Nunca es buena señal que el navajeo político tenga tanto protagonismo en la cultura. En vez atender a los asuntos importantes, las mayoría de los contenidos de 2024 estuvieron marcados por el sectarismo, la crispación y la corrupción. Por suerte, también hubo quien dio la talla en la crisis de Valencia, quien defendió la necesidad de arraigarse en la cultura europea y quien se esforzó parque no olvidemos todo el daño que hizo ETA y su entorno a este país. La izquierda cultural, hegemónica hace hace nada, parece hoy más decadente que nunca, mientras el pueblo defiende su identidad con rebeldía y alegría.
David Broncano contra “El Hormiguero”
La polémica catódica del año fue el salto del programa hípster de Broncano desde Movistar+ a la televisión pública, con un jugoso contrato de 28 millones de euros por dos temporadas. Se compararon audiencias cada día, se lió porque La Revuelta intentó que se incumpliera compromisos previos del campeón de motos Jorge Martín con El Hormiguero y cerraron el año no emitiendo el especial de Navidad por un problema cardíaco que sufrió Raphael. Tanto revuelo, tanta pelea de gallos y al final el gran triunfador televisivo del año fue Iker Jiménez poniendo el foco en la ayuda a los afectados de la DANA y resistiendo los intentos de cancelación del banco ING Direct, que trató retirarles la publicidad y terminó reculando por una rebelión masiva de sus clientes.
Un lodazal llamado arte contemporáneo
En Vozpópuli publicamos en exclusiva la historia sobre cómo el sector progresista del arte contemporáneo en Valencia se había conchabado para crear un Código de Buenas Prácticas que impidiera a la derecha poner en marcha sus programas cuando ganase elecciones. Por suerte, no se salieron del todo con la suya, aunque siguen intentándolo. El escándalo mayúsculo del año fue el desvío de fondos del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) para pagar sueldos a expertos en arte y compra de obras. El polémico programa CNIO Arte destinó un millón de euros para establecer “el contacto entre científicos y artistas de primera fila internacional para explorar los territorios comunes entre la investigación científica y la creación artística”. María Blasco, directora del centro, niega las acusaciones, aunque el debate está entre considerarlo un pesima idea o directamente un caso de corrupción. Seguirá trayendo cola en 2025.
La batalla de Miguel Hernández
El ministro Ernest Urtasun fue otra vez protagonista del año, entre llamadas a la descolonización y titulares antifascistas. Trato de apropiarse la figura de Miguel Hernández en vez de dar a conocer todos los detalles sobre su legado poético. entre otras respuestas, la asociación Juventud Patriótica articuló una estimulante campaña para argumentar que Hernández no estaría muy cómodo con la actual izquierda cuqui. “¿Quién fue Miguel Hernández? Según nos cuentan en los institutos -cuando abrimos el libro de Historia- fue un poeta, dramaturgo, activista, militante antifranquista… pero fue mucho más que eso. Lo que le convirtió en uno de los grandes poetas de nuestra historia es que, detrás de cada verso, detrás de cada línea de su poesía, había una declaración de guerra contra los enemigos de España. Hizo un llamamiento a la juventud española a salir a la calle y a plantar cara al invasor extranjero. Plantaba cara a los señoritos, a los parásitos que solamente hablan de la patria para aprovecharse de ella y saquearla”, recordaban. Patriota, antiseñoritos, enamorado del campo y de la familia, cuenta imaginarse a Hernández militando cualquier de nuestros partidos de izquierda.
Urtasun salió a patinazo mensual y coronó su incompetencia declinando acudir a la reapertura de Notre Dame en París
“Hay que parar esto”: la valentía de Macarena Gómez contra el feminismo dominante
En la alfombra roja de los premios Forqué, la actriz Macarena Gómez hizo un llamamiento a dejar de machacar a los hombres del cine con acusaciones macartistas fuera de los tribunales. “Hay que parar esto”, soltó, deseando una tormenta de críticas difícil de capear. Su marido, el actor Aldo Comas, que se mostró de acuerdo con el discurso, reveló que habían recibido tanto odio que tuvo que recurrir a los ansiolíticos. Algunos militante feministas le deseaban que violasen a su mujer y representantes de marcas intentaron cancelar contratos en vigor. Por suerte, la pareja no está sola como demuestran libros como Indomables: diez mujeres frente al feminismo hegemónico (2004), donde destacadas periodistas , juristas y profesionales de la edición se plantan ante el victimismo, en las antípodas de linchadoras profesionales como Cristina Fallarás y su libro de testimonios sin comprobación periodística, titulado No publiques mi nombre (2024).
La grandeza de la Oreja de Van Gogh
Aunque cueste creerlo, el género pop que más polémicas desató este año fue la balada sentimental. La superestrella Karol G .llenó cuatro veces el Bernabéu y utilizó esa hazaña histórica para reivindicar la grandeza de Amaia Montero, voz de la Oreja de Van Gogh, que emocionó al estadio cantado el clásico “Rosas”. Poco después, su grupo se deshizo de la cantante Leire Martínez, abriendo paso a especulaciones sobre una reunión de la formación original, que ahora mismo no parece muy probable. Mientras la critica especializada y los presuntos musiqueros menosprecian nuestra música melódica, el superventas mexicano Carin León usó su concierto de debut en el Wizink de Madrid para mostrar su rendida admiración por Álex Ubago, Manuel Carrasco y Pablo Alborán. La jugada le salió redonda.
“La infiltrada” y la memoria de ETA
La sorpresa cinematográfica del año fue sin duda La infiltrada, la película de Arantxa Echevarría que confirmó que es posible que el cine español trate el traumático asunto de ETA sin incurrir en la equidistancia. Para sorpresa de nadie, el festival de San Sebastián no le encontró acomodo en ninguna de secciones, siempre abiertas para retratos de Josu Ternera, pero el público español apreció tanto la cinta que la llevo al número uno en las taquillas. Aunque ETA se disolviese en 2011, la batalla sobre su legado sigue más viva que nunca, con personajes tóxicos como Jordi Évole tratando de estigmatizar a la derecha en programas como Txakurras (que cabreó de manera legítima a Lorenzo Silva y tantos otros españoles) mientras que, en el polo opuesto de la dignidad, el director Iñaki Arteta continua su construcción de un archivo para la memoria sobre los crímenes de la banda.
Progresismo contra cristianismo, de Barcelona a Notre Dame
Urtasun nos salió a patinazo mensual, quizá el más grande fue declinar la invitación a la reapertura de Notre Dame porque tenia planeaba una vista con sus familia al circo. Seguramente tampoco hubiera estado muy cómodo entre Donald Trump, Georgia Meloni y Elon Musk. Por si quedaban dudas del rechazo de la izquierda a nuestra cultura nacional, el alumbrado navideño de Barcelona se vació de motivos cristianos, Collboni quitó el Belén de la Plaza de Sant Jaume para esconderlo dentro del ayuntamiento y sólo se desplegó iconografía religiosa en el Raval, con hombres luciendo turbante y mujeres con la cabeza cubierta por un pañuelo. Realmente cuesta pensar cuál será el próximo paso en la descristianización de España. ¿ Pedro Sánchez deseándonos “Feliz Navislam” desde una mezquita de Rabat?