Cuentan que todo empezó en los Países Bajos, en el siglo XVIII, cuando una pequeña ciudad de la provincia de Lieja llamada Spa empezó a ser conocida en todo el mundo. Se rumoreaba que hacía pequeños milagros gracias a los efectos terapéuticos de sus aguas mineromedicinales, y al llegar el secreto a la nobleza europea, el balneario de Spa acabó convirtiéndose en un lugar de moda para la elite. Tres siglos después, los balnearios siguen siendo un lugar privilegiado para descansar, reponer fuerzas y olvidarse del estrés con ayuda de aguas termales que regalan salud. En el Pirineo aragonés, enclavados en un impresionante paisaje de alta montaña, se encuentran algunos de los que cuentan con más tradición en España. Dicen que allí se respira uno de los aires más puros de la península. Y también, que quien quiera desconectar y relajarse de verdad encontrará aquí su paraíso.