Opinión

Nadia Forradechi y el visitador de delincuentes

Sala de espera de la agencia de colocación ProgreJobs. Madrid.

Despacho de la directora, Nadia Forradechi.

Paredes de color muy ñoño, de las que cuelgan cosas:

En una, dos fotos de Jisperson ilustrando

  • Nadia Calvino, vicepresidenta primera y ministra de Economía.

Sala de espera de la agencia de colocación ProgreJobs. Madrid.

Despacho de la directora, Nadia Forradechi.

Paredes de color muy ñoño, de las que cuelgan cosas:

En una, dos fotos de Jisperson ilustrando sendas ofertas de empleo: buscador de votos “debajo de las piedras” (campestre escena, que pide alacrán, con cerdo trufero), y domador de jotías (colorida alegoría circense al estilo de las de Botero).

En otra, cuelga el típico diploma universitario para presumir de licenciatura en “Madrinazgo Marital”, y a la derecha de éste, una foto entrañable con varias compañeras de promoción, en plan “Chicas de la Cruz Roja”: Francina Armengol, Teresa Ribera, Isabel Rodríguez... cada una con una historia de amor dual detrás; al marido y al dinero.

En la mesa, Nadia sentada.

Aunque los años de maillot gimnástico han dado paso a monjiles blazers con broche en la solapa, ella conserva la mirada poderosa del que sabe que va a conquistar ochomiles, otrora olímpicos, ahora nepotistas y maternales.

Nadia dirige la agencia, y a ratos es ministra y aspirante a cargos europeos.

Toc, toc!!!

-Adelante.

La puerta se abre, y entra un joven con piercing nasal, que toma asiento y se presenta:

-Buenas. Soy Alanturin. De Alcorcón. Vengo por lo del anuncio de Técnico en Gestión de Sistemas Pinganilleros.

(El anuncio surge porque el Congreso acaba de estrenar un sistema de esos para permitir que cuatro acomplejados lingüísticos digan chorradas independentistas en otros idiomas, y se empoderen como catalizadores de la investidura de Jisperson.)

-Mmmm… -ella consulta el ordenador. -Sí. Cuénteme. ¿Qué nos ofrece, Alanturin? Ya sabe que este empleo está un poco por definir…

-Sí. Voy. El joven arranca a describir su contraoferta. Que yo lo que haría antes de cada sesión es extraer cerumen, y afeitar conductos auditivos peludos para propiciar el buen ajuste.

Nadia flipa un poco con la propuesta, pero toma notas, toda pro. Turing sigue:

-Y respecto de los equipos, sugiero financiar esta movida habilitando el resto de canales disponibles para publicidad, podcasts, o jadeos de pago.

Nadia le mira anonadada y dice:

- ¿Ha dicho… jadeos?

-Sí… no sé… hay gente muy rara…

Nadia lo despide con un “lo pensaremos” y escribe un guasap a su asistente: “Fíltrame los pirados, Angelines”. A lo que la anterior contesta: “Ok. Hablando de pirados. Que aquí hay una señora con un hámster que dice que quiere ser cuidadora de animales domésticos. Que el suyo necesita compañía”. “Que pase”, escribe de vuelta la directora.

Nadia dice que sólo tienen demanda de cuidadoras de ponis, que la gente en Europa anda aterrada por lo de Dolly, (el poni de Von der Follen. Q.E.P.D.)

Nada más entrar Maribel y Peludito, la conversación resulta un ejemplo de besuguismo dialogal y hostilidad femenina; Nadia dice que sólo tienen demanda de cuidadoras de ponis, que la gente en Europa anda aterrada por lo de Dolly, (el poni de Von der Follen. Q.E.P.D.) y Maribel dice que si Dolly no era una oveja clonada, a lo que la otra responde que pastores no se buscan, y que “ese hámster suyo va a pasar al limbo legal la semana que viene. Igual reporto”, de resultas de lo cual Maribel le espeta un “¡Esto me pasa por tratar socialistas!”, y se marcha dando un portazo épico que derriba la foto estudiantil, cuyo cristal estalla en mil pedazos, y provoca un grito angustioso y rebosante de sororidad en Nadia: “¡Mis niñaaaaaasssss!”

Toc, Toc!!!

Entra un cachas con camiseta de tirantes y se presenta:

-Buenas. Vengo por el anuncio de Vigilante de Lineales de Aceite.

(El anuncio surge del deprimente hecho de que en España, país productor donde los haya, el aceite supera los 10 euros el litro, por lo que hay peña que cruza la frontera con Portugal para comprar allí el virgen extra, y gente planteándose enterrarse rodeado de garrafas, emulando el poderío funerario egipcio.)

-Le cuento. Nadia le expone las condiciones: Se requiere titulación acreditada en artes marciales, y cierta falta de escrúpulos para actuar implacablemente, llegado el caso hurtador, contra señoras con bebés y ancianitas con carros de la compra. La vigilancia es doble: al cliente, para que no mangue, y al fabricante para que no caiga en tentaciones reduflacionistas.

-Pues mire, dice el aspirante. Soy cinturón negro grado 9 en Full-Contact, pero lo que es aplacando ancianas, no me veo.

Y se pira.

Alguien que cuando escuche que la amnistía “fomenta la impunidad”, venda sin pudor que es la única manera de que estos tíos renuncien a la vía unilateral

Nadia se toma una pausa para proceder a redactar el anuncio del puesto más importante que tienen que cubrir en la agencia ahora: el de Encajador de Amnistías. El encargo viene directo de Moncloa, donde Jisperson, amparado por el covid y la ONU, maquina desde el mutismo. Abre, para inspirarse, el correo del susodicho:

De: [email protected]

Para: [email protected]

Asunto: nuevo puesto

“Querida Nadia:

Necesito un estratega que haga que la amnistía parezca una cosa potable, forzando un goteo de posicionamientos que agujeree y debilite la idea de que no es posible; un experto en naming para rebautizarla y calmar sarpullidos éticos, llamándola algo tipo “alivio penal”, o “solución para conflictos políticos”, como dice Yolanda, que es imbatible en verborreas; alguien que cuando escuche que la amnistía “fomenta la impunidad”, venda sin pudor que es la única manera de que estos tíos renuncien a la vía unilateral, y con la suficiente maleabilidad moral (jeta, para entendernos) para decir que “una crisis política nunca tuvo que derivar en una acción judicial”, aun habiendo podido defender anteriormente lo contrario; alguien libre de sensiblerías hispánicas, y con un pelín de asco innato a la derecha. Y que soporte con estoicismo los estertores políticos de las viejas glorias del partido, para cargarse el rumor de nuestra gangrena interna.

Me vas contando.”

Nadia le responde en otro correo que “El encajador eres tú”, y aprovecha para informarle del número de candidatos presentados al puesto de Visitador de Delincuentes; y Jisperson remata la cadena de mails contestando que él no puede exponerse como activista de la amnistía y perder la baza de mandar a freír monas a esta gente y presentarse a elecciones como redentor de la Constitución. Y termina con un mesiánico “Yo hablaré cuando me toque”.

Hasta aquí, la fantasía laboral de un goaverno que pone la unidad de España a precio de saldo y que, como la madrastra de Cenicienta, pretende encajar un fraude en la horma constitucional. La banda de Jisperson ha convertido el Congreso en un loquero plurilingüe y multibochornoso, que desprecia el valor cohesivo del idioma común, gracias a la connivencia de una presidenta poliembarrada en fangos varios.

Ese escaño presidencial vacío en el debut babélico, invoca el espíritu de un bolso negro que simboliza el inicio de algo siniestro que está por terminar.

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