Cultura

Cuando los Reyes Magos llevaban gorro frigio en lugar de corona y no sabíamos cuántos eran

Las primeras representaciones cristianas no se ponen de acuerdo en el número de magos

  • Mosaico de San Apolinar el Nuevo de Rávena.

Esta tarde sus Majestades de Oriente pasearán por las calles de España repartiendo regalos y caramelos. A cualquier persona que se le pidiera describirlos no dudaría en mencionar el pelo blanco de Melchor, o la piel oscura de Baltasar. A lomos de caballos o camellos, otro elemento que no faltaría serían las coronas que también presidirán los tradicionales roscones de estos días. Sin embargo, durante siglos, los primeros cristianos dibujarían a los monarcas con el mismo gorro con el que Delacroix plasmó en su Libertad guiando al puebloLa Biblia no menciona nada acerca de la edad, el número o la apariencia física de lo que ahora conocemos como Reyes Magos, tan solo aparecen en el evangelio de Mateo en un escueto pasaje: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,  diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”. El único texto detalle que aportan más adelante es el tipo de presentes: oro, incienso y mirra. El texto de Mateo, escrito en griego, utiliza la palabra “mago” (mágoi) palabra de origen persa que designaba a los miembros de la casta sacerdotal y que acabó siendo adoptado en el mundo griego para designar sabios, teólogos y astrólogos de diversa procedencia oriental, según explica Antonio Piñero en su última obra Los libros del Nuevo Testameno: traducción y comentario (Trotta).

Sin embargo, las primeras representaciones iconográficas de la Adoración de los Magos conservan un esquema visual recurrente. En ellas, se observa a una Virgen sedente, majestuosa y tranquila, sosteniendo al niño en sus brazos, mientras un grupo de hombres, difiere el número según la representación, se acerca en evidente reverencia. Estos personajes, identificados como los Magos de Oriente, aparecen inclinando sus cuerpos y flexionando las rodillas en un gesto que evoca la "proskynesis", la inclinación ritual propia de las culturas orientales para honrar a una figura de autoridad o divinidad. 
Tiene su origen en la iconografía imperial donde los vencidos rendían obediencia al emperador en forma de procesión tributaria, representaciones tomadas a su vez del ritual oriental, según explica la doctora en historia del Arte Laura Rodríguez Peinado.

La indumentaria de los Magos resulta particularmente notable, ya que llevan el característico gorro frigio, un símbolo tradicional asociado a los pueblos de Asia Menor y a menudo utilizado para denotar su origen extranjero. Posteriormente, bajo la época romana, la prenda fue adoptada por los esclavos libertos romanos y desde entonces se convirtió en emblema revolucionario durante la Ilustración y la Revolución Francesa, representando justicia, igualdad y liberación de la opresión.

En estas primeras representaciones, también visten pantalones anaxyrides, otra prenda típica del vestuario persa que refuerza su condición de visitantes de tierras lejanas. Estos elementos iconográficos no solo subrayan el exotismo de los Magos, sino que también los presentan como figuras portadoras de riquezas y sabiduría, marcando su rol crucial en la narrativa cristiana del reconocimiento del niño Jesús como el Rey de reyes.

Epifanía, catacumbas de Priscila, s.II (Roma).

Epifanía, catacumbas de Priscila, s.II (Roma).

No siempre fueron tres

La representación actual de los Reyes Magos como tres figuras de edades distintas (joven, maduro y anciano), con dos de piel blanca y uno negra, y conocidos como Melchor, Gaspar y Baltasar, no tiene origen bíblico. Esta imagen, como muchos otros aspectos del cristianismo, se ha construido a lo largo de los siglos. En las primeras pinturas paleocristianas, los Magos no siempre son tres: en la cripta de la Madona, en el cementerio de los santos Pedro y Marcelino, aparecen dos, mientras que en la Catacumba Domitila se representan cuatro.

En el siglo III, Orígenes, uno de los principales pensadores del cristianismo primitivo y autor de influyentes obras teológicas, propuso que los Magos eran tres, basándose probablemente en la cantidad de regalos mencionados en los Evangelios: oro, incienso y mirra. Esta interpretación no solo vinculaba directamente el número de los Magos con los presentes, sino que también ayudaba a simbolizar la universalidad del reconocimiento de Jesús como Mesías.

Durante la misma época, otro importante teólogo, Tertuliano, dio un paso más en la evolución de esta tradición al sugerir que los Magos no solo eran sabios de Oriente, sino que también podrían identificarse con reyes, fortaleciendo la conexión simbólica entre el nacimiento de Cristo y la reverencia de las autoridades terrenales. Este desarrollo interpretativo, influido por la lectura tipológica de las Escrituras, conectaba a los Magos con las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, como la que menciona la visita de reyes a Sión llevando regalos.

Ya en el siglo V, el papa León I el Magno, en su esfuerzo por consolidar la doctrina y las tradiciones cristianas, oficializó el número de los Magos en tres. Esta decisión tuvo un impacto duradero, fijando así en la imaginería cristiana la representación de estos personajes como tres figuras diferenciadas, cada una portadora de un regalo significativo, y reforzando su papel en la narrativa de la Epifanía como testigos de la universalidad del mensaje de Cristo.

Cuatro magos adoran a la Virgen y al niño. Catacumbas  Domitila (Roma)

Cuatro magos adoran a la Virgen y al niño. Catacumbas de Domitila (Roma), s. IV.

Melchor, Gaspar y Baltasar

Algo más tardía fue la aparición de los nombres, revelados en el Evangelio Armenio de la Infancia, un apócrifo del siglo VI que nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

La primera representación conocida que incluye los nombres de los magos se encuentra en la Basílica de San Apolinar el Nuevo, en Rávena, imagen que encabeza este artículo. La escena conserva el estilo iconográfico característico de los siglos anteriores, mostrando a los magos con vestimenta persa y diferenciando claramente las edades de los personajes, todos ellos con piel clara.

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