Septiembre, 2010. Era mi primer día de universidad. Acabé en una de pijos y del Opus, sin ser yo nada de eso. Era la jornada de inauguración y nos reunieron a los nuevos alumnos en una sala. Cuatro hombres con corbatas, bastante aparentes y con cara de 120K nos empezaron a soltar el rollo. No hice caso a lo que decían hasta que habló el cuarto. Comenzó a decirnos que el mercado laboral era muy competitivo y que solo triunfarían unos pocos: “De hecho, si me dejarais un rato más podría deciros quiénes de vosotros vais a llegar a algo y quiénes no”.
Esa frase se me quedó grabada y me asaltaba de vez en cuando: ¿a qué se refería? ¿Seré yo una de las personas que no va a llegar a nada? ¿Acabaré en el paro? ¿Y si me he equivocado de carrera y no sirvo para escribir? Años mas tarde me di cuenta de que aquel señor, cuyo nombre no recuerdo, hablaba de la gente mediocre.
Desde entonces, cuando conozco a alguien lo meto en alguno de estos tres grupos: a) gente mediocre, b) gente no mediocre y c) gente mediocre que no sabe que lo es. Hacer esto facilita mucho las cosas porque te ahorra tiempo y disgustos. El problema es que la mediocridad solo suele ser percibida por el que no lo es, y esto es un problema.
La extinción de la gente mediocre
La gente mediocre es un escollo para la sociedad. Son personas que intentan frenar el desarrollo del talento de los no mediocres y se rodean de personas peores que ellos, por eso es vital que no lideren ningún equipo, empresa, y mucho menos un Gobierno. Que se extingan de la primera línea o sean relegados a tareas secundarias: acatar órdenes, cumplirlas y no cuestionarlas.
Un país liderado por una persona mediocre, como es Pedro Sánchez, no solo no aporta nada a España, sino que nos llevará a algo peor. El actual presidente cumple a rajatabla la definición de lo que es la mediocridad, y lo refleja en sus continuos actos. Los últimos: negarse a pactar con otro partido y condenarnos a una repetición de las elecciones, y no hacer absolutamente nada ante la batalla campal sucedida en Cataluña.
Un país liderado por una persona mediocre, como es Pedro Sánchez, no solo no aportará nada a España, sino que nos llevará a algo peor
Los mediocres son así. Personas sin talento que han adquirido un puesto de poder por un golpe de suerte o por estar arropados por gente igual de mediocre, como Carmen Calvo. Las personas mediocres se alían entre ellas, y nunca dejarán que alguien no mediocre sea reconocido, y mucho menos aliarse con él, ya que su supuesta valía podría quedar en entredicho.
Sánchez es como el típico alumno que estudia tres semanas antes de un examen y acaba aprobando. No le sale natural, tiene que esforzarse, no tiene talento. El presidente tiene cinco titulaciones académicas y muchos cursos de oratoria detrás, lo que le han servido para acabar liderando un país que no sabe gobernar simplemente porque no sirve para ello.
Viene una crisis, ¿queremos al PSOE otra vez?
Piensa en los jefes que has tenido a lo largo de tu vida. Si no eres mediocre, podrás distinguir a la perfección quiénes de ellos eran mediocres y quiénes no. Las empresas no fracasan por casualidad, por mala suerte o por los azares del devenir económico. Las compañías se van a pique porque hay gente sin talento dirigiéndolas, que no saben lo que el mercado necesita y que eligen a empleados más mediocres que ellos para sus equipos. Y con los países sucede lo mismo.
La crisis económica que asoló a España en el año 2008 no la supieron gestionar ni José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) ni el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez (exgobernador del Banco de España), lo que dejó a nuestro país en la banca rota y obligado a ser rescatado, con una inyección de dinero público de 122.000 millones de euros.
Las empresas no fracasan por casualidad: se van a pique porque hay gente sin talento dirigiéndolas y que eligen a personas más mediocres que ellos para sus equipos. Y con los países sucede lo mismo
Cuando gente mediocre está liderando instituciones y gobiernos suceden estas cosas. Estos individuos no hicieron caso a los expertos que alertaban de lo que estaba ocurriendo. Uno de ellos fue el reputado economista indio Raghuram G.Rajan, entonces economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), y otro Juan Ignacio Crespo, experto matemático, financiero y analista económico.
Crespo, de hecho, se suma a la voz cada vez más latente de que viene una nueva crisis económica a España en el año 2020. En plena recesión, a Zapatero le costó meses admitir que el país estaba en la mierda, y ahora Sánchez, su sucesor, saca pecho de "la buena marcha de la economía española", cuando todos los indicadores apuntan a que el fin del ciclo expansivo se acaba el próximo año.
¿En serio queremos otra vez que una persona mediocre lleve todo esto? ¿Repetir el error? La mediocridad no se cura y el talento no se entrena. Me atrevo a decir que es algo genético. Y en el PSOE la única que se salva es Nadia Calviño, que lleva el Ministerio de Economía pero que poco podrá hacer a las órdenes de un mediocre.
Salvemos a España de la catástrofe. Saquemos a los mediocres de los altos mandos de las empresas y a Sánchez del Gobierno, por favor.