Cultura

¿Cómo se recrea la música de los primeros Borbones en una serie del siglo XXI?

Josetxu Obregón y Tamar Lalo fueron los encargados de la banda sonora de la serie 'La vida breve' (Movistar+)

  • Serie 'La vida breve'. -

El pasado 18 de febrero se estrenó en Movistar + la serie La vida breve, seis episodios dedicados al fugaz reinado de Luis I de Borbón, uno de los capítulos más desconocidos y poco tratados de nuestra historia, protagonizada por Javier Gutiérrez, Leonor Wattling, Carlos Scholz y Alicia Armenteros y con guión y dirección de Adolfo Valor y Cristóbal Garrido. El hecho de que se haya apostado desde una de las grandes plataformas por una temática tan poco convencional ya ha sido una grata sorpresa, y más aún si tenemos en cuenta que ha habido claramente una voluntad de estar históricamente informados en todos los aspectos, incluso para romper con la verdad y tomarse unas cuantas licencias que -ojo- quedan bien remarcadas con cambios de registro, efectos cómicos o cualquier tipo de mecanismo de distanciamiento narrativo. Una de las mayores alegrías para quien suscribe ha sido el apartado musical, porque la banda sonora ha sido encargada nada más y nada menos que a Josetxu Obregón y Tamar Lalo, los “alma mater” del grupo 'La Ritirata', una de los grupos barrocos nacionales más importantes y con mayor proyección internacional. En el fondo se diría que casi estaban predestinados a “unirse” a esta corte borbónica, porque el propio nombre del grupo proviene del último movimiento de ese famoso quinteto  para cuerda “La Musica notturna delle strade de Madrid” que Luigi Boccherini compuso mientras estuvo al servicio del infante Luis Antonio, hermano pequeño de Carlos III. Esta aproximación al repertorio histórico desde la ficción audiovisual es tan inhabitual que buscamos la ocasión de charlar con ellos para que nos contaran cómo se desarrolló el proceso: 

“La idea de integrar música de la época fue de los creadores de la serie, Adolfo Valor y Cristóbal Garrido, que también son los directores de tres capítulos cada uno. Querían una ambientación musical basada en lo que suponemos que se escuchaba en aquella época en los palacios y decidieron buscar un ensemble conocido. Tuvimos la suerte de que nos contactaran a nosotros. Fue una suerte, un verdadero regalo”, nos reconocen. Aunque resulte sorprendente, todo lo que suena se grabó con miras a esta ficción: “Defendieron el hecho de que grabáramos todo para la serie, cuando hay muchas grabaciones disponibles de muchas de las obras. Pero quisieron que todo fuera hecho ad hoc y exactamente al segundo”. Estos músicos ya habían participado como intérpretes en la grabación de otras bandas sonoras para radio y televión -la flautista Tamar Lalo se ríe al evocar su “momento de gloria” en la serie El Ministerio del Tiempo-, pero este proyecto tenía otra envergadura. “Hubo que dar muchas vueltas a ver cómo organizábamos toda la ambientación musical: utilizar partituras preexistentes, crear otras partes a partir de material de obras previas… Pero en lo que se refiere a las obras de repertorio histórico, la elección vino cuando ya estaba hecha la primera edición de los capítulos. Al proponer las alternativas a los directores, nos servimos mucho de todo nuestro trabajo previo sobre los afectos barrocos y negociando y discutiendo, fuimos encontrando soluciones para todo. De esta parte previa se encargó más Tamar”, nos cuenta Josetxu Obregón, que tomó el testigo para ocuparse más específicamente de los arreglos, aunque ambos reconocen que ha sido un proceso muy compartido y con una organización de las tareas muy natural, porque llevan muchos año trabajando juntos. “En las grabaciones, yo estaba en el panel de control y él dirigía, de manera que teníamos los dos puntos de vista para poder probar cosas”, precisa Tamar.

 

Encajar música e imágenes

Encajar la música con las imágenes es otro asunto complicado. “Primero nos pasaron el guión para coordinar las escenas y empezar por aquellas en las que salen músicos tocando. Aunque se trate siempre de intérpretes profesionales, el sonido no es directo, está todo grabado en estudio y los músicos hacen playback. Por ejemplo en la escena del intercambio de princesas había mucho viento y no hubiera sido factible”. ¿Y cuando se oyen obras de música barroca como música ambiental? “Pues hay escenas en que las que los fragmentos interpretados suenan tal como están escritos, pero hay otras en que todo está editado para cuadrarlo exactamente con las necesidades visuales: con cada cambio de escena, de cámara... Incluso adaptamos las dinámicas o las instrumentaciones si era necesario. Para hacer eso tuvimos que grabar viendo el vídeo y decidiendo a cada paso si había que ir más rápido, si había que cortar compases o repetirlos, o si había que meter una improvisación… Grabar de forma sincronizada con el vídeo fue otra experiencia muy interesante. Y por último vino la parte de edición que fue muy meticulosa con un técnico de sonido que ha hecho una gran labor. Un trabajo muy interesante y muy diferente de una grabación normal”. 

