Cultura

Pardeza, de la Quinta del Buitre a la novela: “Cervantes habría sido un buen centrocampista”

El delantero, como Umbral, vino a hablar de su libro: Torneo (Malpaso), su primera novela, que recientemente reconocida con el Premio Panenka.

Cumplió 52 años la víspera de esta entrevista. El tiempo ha de esfumarse para alguien que con apenas 15 ya era conocido como el Maradona Español. El único miembro no madrileño de la Quinta del Buitre, aquel invento con el que Julio César Iglesias bautizó la constelación merengue que formaron en los ochenta Butragueño, Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y, por supuesto, él: Miguel Pardeza. Un chico que subió a primera con Di Stefano y al que se le abrieron, igual de grandes, las puertas del Santiago Bernabéu y las de la biblioteca pública de su pueblo, La Palma del Condado, en Huelva. Acaso por eso terminó de novelista. Ya lo dijo Pasolini: el fútbol es un lenguaje y tiene sus prosistas.

Pardeza, un chico que subió a primera con Di Stefano y al que se le abrieron, igual de grandes, las puertas del Santiago Bernabéu y las de la biblioteca pública de su pueblo

Pequeño de estatura, rápido de movimientos y avispado como pocos, Miguel Pardeza se dio a conocer en el programa televisivo Torneo, el nombre que eligió para titular su primera novela, una Bildungsroman en toda regla, un artefacto biográfico que él quiso convertir en ocasión literaria, una especie de alegato sobre la libertad y la capacidad de elegir. Siendo apenas un adolescente, Pardeza leyó a los existencialistas, pero también a los superhéroes de Marvel, a Unamuno, y a Nietzsche, y a Dickens... Hoy, en su casa atesora más de 15.000 mil libros. No en vano sus libreros certifican que se trata de un lector obsesivo y voraz.

Directivo deportivo del Madrid y del Zaragoza, a Pardeza se le dan bien los once literarios: Cervantes en el centro del campo, Umbral de rematador y Proust en la portería...

Director deportivo del Zaragoza y del Real Madrid, a Pardeza se le dan bien los once literarios. Cervantes, en el centro del campo, porque “crea juego y tiene repertorio”; Francisco Umbral, arriba, con “frases contundentes y resoluciones rápidas”, y para la portería, mejor Proust: alguien denso, solitario y capaz de abarcar todos los espacios. ¿Leen los futbolistas? ¿Escriben los delanteros? Ya en los ochenta el entrenador del F.C Barcelona, Terry Venalbes, escribió una novela negra que publicó con Destino y ya ni hablar del ex merengue Esteban Granero, el centrocampista que parecía más feliz en los libros de Kafka que en el banquillo de Pellegrini y Mourinho.

Una imagen de Pardeza, siendo apenas un niño, como jugador de La Palma C.F. Entonces ya los superhéroes de Marvel que quitaban el juicio.

Al menos al momento de escribir, Pardeza parece más interesado en la condición humana que en el fútbol. Lo suyo es el gran relato vital, a lo Dickens: el niño que salió de un pequeño pueblo de Andalucía, el adolescente que llegó a Madrid a dar patadas a un balón y el hombre que envejece para recordar, mejor dicho, para contar quién ha sido. No es alguien especialmente enfático, usa el mismo tono plano, ya sea para hablar sobre su decisión de estudiar Filología en la Universidad de Zaragoza como de los prejuicios acerca de lo mucho o poco que pueden llegar a leer los jugadores de fútbol. Sobre ese y otros temas habla el futbolista en esta conversación.

-Que un futbolista cuente su vida no es una sorpresa, lo extraño es que la cuente bien.

-Trofeo fue un desafío introspectivo. Ya yo había escrito mucho, pero necesitaba plantearme el desafío de un libro propio, de largo aliento. Por otro lado, quería regresar a un período muy concreto de mi vida, para ver qué había quedado de él. Volver al niño que había sido. Esta novela me permitía hacer todo eso.

