El suyo es uno de los nombres imprescindibles entre los cineastas que han debutado en el largometraje durante este 2022. Manuela Martelli (Santiago de Chile, 1983) no es una aficionada en el mundo del cine y cuenta con una de las carreras interpretativas más relevantes del cine chileno actual, tras veinte años a las órdenes de cineastas como su compatriota Andrés Wood o el argentino Martín Rejtman, entre otros.
En su ópera prima como directora, la actriz y ahora cineasta ha recurrido a aspectos autobiográficos para dar forma a una ficción en la que recupera a aquellas personas anónimas que no tuvieron espacio en los libros de historia ni en los periódicos. Con ellos, quiere dar voz a los olvidados y, en especial, a las mujeres que han sido invisibilizadas. Sin embargo, no se trata de una mera cinta histórica, sino de un thriller que juega con las mejores herramientas para mantener en tensión al espectador.
La protagonista de esta película es Carmen, una ama de casa que se va a su residencia de la playa para remodelarla, donde recibe a su marido, sus hijos y sus nietos, que van a visitarla ocasionalmente. Un sacerdote amigo de la familia le pide que cuide a un joven al que está alojando en secreto, disidente del régimen dictatorial de Pinochet, y ella encarna entonces la rebelión contra lo que su propia familia representa.
Martelli presentó este debut en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, donde recibió excelentes críticas, y tras pasar por el Festival de San Sebastián llega ahora a los cines españoles. En Vozpópuli hemos hablado con la directora con motivo de su visita a España para presentar el filme.
Pregunta: Empecemos por el título, 1976. ¿Qué quería simbolizar con una fecha tan señalada, en la que ambientado este thriller?
Respuesta: Partió siendo una investigación muy autobiográfica que tenía que ver con mi historia familiar, con la historia de mi abuela, que murió ese año. Era un acto de rebeldía, de poner como título una fecha que representaba la vida de una mujer anónima que no había sido digna de figurar ni los diarios ni en los libros de historia, un acto reparatorio con la vida de las mujeres en general que habían sido tan invisibilizadas en la historia. Las fechas correspondían a los grandes eventos, que eran considerados dignos de aparecer en la historia, que en general eran asuntos muy masculinos, relacionados con las guerras y las firmas de tratados, asuntos que no tenían ninguna correlación con la vida que llevaban las mujeres.
P: ¿Hasta qué punto se trata de una película con elementos autobiográficos?
R: Lo autobiográfico tiene que ver con ciertas estrategias. Cuando empecé a investigar me costó entender lo importante que era desapegarse de la realidad. Lo más importante de lo que buscaba tenía que ver con la libertad, escribir yo mi propia historia, ese interés que he sentido por mi abuela tenía que ver con la capacidad de ser curiosa, querer romper esquemas. Entendí en el proceso que tenía que ver con escribir una historia de ficción.
Si hiciera una película con dos jóvenes en una casa metidos en Tik Tok, que no responde a ciertos parámetros de lo que es reconocido como latinoamericano fuera, sería más difícil para película tener una ventana en el exterior", reconoce la directora
P: El estreno de 1976 llega poco después del estreno de otra película sobre la dictadura, como es Argentina, 1985, de Santiago Mitre. ¿Por qué fascinan tanto los periodos tan oscuros de la historia?
R: Hay varias contradicciones. En Chile hay un discurso instalado por parte de un círculo que se pregunta hasta cuándo el cine retratará estos periodos, hasta cuándo hablará de la dictadura. En realidad, según las estadísticas, solo el 10% del cine que se estrena habla de la dictadura, es muy poco para un episodio, el de la dictadura, que nos marca tanto. Por otro lado, lo que pasa en Europa es que el cine latinoamericano que logra cruzar el Atlántico y ser visto habla de aspectos reconocibles en Europa, y parte de eso son las dictaduras. Se da entonces una paradoja: hablar de la dictadura en Latinoamérica genera recelo y rechazo, y en Europa es un relato permitido o reconocido. Si hiciera una película con dos jóvenes en una casa metidos en Tik Tok, que no responde a ciertos parámetros de lo que es reconocido como latinoamericano fuera, sería más difícil para película tener una ventana en el exterior.
P: ¿Existen entonces ciertos clichés en el espectador europeo, que acaba rendido a los mismos estereotipos?
R: Hay una situación que es compleja. Es más bien una pregunta que me hago. ¿Qué relatos se permite hacer a Europa de sí misma y qué relatos a Latinoamérica para poder llegar a otros públicos? A veces ocurre que los relatos históricos que tienen que ver con una realidad tan reconocida como las dictaduras muchas veces sí tienen un espacio en otras industrias, logran ser visibilizados fuera.
Martelli, de actriz a directora
P: Su película ha estado en Cannes, el mayor escaparate de cine de autor del mundo, y la película de Mitre ha tenido un éxito notorio. Ambas comparten esa fascinación.
R: Argentina se lo permitió más. En el caso argentino, existe más revisión de su historia reciente que en nuestro caso ¿Por qué revisar la historia genera tanta controversia? ¿Cuántas películas de acción hay? ¿Cuántas veces se pregunta por qué? Esa reacción evidencia que el gran dolor de una sociedad se toma de distintas maneras. Algunos logran lidiar con eso e ir ahí, pero hay una gran parte de población que no quiere entrar, que no quiere observar.
P: Usted es una actriz muy conocida en Chile, con veinte años de trayectoria ante las cámaras. ¿Cuándo decidió dar el salto a la dirección y por qué?
R: Siempre quise dirigir y en parte me puse a actuar por esta razón. Siempre fui una amante del cine y se me presentó una posible entrada y la tomé. Si me hubieran propuesto ser asistente de rodaje, también lo habría tomado. En el fondo me interesaba estar ahí.
Ganuza
Hablar de la leyenda negra es España genera rechazo pero en Latinoamérica es un relato que está permitido.