No hay en Génova 13 artificieros capaces de guiar una explosión controlada de la bomba que Luis Bárcenas, el extesorero del partido que trabajó para ocho ejecutivas, dejó como herencia a la actual dirección. El cerco judicial sobre él se estrecha y muchos en el PP se duelen a estas alturas de no haber desactivado a tiempo, cuando todavía se podía en la etapa de oposición, un artefacto que puede terminar estallando en la mesa del Consejo de Ministros, precisamente cuando en la antesala del verano se atisban los primeros síntomas de recuperación económica.