Opinión

Las mujeres pierden por KO

Lo que no vemos es a mujeres sintiéndose hombres para competir contra ellos, qué curioso

  • Angela Carini e Imane Khelafi -

El día que una revista de renombre, de cuyo nombre no quiero acordarme, otorgó a Bono, el líder de U2, su distinguido premio como mujer del año, por “las cosas maravillosas a favor de las mujeres que está haciendo” y la gente aplaudió, supe que se habían abierto las puertas del infierno.

¿De verdad que no había una mujer, que hiciera cosas maravillosas por las mujeres, para ser considerada mujer del año, antes que un hombre? Esto era solo el comienzo de la caída de las mujeres, por parte de un supuesto movimiento feminista al que en realidad no le importamos nosotras, sino el beneficio económico y la red empresarial que teje arropándose con lobbys LGTBI y lo que haga falta.

Fue en el año 2016. Desde entonces, hemos visto cómo personas que nacieron siendo hombres se han presentado a concursos de belleza femeninos, únicamente asegurando que se sienten mujeres, y han ganado los certámenes. Algunas de esas personas se habían operado todo lo que se puede someter a cirugía y más, otras apenas cabían en el vestido que lucían y todo lo que habían hecho era dejarse el pelo largo y calzarse unos tacones. Y aún así, los premiábamos. Aún así, veíamos a las misses abrazando y felicitando a un tipo con la nuez como un pomelo, coronado con la diadema, la banda y agarrando el ramo de flores. Las participantes no se podían negar a competir con esa persona, por miedo a que les colgáramos la etiqueta de tránsfobas y les hundiéramos la vida para siempre.

Algunas mujeres nos dábamos cuenta de lo humillante que es que se lance el mensaje de que para considerar a la mujer más bella, vale cualquier hombre vestido de mujer

El mensaje para cometer y justificar tal disparate es que esto es inclusividad. Las pocas personas que alzábamos la voz entonces, señalando la barbaridad de esta injusticia, teníamos que aguantar insultos, persecución y acoso.

Mientras algunos aplaudían estas cosas, otros simplemente se reían y algunos se enfurecían, algunas mujeres nos dábamos cuenta de lo humillante que es que se lance el mensaje de que para considerar a la mujer más bella, vale cualquier hombre vestido de mujer, antes que las propias mujeres. ¿En serio que no había mujer más bella que un hombre disfrazado de mujer?

Como si los certámenes de belleza fueran el pistoletazo de salida, pronto empezamos a ver a hombres que decían sentirse mujeres, exigiendo su derecho a participar contra ellas en otro tipo de competiciones. Llegó el nadador que pasó de no comerse un colín en las competiciones masculinas a ganar en Estados Unidos la División I, al completar las 500 yardas en la categoría femenina, cuyo pene en erección incomodaba a las nadadores en las duchas del vestuario, pero se excusaba afirmando que se sentía una mujer lesbiana.

Hombres que decían sentirse mujeres, prosiguieron compitiendo en categorías femeninas y obteniendo los premios con los que soñaban las mujeres que se habían dedicado en cuerpo y alma, sacrificándolo todo, para ver ahora cómo les eran arrebatados.

Y así llegamos a Los Juegos de París en 2024, donde surge la polémica con dos supuestas boxeadoras que me recuerdan más a mi tío Pepe que a cualquier mujer que conozca. La boxeadora italiana Ángela Carina, aguanta tan solo 46 segundos de combate cuando se enfrenta a Imane Khelif, de origen argelino. Entre lágrimas decide retirarse, porque comprende que no merece la pena exponerse a que la maten en el ring sin ninguna posibilidad de evitarlo. Después asegura que a pesar de haber entrenado con hombres, jamás había sentido tanto dolor ante los golpes que recibió. El sueño para Carina se desvanece con cada lágrima de impotencia y rabia que resbala por sus mejillas.

El concepto 'Intersexualidad' se les atribuye a las personas que no encajan con los patrones establecidos de cuerpos masculinos o femeninos. Su desarrollo de cromosomas, gónadas o características hormonales son atípicas

Y aquí surge de nuevo otra polémica. Cuando todo el mundo empieza por fin a reclamar lo que muchas llevamos exigiendo desde hace tiempo, que si una persona no es biológicamente una mujer no se le permita competir como tal, nos lanzan la intersexualidad a la cara. Que no es un hombre, señores, que es intersexual. Y todos como memos a discutir que si la intersexualidad patatas. No sabemos, o al menos yo no sé, si Khelif ha presentado un informe médico que confirme tal diagnóstico o esto es algo que nos dice su entrenador, su tía que le quiere mucho o su prima del pueblo, lo que sí sé es que me da absolutamente igual: no se le puede permitir competir contra mujeres, por la propia definición de lo que es ser intersexual, tan sencillo como eso.

El concepto 'Intersexualidad' se les atribuye a las personas que no encajan con los patrones establecidos de cuerpos masculinos o femeninos. Su desarrollo de cromosomas, gónadas o características hormonales son atípicas. Es decir, no se puede catalogar como hombre ni como mujer, de manera que cada uno elige el sexo con el que se identifica cuando es adulto, que rara vez difiere del que deciden sus padres cuando es un bebé. Así que, como dicen en mi pueblo, vuelta la burra al trigo: ¿qué narices hace compitiendo contra mujeres alguien que no encaja en los patrones biológicos femeninos? ¿Solo porque dice que se siente mujer?

Esto es realmente agotador. Ver cómo se nos expulsa a las mujeres de todos aquellos lugares a los que tanto nos ha costado llegar, para ser sustituidas por hombres, (o lo que sea), que dicen sentirse mujeres. Lo que no vemos es a mujeres sintiéndose hombres para competir contra ellos, qué curioso. Lo que tampoco vemos es a hombres que se identifican como mujeres compitiendo en actividades donde la fuerza bruta y la potencia no son una ventaja, como por ejemplo, gimnasia rítmica o natación sincronizada. Qué curioso.

Nuestro lugar en el mundo

Y entre tanto lodazal, aparece el campeón de boxeo italiano Gianmarco Cardillo, asegurando que hace 15 días que se siente mujer y que quiere un combate con Khelif. Pues no son nadie los italianos para estas cosas: ¡vendetta!

Aunque agradezco infinitamente el gesto del campeón, les reconozco que me parece muy triste que en estos tiempos, que se supone que somos más feministas que nunca, tenga que venir un hombre a salvarnos a las mujeres y darnos nuestro lugar ante el mundo, aunque sea a hostia limpia.

Agradecida, pero triste, aplaudo a este caballero.

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