A partir del 19 de enero, las rutas que comenzaban a funcionar entre las 5.00 y las 6.30 de la mañana empezarán a hacerlo a las 7.00 los domingos y festivos. La EMT recorta el servicio diurno que consta de más de 200 líneas e intenta compensarlo ampliando el horario de los búhos, que apenas cubren 27 rutas. La modificación viene impuesta por el Consorcio Regional de Transportes, que alude a la baja demanda en esa franja horaria. 

“El macropuente de diciembre es un escándalo”, bramó Juan Rosell a principios de diciembre, antes de la fiesta de la Constitución. El presidente de la CEOE, en franca sintonía con Angela Merkel (la canciller dijo en mayo que no podía ser “que unos [los europeos del Sur] tengan tantas vacaciones y otros tan pocas”), cree que demasiadas festividades suponen un parón a la productividad.

El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado este jueves la libertad de horarios comerciales. Con esta medida, la región presidida por Esperanza Aguirre se convierte en la primera en la que los comercios podrán abrir domingos y festivos.Según recoge el anteproyecto de ley de dinamización del comercio madrileño, “cada comerciante determinará con plena libertad y sin limitación legal alguna, en todo el territorio de la Comunidad de Madrid, los festivos de apertura en los que desarrollará su actividad comercial”.

La Comunidad de Madrid será la primera región en España que dé total libertad a los comerciantes para abrir en domingos y festivos, una medida que se incluye en el anteproyecto de Ley de dinamización del comercio y con la que se podrían crear 20.500 empleos. Según ha informado el Gobierno regional, de este modo será el comerciante el que determine "con plena libertad y sin limitación legal alguna, en todo el territorio de la Comunidad de Madrid, los festivos de apertura en los que desarrollará su actividad comercial".

El debate sobre la irregular distribución de los días festivos se ha convertido ya en un tema recurrente de la economía nacional, especialmente en tiempos de crisis. Sin embargo, cualquier variación del calendario de fiestas requiere un consenso que se antoja difícil de alcanzar. Los distintos intereses de sindicatos, comerciantes, hosteleros e incluso de la Iglesia, están en juego, y la complejidad propia del Estado español enreda aún más la madeja.