Echarse una siestecita al volante puede ser en el futuro algo tan natural como lo es ahora que lo hagan quienes viajan junto al conductor en un coche. El coche conectado permitirá programar el destino al que queremos viajar y, automáticamente, dirigirnos hasta él sin que el usuario tenga que hacer nada. O hacer mucho: leer, ver una película, hablar por teléfono, disfrutar del paisaje...
Otra de las ventajas de este tipo de conducción, llamada autónoma, es que el conductor no será multado, pues la velocidad se adaptará a las restricciones marcadas por la vía, y los adelantamientos se realizarán siempre en que se pueda, que esté permitido.
Los fabricantes ya trabajan en este nuevo ecosistema que comenzará a ser una realidad allá por 2020. Una de las características de las que menos se han hablado es de la personalización del vehículo en función de quien se suba al mismo. Uno de estos proyectos se llama Seat ID y utiliza como centro de todo el teléfono móvil del usuario, que estará conectado al coche a través de bluetooth para personalizar el habitáculo cuando se suba a bordo.
La mamá de la familia entra en el coche y el climatizador, después del uso del padre, sube dos grados la temperatura, el sillón se adapta automáticamente a las medidas de la mujer y un ambientador comienza a expeler su fragancia favorita.
"El coche a la carta permitirá saber quién entra en el vehículo para adaptarse a los gustos de cada persona. Por ejemplo, pondrá la emisora de radio que más guste al conductor, modificará el respaldo en función de lo que el usuario haya predefinido y también cambiará la temperatura según las preferencias de cada usuario, que será identificado al entrar en el vehículo a través de su teléfono móvil", asegura Fabian Simmer, responsable del área digital de Seat. Pongámonos un ejemplo práctico para ver qué podrá hacer un coche a la carta.
La familia Rivas está compuesta por tres personas -los padres y un hijo varón-. Cuenta con un único vehículo compartido por todos ellos. ¿Qué sucederá cuando entra cada uno de sus miembros?
El padre: La radio se enciende automáticamente y sintoniza su emisora de noticias preferida. En pantalla aparece la ruta con menos tráfico a su trabajo, aunque es diez kilómetros más larga que la habitual y, por tanto, será menos económica en consumo. Durante el camino de vuelta, el sistema le ofrece parar en un gran supermercado en el que habitualmente compra la cena porque hay una oferta de dos por uno en determinados productos que suele comprar.
La madre: La madre entra en el coche y el climatizador, después del uso del padre, sube dos grados la temperatura -la madre es más friolera-. El sillón se adapta automáticamente a sus medidas y un ambientador comienza a expeler su fragancia favorita. El vehículo se sincroniza con la agenda de la madre para ver si esa tarde hay alguna cita, con el fin de ofrecerle automáticamente la posibilidad de escoger el itinerario hacia la misma.
El hijo: Entra en el coche y el coche cambia de modo autónomo a manual, y se establece el sistema de conducción deportiva. El volumen de la radio sube casi al máximo y comienza a sonar Thunderstruck de AC/DC. El sistema está programado, tal y como estableció el vástago, para que las ventanillas se bajen automáticamente, pero como en el exterior llueve, el coche pregunta si realmente quiere o no bajar las ventanillas. Las mantiene subidas para que no entre agua.
Se trata de una tecnología que va a ser el futuro, pero que ya es presente. De hecho Google Now ya hace algo parecido. Seguro que muchas veces han visto, minutos antes de salir del trabajo, cómo el móvil muestra en pantalla el tiempo que va a tardar en llegar a casa en función del tráfico existente, e incluso modificar la ruta cuando se está al volante si las condiciones cambian y hay un itinerario más rápido. Encontrar gasolineras, restaurantes o aparcamientos son también cosa habitual del móvil cuando nos hayamos en ruta. Otra aplicación, Waze, también hace cosas similares.
Lo que ahora están viendo los fabricantes es cómo integrar en el vehículo toda la inteligencia que aporta el teléfono móvil y 'fundirlo' con las posibilidades que ofrece el coche autónomo, que a través de 5G estará también conectado de forma ubicua a Internet, compartiendo información con todos los vehículos del planeta, generando una suerte de inteligencia global y aprendiendo y mejorando continuamente.