Si es verdad que las negociaciones de Trump con Putin y Zelenski han ido tan bien como presume el presidente americano deberíamos de estar muy cerca del momento en el que los gobiernos de Moscú y Kiev anuncien un ‘alto el fuego’ parcial y el inicio de una tregua de 30 días durante la que quedarán suspendidos todos los ataques a las ‘instalaciones energéticas’ de Rusia y Ucrania. Lo que de confirmarse se convertiría en un buen primer paso hacia la paz.
Pero ¿por qué una tregua sólo para las ‘instalaciones energéticas’? Pues en un principio para evitar el riesgo de un estallido nuclear, sobre todo a la vista de que en estos momentos un sector el frente de batalla se está acercando a la central nuclear ucraniana de Zaporiyia.
Y porque Trump ahora también quiere quedarse con las centrales nucleares de Ucrania. A lo que tampoco de opone Zelenski porque ello supone que los EE.UU. aumentan su presencia en Ucrania lo que a buen seguro inquieta y desconcierta a Putin, al tiempo que permite a Trump contar con energía suficiente para explotar la ‘tierras raras’ que ya le concedió Zelenski.
No en vano, este Donald Trump, como el tío Gilito, siempre piensa en dólares y en ganar dinero en sus incursiones internacionales como en la guerra comercial de los aranceles, sus pretensiones anexionistas en Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá. Y qué decir de su demencial proyecto de convertir Gaza en un lujoso ‘resort’ de vacaciones que Trump califica como una futura ‘Riviera del Oriente Próximo’ (sic).
Zafarrancho de combate español
La grave y preocupante situación internacional debería ser motivo suficiente para que, en España, los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, se concertarán incluyendo un calendario electoral, en el marco de la UE y de la OTAN, como lo han hecho en Alemania los conservadores, socialdemócratas y verdes.
Pero en nuestro país, donde el presidente Sánchez sigue destrozando las instituciones en su solo beneficio personal, un pacto de Estado como el que fracasó en el reciente encuentro de Sánchez y Feijóo en La Moncloa, parece imposible. Sánchez solo tiene un objetivo: permanecer en el poder hasta 2027. Incluso sin los PGE y sin estabilidad en el Congreso donde el Gobierno continúa perdiendo votaciones por sus diferencias con la extrema izquierda y los nacionalistas catalanes. Y los que, por otra parte, están (Sumar contra Podemos y ERC contra Junts) enfrentados entre sí.
Una circunstancia que ofrece, como se ve en el Parlamento, la imagen de un caótico y más bien confuso ‘zafarrancho de combate’ de todos contra todos. Y con serios problemas en cuestiones de: la financiación autonómica, el aumento del gasto de Defensa, el impuesto en el SMI y el reparto de los menas por todo el territorio nacional, siguiendo las instrucciones que Puigdemont impone a Sánchez, mientras García Page aumenta sus inútiles aullidos en Castilla La Mancha.
Una pelea políticamente falsa dado que, de momento, nada ha cambiado en la línea informativa y editorial de Prisa al servicio de Sánchez en la Cadena SER y el diario El País
Y a no perder de vista la guinda de este ‘zafarrancho’ que está en la disputa estelar, entre Sánchez y Oughourlian, por el control accionarial del Grupo Prisa de comunicación y la injerencia del Gobierno, vía Telefónica. Una pelea políticamente falsa dado que, de momento, nada ha cambiado en la línea informativa y editorial de Prisa al servicio de Sánchez en la Cadena SER y el diario El País. Y a pesar que Oughourlian tildó, desde El Pais, de ‘franquista’ a Sánchez.
Todo esto tampoco impide que ambos se reencuentren y lleguen a un acuerdo porque lo que de verdad busca Oughourlian es vender y marcharse de España, para lo que necesita que Sánchez le busque compradores movilizando los bancos, Indra y Telefónica. Para deshacerse Oughourlian de su participación del 29,5 % de Prisa a cambio de unos 350 millones e incluso puede que menos una vez que Sánchez ya le le hizo ganar a Oughourlian 100 millones en Indra abriéndole las puertas de esta compañía estatal.
