las urnas. El pasado 26 de mayo el electorado otorgó amplísima mayoría a los partidos constitucionalistas. Treinta y un parlamentarios sobre cincuenta respetan el marco de la Constitución y rechazan las políticas identitarias –Sánchez dixit– contrarias “al sentir mayoritario de los navarros y las navarras”. Por eso, es un gran fraude a la democracia pasar por alto que Navarra Suma ha derrotado al cuatripartito en pleno. A María Chivite ya no le importa que España tenga un problema añadido al catalán si llegan a triunfar los sueños identitarios del nacionalismo vasco en Navarra. Es triste que cuatro años de eficaz oposición desde una perspectiva de izquierdas, premiada en las urnas con la derrota de la formación liderada por Barkos, se tiren por la borda para “blanquear” una labor de un gobierno que tantos rotos ha hecho a la convivencia democrática, además de poner palos en la rueda del bienestar y el progreso de Navarra.
La ciudadanía asiste con asombro al actual mercadeo de gobiernos autonómicos y municipales. Navarra no puede ser moneda de cambio de nada ni de nadie. Aquel 21 de marzo de 2018, María Chivite sólo descartó pactos de gobierno con Bildu y con el PP. No hace falta que me detenga en denunciar la torpe obscenidad de una comparación que equipara a demócratas con liberticidas, a víctimas con verdugos. Tan sólo recordar que en el pasado, incluso cuando UPN mantenía un pacto de colaboración estable y permanente con el PP, el PSOE mantuvo una fructífera relación con los regionalistas basada en la lealtad al estatus de Navarra y en programas de auténtico progreso y bienestar social. Y no es ocioso recordar que el Amejoramiento del Fuero de 1982 salió adelante cuando el PSN actuó codo con codo con quienes ahora demoniza, mientras planea compartir el poder con los mismos que pretendieron y pretenden acabar con la libertad, la foralidad y la vocación española de Navarra.