A ver cómo se lo explicaría…“La Revuelta”, que tanta polémica ha despertado, se estrenaba la noche de este lunes en la Espantosa. Si le darán importancia al asunto que al Telediario de la noche le han recortado más de un cuarto de hora, así, a saco. Servidor se sentó delante de la tele con el mismo ánimo que Dante y Virgilio ante la puerta del infierno, “Quien entre aquí que abandone toda esperanza”. Lo constato para dejar claro que, conociendo a Broncano y a su anterior programa “La Resistencia”, tampoco esperaba el Show de Jimmy Fallon, los Monty Python ni a David Letterman.

Pero los primeros cinco o diez minutos dejáronme acongojado. Broncano paseándose por el escenario como quien espera el autobús, un público convenientemente aleccionado que ululaba como en un circo romano y constantes alusiones a que aquello era España, que estaban en Televisión Española, que Sánchez no les había colocado ahí, que no iban a hacerle la pelota al Gobierno, que Broncano no cobraba catorce millones, que el dinero para el programa no se le quitaba a ningún colectivo. Parecía más una reedición de aquel “Confesiones” que otra cosa.

Jorge Ponce explicó las “novedades”, que venían a ser lo de siempre, más una puyita a Motos con una cutrez de cabina teletransportadora, y no pasó nada que produjera risas, ningún gag serio y trabajado, Broncano siguió caminando cual flaneur en el París de Flaubert, Ricardo Castella -este hombre vale demasiado para estar ahí- y Grissom estaban cual pulpos en un garaje sin poder decir palabrotas, bromas sobre drogas y las demás ocurrencias habituales en la antigua Resistencia.

Como la cabra tira al monte, a Grissom se le escapó algún que otro “joder” pero como todavía estaban en horario infantil lo intentaba silenciar Ricardo con mano izquierda. Por cierto, Grissom llevaba tatuada la cara de Sánchez en un pectoral y la de Motos en el otro, imaginado que iba a ser un gag de la leche. Vaya por Dios.

Se puede decir que el formato es una Resistencia aguada, que Motos puede dormir tranquilo y que a Latre ya le han recortado un día de emisión

Tuvieron a una cómica, a un surfista invidente, Aitor Francesena, campeón mundial de surf invidente y ahí, lo siento, dejé de prestar atención. Todavía faltaba algo para el final, pero creo que con lo visto ya se puede decir que el formato es una Resistencia aguada, que Motos puede dormir tranquilo, que a Latre ya le han recortado un día de emisión - en lugar de lunes a jueves irá de lunes a miércoles - y que no sé qué harán con Broncano, porque las condiciones leoninas impuestas por El Terrat obligan a la tele pública poco menos que a darles mariscada a diario para comer.

Y uno se pregunta: si el poder político no ha influido, si esto le costó el puesto a la anterior directora Elena Sánchez y una crisis en la cúpula de RTVE, si cuándo hablas con directivos del Ente hablan pestes del programa porque dicen que van de sobrados, ¿cómo carajo ha conseguido este chico llegar a esta bicoca? Alguien puede decir que es el primer programa, que han de pulirse cosas, que hay que esperar un rodaje pero nada de eso es cierto.

Ni Broncano ni su troupe dan de sí para nada más, un jaja jiji. Porque el humor debe tener un discurso detrás, un deseo de provocación. Pero no he sabido ver más que autocomplacencia, un regustillo de venganza tipo “Sus jodéis, fachas, aquí estamos” y un enorme vacío, un vacío espantoso, un vacío cósmico. Hay más ideas y guion en una fiesta de fin de curso de párvulos. Ni siquiera hay espectáculo, quizá lo más grave.

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