A corto o medio plazo, permite imaginar una 'operación salida' de Oughourlian de Prisa, recuperando al menos buena parte de lo que él invirtió con el fondo -un tanto misterioso- de Amber Capital en Prisa cuando la compañía valía en Bolsa más de lo que ahora cotiza en los mercados. De manera que Sánchez se quedará con Prisa y montará con Núñez y Contreras -que regresarán a Prisa- La Séptima, la cadena de televisión que el Gobierno les va a conceder y cuyo proyecto, que lidera Zapatero, está en el origen de la vigente crisis de Prisa, porque Oughourlian consideraba que la tele sería una apuesta ruinosa que devaluaría sus acciones en Prisa.
Igual de ruinosa que sería la situación de Prisa si Oughourlian, lejos re alcanzar un acuerdo, insiste en mantener el pulso a Sánchez. Y no digamos ya en el caso de que inentara cambiar la línea editorial sanchista tanto del periódico como de la radio porque, en ese caso, se pondría en marcha desde La Moncloa un malvado y muy severo recorte, a ambos medios, de la publicidad institucional y de sus empresas afines.
El frente de los escándalos
Ahí sigue abierto y creciendo el frente de los escándalos de la corrupción y de las pertinentes investigaciones judiciales (que van para muy largo) y entre las que figura en destacado lugar la imputación del Fiscal General, Álvaro García Ortiz (ahora pendiente de los archivos de Google y WhatsApp) en el Tribunal Supremo. Así como el recurso en ciernes ante la Justicia Europea contra las sospechosas decisiones del TC en favor de los condenados por los EREs de Andalucía. Y las notorias imputaciones de la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, y del ‘hermanito’ David Sánchez cuyos indicios delictivos no cesan de crecer.
Y qué decir de la presunta organización criminal en la que están imputados Ábalos, Koldo y Aldama. Un Ábalos que está resultando ser una inagotable caja de sorpresas presuntamente delictivas y al que, además de su montaje -en compras y alquileres- inmobiliario en este país le están apareciendo notorias propiedades en Peru y Colombia. Y a la espera estamos de alguna novedad en República Dominicana donde se movía con gran soltura la trama del ex ministro de Transportes y ex secretario de la Organización del PSOE, José Luís Ábalos.
Asuntos que, como el caso de Begoña en la UCM y el del hermano David en Badajoz podrían llegar hasta el mismísimo despacho presidencial por la vía de unos presuntos delitos de ‘tráfico de influencias’
Un personaje el tal Ábalos que tiene por delante un negro horizonte penal, con posibles y muy duras condenas de cárcel que solo podría rebajar si, como hizo Aldama, decide colaborar con la Justicia y canta La Traviata sobre sus andanzas en Transportes y en el PSOE, con revelaciones muy concretas sobre financiación ilegal del partido, la compra de Air Europa (colaboradora de Begoña) o la estancia de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en Madrid.
Asuntos que, como el caso de Begoña en la UCM y el del hermano David en Badajoz podrían llegar hasta el mismísimo despacho presidencial por la vía de unos presuntos delitos de ‘tráfico d influencias’. Y como consecuencia del uso y utilización, en la UCM y la diputación de Badajoz, de fondos públicos y de dos respectivos asesores de la Presidencia del Gobierno como son, o eran, Cristina Álvarez y Luis Carrero, motivos por los que ahora el ministro Félix Bolaños de la Presidencia del Gobierno también tendrá que declarar ante el juez.
Pero Sánchez sigue en el machito y sin inmutarse. Y se quedará con Prisa y en La Moncloa hasta 2027 a pesar de los muchos frentes políticos y judiciales que tiene abiertos. Porque ninguno de sus socios parlamentarios (solo Podemos duda) está dispuesto a romper apoyando una moción de censura del PP o forzando el adelanto de las elecciones generales.
La vieja estrategia
En el otro lado, Feijóo tampoco está dispuesto a cesar por ahora a Mazón en la presidencia de Valencia tras bendecir el PP nacional el pacto presupuestario con Vox en Valencia y puede que pronto en las otras CC.AA.. Una circunstancia que aprovecha Sánchez ante sus aliados relanzando su mono discurso habitual sobre el peligro de ‘la extrema derecha’ para poner en la picota mediática las connivencias de Feijóo con Abascal. La misma estrategia que desarolló enlas elecciones generales de 2023 y que le permitieron seguir en el poder gracias a que Mazón exhibió durante la campaña electoral su pacto de gobierno con Vox.