"Después de haber sido jugador profesional de fútbol, escribir ha sido un gran paliativo"

-¿Qué sensación tiene al escribir? Y, todavía más, ¿qué sensación tiene al escribir sobre  fútbol?

-Desde pequeño me gustó escribir.  El fútbol requiere colectividad, la escritura es un acto solitario y silencioso.

-Y supongo que es de agradecer que no exista una grada de ultras al lado de su escritorio.

-Uno tiene que luchar con sus propios demonios y sus limitaciones. Cualquiera que escriba podría decir lo mismo. Es una necesidad, un impulso que no puedes evitar, por más que  a veces te llegue por terrenos tortuosos y difíciles. Hacerlo bien requiere muchísima disciplina, bastante concentración. Después de haber sido jugador profesional de fútbol, escribir ha sido un gran paliativo.

"Yo le debía dos libros al fútbol, aunque tampoco me gustaría pensar que mis libros son de fútbol"

-Alude a cierta penumbra, ¿suya o de su personaje? ¿lo revelará en una segunda novela? ¿está escribiéndola?

-Sí, pero no sé lo que va a salir –risas-. Yo le debía dos libros al fútbol, aunque tampoco me gustaría pensar que mis libros son de fútbol. Prefiero pensar que son libros de literatura con un personaje cuya vida se desarrolla en el fútbol. De hecho, de los personajes del fútbol me interesan los principios y los finales. Vamos a ver si en este segundo libro, con este personaje, lo consigo: contar su fracaso, su final.

-Prefiero pensar que esta no es la ecuación de un fracaso pero… ¿cómo se pasa de futbolista a filólogo?

-Fue un desenlace natural. Comencé estudiando derecho, en Madrid, en la Universidad Autónoma. Entonces ya me había aficionado a los libros casi de manera patológica. Y como sentía que jamás iba a ejercer de abogado, opté por abandonar Derecho y matricularme en filología. Me parecía una manera de aprovechar mis aptitudes. En Zaragoza tuve magníficos profesores.

La Quinta del Buitre, en pleno.

-En Torneo cuenta su vida, pero también la sociedad de aquellos años. ¿Cómo ha cambiado la España de la Quinta del Buitre a la de hoy?

-Una de las ideas que articula el libro son mis peripecias adolescentes. Esa era una manera de contar la España de una época, el año 1979. Franco había muerto, España echaba en marcha la transición, se constituían Las Cortes, surgió la movida madrileña. Eso lo viví en primera persona. Fue un período de cambios profundos políticos, culturales, sociales. Intenté que el personaje pudiera revelar toda esa épica a través de su propia historia.

"Franco había muerto, España echaba en marcha la transición, se constituían Las Cortes, surgió la movida madrileña"

-¿Se frivolizó el fútbol? ¿Sus héroes son menos héroes hoy? ¿Vender camisetas no basta como épica?

-Lo que ha cambiado en realidad es el escenario, el contexto. Vivimos en una época en la que el fútbol ha conquistado zonas del planeta a las que parecía imposible que pudiese llegar, Asia o África, incluso diría que con todas las dudas que siempre inspira, también es más fuerte en Estados Unidos. Hoy es un deporte más global. Pero la dinámica, el hecho simple, de un niño con balón, puede seguir siendo el mismo, con una diferencia: este es un tiempo mucho más exigente, con un altísimo grado de competitividad en el que solo  los mejores llegan al estrellato.

"En el fútbol no se lee ni más ni menos de lo que se lee en un país que vive con aversión el mundo de la cultura"

-¿Se lee o no se lee en el mundo del fútbol?

-En el fútbol no se lee ni más ni menos de lo que se lee en un país que vive con aversión el mundo de la cultura. Esta pregunta me la hacen frecuentemente y además en un sentido descalificador, como si el mundo del fútbol fuese poco menos que ágrafo o algo así. Yo creo que el interés cultural es algo muy restringido. La lectura es minoritaria, que no se lea en el fútbol no es significativamente mayor con respecto a otros contextos o profesiones.

-¿Qué libro fue fundamental en sus años de la Quinta del Buitre?

