Cultura

El rey abdicó y ni así Antonio López terminó su retrato

El rey Juan Carlos I renunció al trono en favor de sus hijos sin ver terminado el retrato que el pintor manchego prepara desde hace casi 20 años.

  • Un detalle del retrato que prepara Antonio López y que le fue solicitado en 1994.

Iniciado hace dieciocho años, el retrato de la familia real es el cuadro que más tiempo ha tardado en completar Antonio López, tanto que ni el propio r ha podido verlo terminado. Lo verá, claro, pero ya no como monarca.

El anuncio de la abdicación de Juan Carlos I este lunes dejó todavía más en evidencia la lentitud y minuciosidad del artista para dar por terminada esta tela de 3,40 metros de longitud por tres metros de altura, que se encuentra actual en el Palacio Real, en una sala contigua a la Capilla Real, hasta donde ha sido trasladada desde el domicilio del pintor en el distrito de Chamartín. La medida fue tomada con la intención de que López pudiera trabajar allí.

Antonio López lleva casi 20 años pintando el retrato. Ni siquiera Velázquez tardó tanto con Las Meninas.

Cuando se tomó la instantánea que sirvió de modelo para el lienzo que Patrimonio Nacional encargó al pintor, ni el príncipe de Asturias ni las infantas estaban casados. Así es posible hacerse una idea de lo que este retrato encierra en su demorada carrera de gestos y perfiles: una Corona previa a la demolición y la crisis; una Casa Real sin elefantes ni caso Nóos.

Ni siquiera Velázquez tardó tanto con Las Meninas. Según el tratadista de pintura española Antonio Palomino, el retrato comenzó a pintarse en 1651 y se terminó en 1656, lo que quiere decir que su ejecución tomó a Velázquez alrededor de unos cinco años, es decir, 13 años menos que el actual retrato de López.

Preside la composición Don Juan Carlos con su mano derecha posada sobre el hombro de la infanta Elena, quien aparece franqueada a su derecha por su hermana, la infanta Cristina. Con su otra mano, la izquierda, el rey sujeta a la reina Doña Sofía. Al príncipe de Asturias, en cambio, se le intuye como un boceto, prácticamente invisible bajo la traza del papel que aparece en la fotografía que se tiene del lienzo.

El Rey ha abdicado y el retrato sigue sin estar listo.

Así, sencillo, sin mayores lujos, vestidos todos de traje y sin alarde, es el retrato que de los miembros de la Familia Real comenzó a hacer el pintor manchego Antonio López en 1994 y del que aún no existe una versión definitiva. La versión descrita del lienzo es la que se conoció en verano pasado con la publicación del libro Antonio López. Pintura y escultura (TF, Editores, 2011),  en el que aparecía una fotografía de la obra, que mide  de tres metros de alto por tres metros y cuarenta centímetros de ancho.

Enmarcado en un realismo que él llama "objetivismo" y que en la mirada de López -y las manos que la ejecutan- llega a una fascinación profunda y un respeto obsesivo por lo representado, el retrato de la Familia Real ha sido cuidado celosamente por el pintor, quien no ha permitido siquiera a los reyes contemplar el cuadro. De allí que hasta el momento sólo se haya difundido una imagen parcial.

"Tampoco me preocupa mucho la fecha. Espero que quede bien", ha dicho el pintor.

Al ser preguntado por la prensa sobre la demora en la entrega del cuadro –valorado en 300.000 de euros-, López ha sido muy escueto. Ha prometido, eso sí, que estará listo este verano: "Me he comprometido -ha manifestado a Efe- y para entonces el cuadro podrá verse acabado, lo más acabado posible, quiero dejarlo lo mejor que yo pueda".

Antonio López es, a día de hoy, uno de los pintores más importantes y con las cotizaciones más elevadas. Su cuadro Madrid desde las Torres Blancas (de 1,45 m por 2,44 m) alcanzó 1,74 millones de euros en una subasta de Chirstie's Londres, en 2008, convirtiéndose en la obra más cara de un autor español vivo, por encima, en su momento, de Tàpies y Barceló.

A Antonio López, sin embargo, el dinero le trae sin cuidado. Sólo le importa disponer del tiempo suficiente para acabar una pieza, aunque quienes le conocen y han trabajado con él conocen de sobra que el maestro nunca da por terminada una obra.

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