Viendo el tráiler promocional, parece que los directores tenían muy claros determinados aspectos estéticos y nos cuentan que “desde el principio dejaron patente que querían dar mucha importancia a la figura de Farinelli, y un momento que ellos tuvieron clarísimo fue la llegada del personaje al que se le va oyendo por el pasillo. Querían que sonara “Lascia ch´io pianga” del Rinaldo de Haendel, y nos pareció bien. Hubo que hacer un trabajo importante con el actor, que recibió clases de canto para poderse adaptar correctamente al playback con la voz del contratenor”. Precisamente el personaje de Farinelli es una de esas licencias que se toman en la serie, puesto que llegó a la corte de Felipe V en 1738, ya durante la segunda parte de su reinado, catorce años después de la muerte de Luis I.  “Pero también es una oportunidad para que la gente lo conozca. Al fin y al cabo era una grandísima estrella en aquel momento”.

Algo que parece una línea maestra en el aspecto musical es esa especie de hilo conductor que es la “Folía” de Corelli. “Sí, -responde Josetxu- se tuvo claro que había que encontrar una especie de leitmotiv y nos decidimos por una folía, concretamente la de Corelli.” Recordemos que la folía es una danza española y su elección tiene todo el sentido y además, como nos cuenta Tamar, “también tiene lógica al hacer  alusión a la locura, en este caso la de Felipe V. Además, esta obra de Corelli tiene una relación directa con la corte española porque las primeras ediciones se encontraron allí”. Josetxu explica cómo se consigue hacer de una partitura musical un hilo narrativo: “Se buscaron diferentes momentos de la obra para que encajaran con la narración, con diferentes ambientes y  caracteres, de modo que nos recordara esa armonía concreta pero interpretada de diferentes formas. Incluso se oye completa en unos títulos de crédito. Pero hicimos muchas variaciones sobre la obra, incuso la deconstruimos prácticamente para hacer de ella una verdadera evocación temática. Además hay que tener en cuenta que los directores y los guionistas provienen del mundo del cine y tienen otras referencias relacionadas con música actual o con bandas sonoras compuestas ahora y hay que ver cómo darle una vuelta para que encaje con el repertorio histórico y con los ambientes que quieren encontrar: más romántico, más reflexivo, de acción… había que estar al servicio de la imagen”. 

Licencias musicales

En ese sentido ¿hasta qué punto hay licencia histórico-musical? “Hemos intentado ser lo más correctos posible, pero hay momentos en que había que flexibilizar, sobre todo cuando vimos el carácter de la serie, la dirección de arte, lenguaje: es decir, poner todos los ingredientes para que históricamente esté informado y luego saltarse eso para crear el desfase que genera la comicidad. Nosotros mismos tuvimos que abrir nuestro espectro desde lo que pensamos inicialmente para adaptarnos a los elementos narrativos”. Otro ejemplo de licencia histórica pero en este caso hacia el pasado sería esa “Sonata del Rosario” de Biber que “fue una elección de los directores, es una conexión mística con el fantasma de la reina M.ª Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe V, que de hecho se convierte también en una especie de leitmotiv. Se enamoraron de esta pieza, que no es la elección más canónica, puesto que es arcaizante respecto a la época, pero se entiende perfectamente”.

Les preguntamos por su momento preferido, aquel del que se sientan más orgullosos en la elección musical y su adaptación y coinciden plenamente: “el momento en el que Luis ve por primera vez a Luisa y empieza a levitar”. No es de extrañar, porque sin duda es de las escenas que marcan y, en buena parte, gracias a la música. “En realidad toda esa escena, desde que él se está preparando y va llegando la carroza al palacio quedó muy bien. Recuerdo estar grabándolo, metida en el control y tener clarísimo que habíamos acertado” comenta Tamar,  “Sí, es un momento lleno de gran potencia visual y muy evocador en lo narrativo, porque es el despertar de un adolescente al amor y al deseo, aunque la realidad llegue de forma un tanto abrupta” -y no vamos a hacer espóiler-. “Dimos mil millones de vueltas e hicimos varias maquetas de obras diferentes, con la edición provisional para ver cómo quedaba e incluso grabamos varios finales para que todo encajara con la imagen. Nos mandábamos vídeos con una maqueta y otra, hasta que nos decidimos por Haendel, el aria “Oh, Lord” del “Saúl” de Haendel” nos dice Josetxu desvelando el título. “Nos costó convencerles. Yo lo vi muy claro porque imaginé cómo íbamos a hacer coincidir cada momento de la escena con las diferentes secciones musicales -recuerda Tamar- e incluso grabamos varios finales para que encajara con la imagen, pero lógicamente, no hay ninguna grabación que esté hecha así, había que adaptarla ex profeso, así que se tuvieron que fiar de nosotros. Al final los convencimos y estamos muy contentos del resultado”. 