-Más que un libro, hablaría de una corriente filosófica: el existencialismo. Me marcó muchísimo  en mis años de adolescencia y que a estas alturas no sé si me perjudicó más que ayudarme. Puede sonar un poco pedante, pero es la realidad. En el libro hablo de Sartre, De Simone de Beauvoir.

"Más que un libro, hablaría de una corriente filosófica: el existencialismo. Me marcó muchísimo en mis años de adolescencia"

-De su etapa existencialista y merengue, ¿podría citar algún título?

-Los caminos de la libertad, de Sartre, y Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir. Me marcaron muchísimo.

-¿Cómo y de qué forma leía usted en esos años entre partido y partido?

-Era un lector desorganizado y compulsivo. Leía todo lo que caía en mi mano, pero en mi adolescencia los libros que más me gustaban eran aquellos que me ayudaban a comprender situaciones personales a las que no podía darle ninguna respuesta.

-A día de hoy no existe una Gran Novela sobre el fútbol. ¿La épica del fútbol es suficiente en sí misma y no necesita un relato literario?

-EL fútbol ha generado literatura pero, eso es verdad, no ha sido una gran literatura. El fútbol en sí, como deporte, quizá sea poco literario. La inmediatez del fenómeno futbolístico probablemente propicia que se agote en sí mismo, deja muy poco espacio a la imaginación y si a algo se debe la literatura es a la imaginación. Digamos que el fútbol se agota en sí mismo. Otra cosa es el entorno del fútbol, que eso sí da para mucho. Últimamente se escribe algo más sin embargo hay poca literatura.

Un detalle de la portada de Torneo, primera novela de Pardeza publicada por Malpaso.

-Valdano, que tuvo un papel importante en el acercamiento entre literatura y fútbol, ha salido denostado del Madrid. Seguro que a Florentino Pérez no le gusta leer.

-No tiene nada que ver una cosa con otra.

-¿Con el hecho de que echaran a Valdano o con que Florentino Pérez no lea?

-La preocupación de Jorge para establecer lazos entre dos mundos aparentemente desencontrados no tiene nada que ver con el trabajo profesional, en el área de un equipo profesional. En ese contexto, poco importa si algo hace o no una labor intelectual con el fútbol. A mí me pasa lo mismo. Estuve cinco años y terminé saliendo. No es eso lo que se nos valora.

-¿Cuál le parece el futbolista más literario (por su biografía, conflictos y reveses)?

-Ha habido muchos, y cuesta remitirse a uno solo. Pero si hubiese que referirse a un animal literario, porque yo creo que él era puramente literatura, sin lugar a dudas pondría a Di Stefano. Era una fuente permanente de anécdotas, de situaciones, con una capacidad fuera de lo común. Se hicieron de hecho muchas películas en los años cincuenta. Es un personaje que por su perfil y su desempeño en el campo, por lo que influyó y significó en el Real Madrid es el jugador más importante de la historia y literariamente muy apetecible.

"Si hubiese que referirse a un animal literario, porque yo creo que él era puramente literatura, sin lugar a dudas pondría a Di Stefano"

-Si tuviéramos que describir a Cervantes como futbolista, ¿sería un centro del campo?

-Sí, Cervantes podría ser un gran distribuidor de juego, qué duda cabe. Un poco farragoso, pero sin duda. Es tremendamente creativo y tiene un gran repertorio de juego capaz de abarcar muchos espacios y muchos puntos de vista, sería capaz de interpretar el fútbol como interpretó la literatura.

-¿Quién le parece el escritor rematador por excelencia? O que a usted le parezca infalible.

-Francisco Umbral. Un gran rematador: frases contundentes y resoluciones rápidas.

-¿Un buen portero?

-Pondría a Proust. Es un hombre que abarcaba muchos espacios, era denso. Vivía en la soledad. Como comprenderá –risas- es una asociación espontánea y algo libre.

-Rodrigo Fresán dice que en un clásico literario Joyce – Proust, él iba con Proust. ¿Usted?

-Indiscutiblemente, yo también voy con Proust.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli