Han pasado casi dos décadas desde que Javier Reverte se hiciera un hueco en el corazón de los devoradores de literatura de viajes con El sueño de África. Aquel libro le abrió las puertas de miles de hogares y le granjeó la admiración de muchos de los que aspiramos a explorar el último rincón del planeta desde la comodidad de nuestro sofá. A aquel libro, le han seguido en estos años toda una sucesión de títulos que, con más o menos fortuna, han aspirado a continuar la exitosa estela de aquellas magníficas líneas. Así ha llegado ahora, diecinueve años después, Un verano chino (Plaza y Janés), el último libro de viajes de Javier Reverte que acaba de ver la luz como propuesta literaria para iniciar un "viaje a un país sin pasado".
Un verano chino es un intento fallido, el enésimo del autor, por emular la magistral lección que supuso aquel El sueño de África
Sin embargo, es un intento fallido, el enésimo del autor, por emular la magistral lección que supuso aquel El sueño de África. Para empezar, el título es absurdamente indefinido, vago, inconcreto, como si las ideas se le hubieran agotado a Javier Reverte antes incluso de empezar. ¿Por qué no haber esgrimido ya en la portada el nombre del río Yangtsé, verdadero protagonista del libro ya que es su cauce el que juega el papel de 'sherpa' por el gigante asiático? La respuesta esté, sin lugar a dudas, en el texto, en ese insulso y vano intento por enganchar al viajero-lector durante sus cerca de 250 páginas.
Es cierto que hay momentos en los que aflora el gran Reverte de sus libros africanos, pero no son muchos y, además, casi siempre de la mano de Xiao, esa guía que le acompaña y que cada dos por tres exclama en un castizo español "¡Ay, que me parto el culo!" que dota de autenticidad las anécdotas que le acompañan. Sin embargo, en aquellos tramos del viaje y del relato en los que este personaje desaparece o se difumina, el texto se vuelve plano, anodino, sin gracia. Incluso las incursiones en el pasado son superficiales. ¿Dónde está ese Javier Reverte que casi parecía un erudito en historia de África? 'Missing', como la pasión viajera en el libro.
Un verano chino es, por tanto, un libro sólo para incondicionales del gran escritor de viajes, un intento fallido por adentrarse en un país demasiado complejo y amplio para despacharlo en dos centenares y medio de páginas como promete la portada. Es, al fin y al cabo, un nuevo intento de jugar literariamente con presente y pasado, con vivencias e historia, pero con un resultado pobre, al menos para aquellos que conocen al gran Javier Reverte de sus aventuras africanas. Difícilmente abrirá con estas líneas las puertas del gigante asiático a la legión de 'viajeros de sofá', muchos de los cuales, entre ellos el que escribe estas líneas, se sentirán defraudados. Eso sí, que no desespere el escritor en el intento de volver a emular la magia literaria de El sueño en África. Diecinueve años no son tantos y a muchos no nos importa seguir esperándole para viajar de nuevo junto a él.