Tamar no se resiste a escoger otras dos secuencias: “El momento en el que Serrano -el mayordomo y mayor apoyo personal de Luis I- confiesa que es judío y suena la “Toccata arpeggiata” para laúd de Kappsberger, que es más arcaico, porque  ahí está haciendo alusión a la tradición judía. Y ese momento chocante sin duda, que es la escena en que Felipe V “visita” de forma muy peculiar -tampoco contaremos nada- al cuadro de su primera esposa y suena el primer movimiento del Invierno de las “Cuatro Estaciones” de Vivaldi.  Ahí pensé que quizá habíamos hecho algo un poco extremo tras ver hora y media en bucle la escena para cuadrarlo todo, pero creo que queda bien, porque es una escena difícil, muy incómoda, entre cómica y patética y esa música permite cierto distanciamiento”.

Les preguntamos por la experiencia personal que ha supuesto  un proyecto así y no ocultan su entusiasmo por su participación desde el primer momento y de forma muy directa e implicada, como nos cuenta Josetxu: “Nos han dejado meter mucho la nariz en el rodaje, por ejemplo para indicar cuándo tenía que empezar un tráveling para encajarlo con la coloratura de la voz, y eso no lo puede hacer alguien que no sea un músico. Hay toda una serie de cuestiones que se suelen descuidar mucho tanto en películas como en series en relación con lo musical, desde la propia adecuación del repertorio hasta detalles -que para los músicos no los son- y que chirrían como que se vea un instrumento y suene otro diferente, por ejemplo, o que no coincida el número y/o timbre de los instrumentos que suenan con los que se ven. Ojalá se hiciera todo con este nivel de cuidado, porque da otro protagonismo a la música”. No ahorran las buenas palabras tampoco para sus colegas músicos de La Ritirata y sus colaboradores, que “hicieron un trabajo  estupendo, con una capacidad de adaptación tremenda. Hay que tener en cuenta que la interpretación tiene que quedar ceñida por una temporización exacta, pero al mismo tiempo hay que ser capaz de encontrar la flexibilidad dentro de eso,  utilizar la creatividad para adaptarse a una imagen, un ambiente, transmitir todo eso mediante la interpretación o la improvisación. Son muy buenos y cualquier cambio de dinámica, cualquier cosa que pidiéramos tenía una respuesta inmediata: que si ahora necesitamos un ambiente misterioso, ahora uno inquietante, ahora entra la flauta, ahora el arpa… y cada uno ponía siempre lo máximo de su parte. Fue un ambiente fantástico y una experiencia preciosa”.

El último capítulo de la serie se llama “Quella pace gradita”, como el título de una cantata de Alessandro Scarlatti que precisamente grabó La Ritirata y da nombre también a uno de sus discos. “No tenemos ni idea de por qué decidieron llamar así al episodio final, habría que preguntarles a los directores”. Pero sin duda algo tiene que ver la relación especial de este grupo con el compositor. Tras tocar en el FIAS de Madrid hace unos días una selección del oratorio “Il Giardino di Rose” del mismo Alessandro Scarlatti, se hallan inmersos en la promoción de su última grabación dedicada precisamente a esta maravillosa obra. “Se trata de un proyecto muy grande con Harmonia Mundi, la primera grabación con este sello que es un doble CD. Este oratorio no estaba grabado en su integridad, y de hecho Alessandro Scarlatti es un compositor del que conocemos muy poco su música, especialmente la vocal. Y además escuchándolo entendemos a otro grande como es Haendel, que aprendió mucho de él”. Nos cuentan qué les llevó a fijarse precisamente en “Il Giardino di Rose”: “Fue un encargo de Daniel Broncano cuando estuvo en la Semana religiosa de Cuenca, que nos dio carta blanca dentro del repertorio religioso. Queríamos una obra poco conocida de un autor que sí lo fuera. Siempre nos ha interesado este compositor y esta obra nos pareció especialmente interesante, porque a pesar de ser un oratorio, tiene una frescura muy especial al proyectarse tanto en la naturaleza. Es impresionante escuchar cómo evoca sonoramente las imágenes de los pájaros, las flores, los fenómenos naturales, Solicitamos la partitura manuscrita a la biblioteca de Münster, que tiene esa peculiaridad de pasarte un tipo de microfilm cuyo formato no se puede leer en ningún aparato de ninguna biblioteca española. Pero gracias a una tía de Josetxu ya retirada que tiene una máquina de rayos X, lo proyectas ahí y con una buena cámara de fotos, puedes ver el texto -esto daría para otra serie-. Para llevar a cabo la edición colaboramos con la editorial Ars Antiqua, de forma que pueda comercializarse. Han hecho un trabajo precioso”.

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