Sociedad

Espanto arquitectónico junto a la iglesia de San Martín de Frómista, en Palencia

Desde hace unos meses, a pocos metros de la iglesia de San Martín se está construyendo una edificación que demuestra la falta de buen gusto arquitectónico y el penoso papel que desarrollan algunas autoridades culturales de Castilla y León.

  • Iglesia de San Martín de Frómista

¿Tiene barreras el mal gusto?

En Frómista están indignados y con motivo. Desde hace unos meses, a pocos metros de la maravillosa iglesia de San Martín, joya del románico español y pieza de referencia del Camino de Santiago, se está construyendo una edificación que demuestra la falta de buen gusto arquitectónico y el penoso papel que desarrollan algunas autoridades culturales de Castilla y León.

 

Publicación de La Huella Románica.

Son muchos los visitantes, peregrinos, curiosos y amantes del arte que cada día preguntan a los albañiles que están realizando los trabajos de edificación sobre la obra qué se está realizando en un lugar tan emblemático. La respuesta de los albañiles parece responder a una consigna clara: "¡Se está haciendo lo mismo que había!". 

La concesión de este tipo de licencias para construir en las cercanías de un edificio tan singular debería estar por encima de normativas urbanísticas. Es evidente que la nueva construcción, en el mejor de los casos, es ya un obstáculo para poder disfrutar con una correcta perspectiva de San Martín. Muchos de los vecinos de Frómista temen que sea otro ejemplo más de "bodrio" arquitectónico local, como se comenta en algunos de los comercios cercanos.  

La dejadez de las autoridades locales y la mala gestión de los recursos arquitectónicos de la zona han llevado a muchos de estos pueblos de Palencia a la pérdida de su orgullosa personalidad de pueblo. La chapa, el aluminio, la uralita y el maldito bloque gris de hormigón han sustituido a la madera, la piedra y el ladrillo. Va costar muchos años recuperar esa plaga estética. La falta de criterio de algunos arquitectos municipales y el desprecio de nuestra arquitectura popular nos ha llevado a una infravaloración de nuestros recursos culturales. Aquí tenemos un buen ejemplo.

Todo está perfecto 

Consultado el secretario del Ayuntamiento de Frómista, nos ha comentado que la obra tiene la correspondiente licencia municipal del consistorio y además cuenta con el beneplácito de la Junta de Castilla y León y con la autorización del Patrimonio Cultural. Curiosamente en la zona sucede lo mismo con otra edificación que lleva parada varios años por no cumplir la normativa de acceso y de alturas, como dicen los vecinos.

La nueva construcción es ya un obstáculo para poder disfrutar con una correcta perspectiva de San Martín

Los paisanos que toman el sol por las tardes frente a la famosa fachada son los que más quejas escuchan. Algunos visitantes incluso han puesto denuncias y acuden al Ayuntamiento para expresar sus protestas.

Todas las guías presentan esta iglesia románica como el canon de este estilo. A ojos de cualquiera es un edificio de muy bellas proporciones. Su nombre deriva de 'frumentum', trigo, que es el cereal que abunda en la zona.

Merece la pena pagar el euro de la entrada para entender mejor la estructura del edificio. San Martín es un templo de tres naves paralelas cortadas por otra de crucero. Sobre ésta se añadió una linterna octogonal en el siglo XV, dato que si no se cuenta no se percibe, dada su integración en el edificio.

Algo que la distingue son sus canecillos, en concreto 315, que recorren el saliente de sus tejados. La variedad de los temas que representan es asombrosa y para tener más de nueve siglos se conservan perfectamente. La explicación de ese estado de conservación se debe a que en 1893 se hizo una restauración de la iglesia y parece ser que aprovecharon para quitar aquellas con un contenido explícitamente sexual.

Entre los motivos que hoy se pueden ver hay esferas, que simbolizan el "espíritu universal" en alquimia, muchas fieras (leones sobre todo) con las fauces abiertas o incluso comiéndose a personas. También hay toros que representan la potencia y la fogosidad. El interior es sobrio, con los gruesos muros desprovistos de adornos a no ser por los propios elementos arquitectónicos de ajedrezado y los capiteles de las columnas.

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