Opinión

Por qué Mark Rutte se vengará de Pedro Sánchez

La dimisión del primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, es un duro revés para las aspiraciones de Pedro Sánchez de colocarse en el algún organismo internacional de renombre

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, en La Moncloa en marzo del año pasado. -

La dimisión del primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, es un duro revés para las aspiraciones internacionales de Pedro Sánchez. La carrera del presidente por colocarse en algún organismo internacional de renombre si las urnas le echan de La Moncloa es ahora más difícil que los 3.000 obstáculos. El primero de los obstáculos es que tendría que contar con el apoyo del nuevo Gobierno que salga del 23 de julio, que si entra Vox olvídate.

Si Sánchez logra pasar esa valla, se abre una compleja negociación en la que España se enfrenta a los vetos de nuestros adversarios habituales. Francia, Italia o Reino Unido prefieren poner a cualquier chiquilicuatre antes que a un español. Especialmente significativo, por recurrente, es el rechazo de los gabachos a cualquier candidatura española.

A todos estos factores, y los propios de la diplomacia internacional, se une ahora la irrupción de Rutte en el mercado de agentes libres de la política. Rutte reúne las condiciones idóneas para los cargos a los que indisimuladamente aspira Sánchez: la presidencia del Consejo Europeo y la secretaría General de la OTAN. El ex primer ministro holandés ha gobernado durante 13 años; es de la familia liberal –lo que evita la típica pugna entre conservadores y socialistas-; y Países Bajos es un actor insuficientemente relevante como para no incomodar a los gallitos de estas instituciones.

Rutte tiene 56 años y futuro por delante. Ha renunciado a liderar la candidatura de su partido en las próximas elecciones. Y hace acopio de papeletas para colocarse en el lugar que añora Sánchez. El premio para el holandés es doble, porque supondría, de consumarse, una dulce venganza. El karma le está jugando una mala pasada a nuestro presidente angloparlante. El premier holandés es uno de los pocos líderes europeos que ha verbalizado pública y reiteradamente sus críticas a las políticas económicas de la coalición PSOE-Podemos. Y, en privado, considera a Sánchez un cínico.

Rutte, contra Sánchez y Calviño

Rutte es lo opuesto a Sánchez. Se enfrentó a nuestro presidente durante la negociación de los fondos europeos. Y La Moncloa y su prensa afín vendieron el rifirrafe como un ataque de Holanda a los españoles. También ha expuesto nuestras debilidades en el seno de la OTAN, criticando a España por darse golpes en el pecho con Ucrania, mientras pone mil excusas para no llegar al gasto en Defensa del 2% del PIB comprometido por los aliados.

La OTAN es una de las salidas para el ya ex Rutte y el posible ex Sánchez, 23-J mediante. Pero no es la única. La presidencia del Consejo Europeo, que ahora ostenta el belga Charles Michel, es el otro caramelo. Si el holandés desembarca en Bruselas, que se prepare también Nadia Calviño. Una maniobra de Rutte fue clave para arrebatar a Calviño la presidencia del Eurogrupo, que Moncloa daba por hecho en aquellos tiempos en los que parecía que el sachismo duraría más que el reinado de Isabel II de Inglaterra.

La vicepresidenta / candidata de Instagram es la otra aspirante indisimulada a cargos internacionales si cae el Gobierno. Calviño fue el azote de Rajoy como alta funcionaria europea fiscalizando hasta el último céntimo en de nuestro draconiano plan de austeridad tras el rescate bancario. Calviño es ahora una conversa del gasto público, que da ruedas de prensa en Ferraz y comparte vídeos en las redes sociales arrogándose el vaya usted a saber qué milagro económico. Que se prepare si tiene que convivir con Rutte en las instituciones europeas, porque le espera ración doble de frugalidad.

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