Un, dos, tres, al escondite inglés, sin mover los pies… El maestro de ceremonias de este juego infantil ha sido esta mañana Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, que ya no se le pone al teléfono a importantes empresarios del Ibex porque confiesa no disponer de tiempo para atender tanta llamada abrumada. Rivera ha vendido como novedad un plan A y un plan B que sigue dejando en manos del PSOE el desbloqueo de la situación política, sin atreverse a responder la pregunta del millón, la de si estaría dispuesto a votar sí a la investidura de Mariano Rajoy para forzar a Pedro Sánchez a la abstención y, por tanto, facilitar la formación de Gobierno.
El plan A nacería con la formación de un Gabinete plural pilotado por un presidente de consenso. Sin los socialistas, sería papel mojado. El copyright del plan B lo tiene el PNV y consiste en que todos los grupos de la oposición se abstengan para que Rajoy acepte gestionar un Gobierno seriamente tutelado. Su llave vuelve a tenerla el PSOE.
Después de su entrevista con el Rey, Pedro Sánchez ha dejado claro que, de momento, no se mueve. Votará ‘no’ a Rajoy si esta tarde Felipe VI le encarga formar Gobierno y acepta comparecer a la investidura. Lo que ha vuelto a dejar en el aire es si está dispuesto a formar un Gabinete alternativo al del PP, su fórmula a la valenciana, para romper la parálisis. Todas las preguntas las ha respondido echando balones fuera, quizás la actitud que mejor define su nivel de capacidad política ante una coyuntura tan difícil como la que atraviesa el país.
Pablo Iglesias ha dejado nítida su apuesta: Rivera acabará moviéndose al voto afirmativo y el PSOE a la abstención. Si esto fuera así, tendríamos posiblemente a la vuelta del verano un Ejecutivo instalado desde el principio en la unidad de vigilancia intensiva, obligado a prorrogar los Presupuestos y a mirar de reojo de forma permanente a quienes, in extremis, habrían preferido parchear provisionalmente la crisis institucional antes que arriesgarse a ir a terceras elecciones. Pero Sánchez tampoco ha querido dar pistas al respecto. A través de frases huecas como la de poner en marcha “el motor de la democracia”, ha escurrido el bulto. ¿Cuánto tiempo le permitirán los barones jugar al escondite inglés organizado por Rivera?
¿Quieres participar en la conversación?